Todos los peatones iban y venían rápidamente por la calle, pero Oliver estaba en el centro como una estatua, totalmente inadecuado para el entorno.
Como un muchacho, si bien era brillante en obras de teatro y bastante experimentado en ciertos aspectos, y no era su primer viaje al exterior, semejante situación aún fue demasiado para él. ¡Ese era su presupuesto para manutención durante los próximos meses!
¿Qué debía hacer? ¿Qué iba a comer? ¿Dónde iba a dormir?
Incontables preguntas inundaron su cabeza con frustración e indignación, haciéndole sentir que la tarde soleada era oscura y que la multitud a su alrededor era indiferente y distante como si estuvieran en mundos diferentes.
—¡Malditos ladrones!
Tras un buen rato, Oliver lanzó un aullido que casi hizo tropezar a los transeúntes.
Cuando aulló, agarró su maleta con fuerza, temiendo que otro ladrón apareciera y robara sus últimas posesiones.
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