—Da un par de vueltas —dijo Heaven con calma, haciendo que él mirara rápidamente por el espejo retrovisor—. Ve a algún lugar desolado. Si nos siguen, entonces es mejor conocer sus motivos.
Oso frunció el ceño ante su sugerencia. Miró el espejo una vez más para confirmar si su voz tranquila coincidía con su expresión. Heaven estaba imperturbable, aún sentada cómodamente en el asiento trasero, con sus ojos en la ventana.
¿Cómo era esto posible? No. ¿Cómo se había dado cuenta?
A estas alturas, Oso no debería sorprenderse, ya que Heaven incluso se había apuñalado a sí misma para encarcelar a Andrea Ng. Sin embargo, todavía era difícil de creer que esta mujer pudiera estar tan tranquila, incluso en presencia del peligro.
—Si no te importa... —Oso rompió el silencio mientras se recomponía—. ¿Has estado en esta situación antes?
—Muchas veces.
'¿Muchas veces?' Oso frunció el ceño. —¿Desde que te casaste con la Familia Zhu?
—Desde que nací.
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