Había incontables personas en el gran cuarto donde recolectan datos importantes. Sin embargo, el hombre de mediana edad podía sentir la frialdad de la mirada de esta persona, la cual le envió un escalofrío por la columna vertebral. Cuando giró su cabeza, sus ojos se posaron en una mujer apoyada en la pared.
La mujer tenía los brazos cruzados, mirándoles como si hubiera estado allí desde el principio. Sin embargo, parecía que nadie la había notado. Sus labios rojos oscuros se curvaron en una sonrisa burlona en el momento en que sus miradas se encontraron, vistiendo ropa negra debajo de su largo y negro abrigo.
El hombre había sido el jefe de este edificio y organización durante más de dos décadas. Así que, aun si hubiera varios cientos de trabajadores residentes en el edificio, sabía cuando alguien era una mala noticia.
Esta mujer era una mala noticia.
—Eso te tomó algo de tiempo, jefe —la mujer, Hera, rompió su silencio.
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