—Hombre... es un caso perdido —dijo uno.
Oso echó un vistazo a su lado mientras Tigre estiraba el cuello, revisando curioso el blanco de Cielo. Tigre chasqueaba la lengua continuamente, haciendo que Oso dirigiera su mirada hacia Cielo.
«Falló a propósito», pensó Oso, estudiando la postura de Cielo. «¿Pero por qué?»
Aquellos que conocían a Cielo, o a la persona que ahora estaba dentro del cuerpo de Cielo, sabrían que ella nunca fallaría esos blancos. Hera fue enseñada a manejar armas desde muy joven, y sus mentores eran leyendas en el inframundo. Su madre era la mejor asesina de su generación, mientras que su padre era un poderoso don. No era sorpresa que Hera tuviera debilidad por las armas.
Hera incluso tenía una colección de diferentes armas. Poseía una habitación repleta de ellas. Era tan aficionada a sus juguetes que todas ellas llevaban balas especiales con sus iniciales.
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