Días después...
—Basti, ¿jugamos? —Cielo se sostuvo las mejillas, observando a Sebastián hacer su actividad escolar en la mesa de centro.
—Así es. Vamos a algún lugar, pequeño ancestro. —Enfrente de Cielo y Sebastián estaba Axel, que estaba haciendo exactamente lo mismo que Cielo—. Estoy tan aburrido... ¿qué es eso que estás haciendo, por cierto?
Sebastián suspiró mientras se detenía, alzando la mirada hacia su madre y su tío. —Tío, deberías dejar de venir aquí. Estás influyendo en mi madre.
—¿Qué? —Axel frunció el ceño en descontento—. ¡Si alguien está influenciando a alguien, esa es ella!
—Basti, no te preocupes por tu tío, pero creo que su actitud perezosa realmente me está afectando, —murmuró Cielo, provocando una mirada fulminante de Axel—. O tal vez porque estoy en mis días.
—¿Eso es algo que deberías decir delante de tu hijo?
Cielo le lanzó a Axel una mirada despreocupada. —Ah. Mi error.
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