—¡Ding dong! —El Gerente Chu pulsó el timbre repetidamente. La preocupación era evidente en sus ojos, temerosa de lo que podría haber ocurrido y de lo que Paula había sido capaz de hacer. Peor. Le preocupaba que Paula se hiciera daño a sí misma por cómo construía sus palabras.
—¡Ding dong! —Paula. —Esta vez, el Gerente Chu llamó como si no fuera suficiente abusar del timbre—. Soy yo. Abre la puerta...
El Gerente Chu se quedó callado cuando la puerta se abrió lentamente desde adentro. Sin embargo, la puerta no se abrió del todo, apenas dejando al Gerente Chu vislumbrar a Paula en el interior.
—¿Paula? —frunció el ceño intentando empujar la puerta solo para darse cuenta de que estaba echada la doble cerradura por dentro—. ¿Qué estás haciendo —por qué no la abres por dentro? ¿Qué te pasa, eh?
Paula apretó los labios, observando a la gerente que entraba en pánico afuera de la puerta.
—Gerente Chu.
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