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Capítulo 8: El hijo pródigo

[14:00 del 6° día. Tiempo hasta el Sorteo de Mundos: 1 días, 10 horas, 0 minutos.]

Ambos ya aseados y listos para el viaje, tomaron sus atavíos y se dirigieron rumbo a la convocatoria. Musashi encabezó la marcha hacia aquel lugar que Uzziel varias veces observó durante sus entrenamientos matutinos con notoria inquietud.

Caminaron con tranquilidad, Uzziel disfrutó por ultima vez la quietud, la paz de aquel bosque el que probablemente no volvería a ver. En minutos alcanzaron el Gran y rojo arco, Musashi hizo un ademán tras el cual Uzziel se detuvo. 

El maestro se adelanto frente a la estructura, hizo un gesto con las manos y esbozo unos símbolos en el aire, seguidamente unas runas se proyectaron brevemente dispersándose en el aire, un velo negro cubrió el interior y pronto la imagen de un distrito desconocido apareció junto a un olor a carbón y el sonido del retumbar del martillo en el hierro.

-*suspiro* Uzziel-seito, ha pasado mucho tiempo desde estoy en este bosque y le debo una visita a ciertos... "amigos"...

Aparecieron en medio de diversidad de forjas, herrerías y fabricas de todo tipo. El ambiente era ruidoso y caluroso, con un cielo gris colmado de humo. Diferentes humanoides ferozmente definidos, sudorosos, marcados por el carbón y bronceados trabajaban e interactuaban alrededor. Miles de armas, armaduras y objetos de los más diversos tipos se observaban en escaparates dispuestos al público. A diferencia de otros lugares donde Uzziel había estado, calles y diversos vehículos podían apreciarse alrededor con aspecto industrial propio de la Inglaterra de principios del siglo XIX.

[Varias Deidades superiores se sorprenden de ver nuevamente al joven, junto al Mesías de la Espadachín]

[El Dios Protector del pueblo Nippon observa con sorpresa al viejo espadachín]

[Una poderosa aura suprime la visión]

Musashi observó brevemente a su alrededor antes de dirigirse por una de las callejuelas que se alejaban del centro. El panorama era bastante similar por cuanto andaban, aunque la calidad de los objetos en exhibición variaban de calidad aunque el joven inexperto en la materia poco podía denotar fuera del brillo y filo aparente así como el material de lo que miraba.

-El hombre al que vamos a ver es un gran herrero, veré si es capaz de concederme cierto favor.- Dijo el maestro al caminar con una expresión colmada de codicia en la mirada.

[Integridad de alma: 92%]

-¿Me darán un arma? No estaría mal una katana, quizás unas Colts o... ¿Un báculo?- Pensó el joven con notoria ilusión en el rostro mientras en su cabeza se formaba una discusión.

-¿Por qué necesitarías algo más que una katana?!- Replicó una enérgica voz de varón.

-¿Porqué no mejor un habano? Pídele uno al grandulón, no puedo más con esta abstinencia.- recomendó una seductora voz de lo que parecía un hombre de mediana edad con algo de desesperanza.

-¡Ni siquiera tengo claro sin tengo edad para eso! Aunque... hace tiempo me carcome esa necesidad.- Respondió Uzziel a la seductora voz.

Algo hizo clic en su conciencia, le remeció que la sensación de que tan cómoda discusión, aparentemente natural para sí, estaba lejos de ser normal.

"¡¿Qué mierda?!" resonó dentro de Uzziel en tres voces.

Musashi notó que algo estaba fuera de lugar con su discípulo pero prefirió ignorar la extraña conducta, no podía extralimitarse más de lo estrictamente necesario.

Tras largos minutos llegaron ante una imponente tienda de madera con grabados rúnicos y detalles dorados, su cielo se encontraba abierto y de su interior emanaba humo como en tantos otros lugares del distrito.

Al entrar nadie los recibió, gran cantidad de fornidos y altos hombres se desplazaban de un sector a otro trabajando en diversidad de objetos sin prestarles atención, sin cejas ni pelo, con vestimentas simples, delantales y guantes de negro cuero vestían sus cuerpos acompañados de herramientas propias del oficio.

Dos grandes hileras de mesas de trabajo junto a hornos y demás implementos se extendían a los costados sobre un suelo de piedra gris, al fondo una escalera de blanco marfil cubierto por una alfombra carmesí subía hasta una estación de trabajo más dignamente decorada donde trabajaba un sujeto en soledad frente a un gigantesco horno negro con grabados dorados y un yunque de Mithril donde se podía visualizar la espalda de un sujeto mientras trabajaba diligentemente. 

Alrededor resonaba el chocar del martillo en el hierro con gran armonía y ritmo intercalado por el grito de los herreros, tal producto era especialmente llamativo al oído, una adoración al fuego y hierro. 

Como si nada, el viejo espadachín dirigió su marcha en dirección al imponente trono acompañado de su único discípulo en calmado silencio.

Uzziel maravillado apreciaba el lugar mientras subía las escaleras, una parte de sí tuvo curiosidad por aprender el oficio, otra creía que sería especialmente útil en su nuevo mundo.

-Völundr... viejo cabeza de yunque.- interrumpió Musashi a aquel gigantesco herrero.

[Una intensa presión remece los alrededores]

Aquella figura que observaban a la lejanía era bastante imponente, una espalda marcada y trabajada hasta el limite con brazos anchos y fuertes cuyas venas se marcaban estaba cuerpo netamente por un negro delantal de cuero y unos pantalones color caqui y zapatos a juego. Su gran porte parecía alcanzar los 3 metros con facilidad, sobrepasando tanto a discípulo cómo a maestro. Se notaba un dorado bronceado símil a un fisicoculturista junto a una corta y enchochada cabellera rojiza alcanzaba apreciarse.

Aquel hombre dejó caer un dorado martillo el cual dejó una notoria marca en el piso e hizo un sonido tal que retumbó en la gran forja. Al impacto todos se detuvieron y formaron líneas junto a sus estaciones de trabajo mirando en dirección a lo alto de la forja.

 -Musashi... asesino bastardo...- expresó con seriedad aquel gigante mientras apretaba su puño izquierdo.

[Una intensa presión aumenta en los alrededores]

Uzziel sintió un escalofrío recorrer su columna pero permaneció impasible al lado de su maestro, pese a que su cuerpo le indicaba peligro, este ni se inmutó y mantuvo la mirada fija en la espalda del hombre frente a sí.

En un instante este se giro levantando al espadachín y sentándolo en su brazo con una rebosante alegría en su rostro.

[Una intensa presión se dispersa]

-¿Cuantos eones han pasado desde la última vez que te vi?.- dijo riéndose aquel gigante.

-Más que suficientes.- contestó el viejo hombre.

-¿Y tu quien eres muchacho?¿Imagino que alguien especial si hiciste a este anciano tomar la espada?- preguntó concentrando su mirada en Uzziel mientras con su mano libre acariciaba un magnífico bigote rojizo digno del mismísimo Don Frye.

-Soy Uzziel, discípulo del señor Miyamoto, un gusto conocerle señor...- Uzziel hizo una reverencia y dudo en decir el intrincado nombre por temor a cagarla.

-Con Vol está bien muchacho. *Carrespea* Les parece si vamos a un lugar más cómodo? 

El joven y el viejo sobre el gigante asintieron.

[18:00 del 6° día. Tiempo hasta el Sorteo de Mundos: 1 días, 6 horas, 0 minutos.]

El nuevo grupo fue dirigido por Völundr hasta un estacionamiento donde un lujoso vehículo deportivo rojo de 4 puertas se ubicaba.

-Mmmh... esto es bastante más cómodo que un caballo.- reseñó Musashi sobre el medio de transporte mientras tocaba el fino cuero de su alrededor.

Amigo mío, esto tiene el poder de 1100 caballos.- Expresó seriamente el herrero colocándose unos lentes que extrajo desde la visera para proceder a revolucionaba el motor antes de partir a toda velocidad en dirección a un bar de nombre Baccus.

Ni el chico ni el espadachín tuvieron tiempo para parpadear en lo que el Dios partió a toda velocidad a través de estrechas calles evitando autos y haciendo diversas piruetas con divina habilidad hasta su destino.

En breve llegaron a Baccus, el pelirrojo bajó inmediatamente y sacudió su negro delantal de cuero.

Seguidamente, espadachín y discípulo, se tiraron por el costado del vehículo, estaban pálidos y mareados luego del brevísimo e intenso viaje junto a uno de Los Grandes Señores de la Forja.

-Al igual que tú, mi ermitaño amigo, he cultivado más artes, la afición por los autos en particular con el Gran Discípulo del Dios de las Carreras, el magnánimo piloto Eliseo Salazar.- Dijo Völundr con orgullo al bajar del automóvil.

La rueda delantera del lado izquierdo se desconectó y giró unos cuantos metros antes de caer.

-Mmh... parece que tendré que volver a remolcarlo.- expresó el pelirrojo Dios con una mirada pensativa.

El viejo recostado con sus cuatro extremidades extendidas en el piso se sintió aliviado antes de levantarse.

Ya dentro del bar, Völundr y Musashi pidieron sake para empezar, Uzziel un jugo. Comida les fue servida, entre ellas platos tradicionales de las culturas germánicas que adoraban al alto Dios y otras orientales del ya extinto Nippon.

-Ahora bien ¿A que debo el honor de su visita?- consultó Vol mientras comía y bebía.

-Vengo a pagar el favor del ultimo Concilio y aprovechar de presentarte a Uzziel antes del Sorteo.

-Siendo que nunca has participado te agenciaste un magnífico postulante, la suerte del principiante es una perra antojadiza e incluso, problemática en esta oportunidad.

-Nada que un miembro de una de las Grandes Casas no pueda manejar...

-Cosa que tu no eres. Dime Musashi ¿Cómo esta Hachi?

-No lo pasé a ver de camino, eres el primero.

-¿Así que... problemas familiares aún?.- dijo el gigante acariciando su magnífico bigote.

-¿Vol.. verás... nos conocemos hace mucho no?- Dijo Musashi con segundas intenciones y una sonrisa caprichosa.

-Efectivamente.

-¿Sabes que nunca te he pedido nada no?

-No puedo afirmar lo contrario.

-Verás, este pobre y flacucho joven tiene ir a un mundo lejano y tu sabes que mi estilo se basa en la katana, no? ¿Y sabes la situación de mi mundo, no?

-*suspiro de resignación* Entiendo donde quieres llegar.- El gigante sacó un puro de su delantal, con total tranquilidad chispeó los dedos tras lo cual una llama apareció, procedió a encenderlo y darle una calada, lentamente.

-Muchacho acércame una mano.- ordenó el pelirrojo.

Uzziel dio un breve vistazo a su maestro quien asintió.

Al acercarla Vol le sujetó por la muñeca, susurro algo en un idioma desconocido y procedió a quemar a Uzziel justo en el centro con el puro.

Un ardor se esparció desde la zona, el joven hizo un gesto de dolor.

*sonido de notificación* [Favor de Dios de la Forja] adquirido.

-Listo chico, te has convertido en un sujeto aún más problemático. Llegado el momento serás capaz de forjar una katana, si practicas lo suficiente, una descomunal.

El chico se sorprendió que resultara tan fácil.

-Gracias señor Vol y a usted maestro.- Dijo el joven acariciando la marca dejada por la quemadura, símil a una runa.

-¿Chico, sabes cómo hacer una katana?- Interrogó el alto pelirrojo.

Con solo pensarlo, detalles precisos y planos se dibujaban en su mente referente a aspectos básicos del oficio de un herrero así cómo los pasos para forjar la espada.

-Esa expresión me dice todo. Tú espada oxidada, estás usando tu autoridad para obstruir al resto de vejestorios desde que llegaste ¿No? Eso no se lo tomarán bien aunque seas su Maestro, Afrodita ya vivió las consecuencias una vez por incluso menos. Tan solo... prepárate para las consecuencias...- Observó con seriedad y resignación en su voz el herrero.

-Gracias Volundr.- Musashi expresó con solemnidad dirigiéndole una reverencia al referido y sirviéndole más sake.

-El futuro es un incierto, mi todo esta en el presente.- Expresó Musashi tocando la empuñadura de su katana.

-Las viejas costumbres no se pierden, ojalá no verlas de primera mano.

Siguieron compartiendo un tiempo más hasta que decidieron retirarse.

[20:00 del 6° día. Tiempo hasta el Sorteo de Mundos: 1 días, 4 horas, 0 minutos.]

Una vez devuelta en la entrada del bar, el alto herrero habló:

¡Bueno! Ya que estamos.. ¿Tienen un lugar donde quedarse?

-Te agradezco Völundr pero queda poco tiempo y aún tengo... un lugar que visitar.

-Oh... esto será interesante... ¡los acompaño! la forja no se apagará si me ausento un rato.

-Que así sea, nuestro siguiente destino el cuartel de Hachiman.-

"¨¡Tanoshi-sō!" resonó en la mente de Uzziel con gran vigor.

Los dioses y el joven fueron escoltados hasta un punto de teletransporte cercano en un taxi para evitar las curiosas miradas, desde allí se desplazaron al Distrito de la Sangre y el Hierro.

-Será mejor concurrir informado.- aconsejó una seductora voz en la cabeza de Uzziel.

Uzziel aprovechó de revisar su guía mientras se dirigían al lugar:

[Enciclopedia Del Panteón Sin Fin:

El Distrito de la Sangre y el Hierro es el punto donde se aglomeran las deidades dedicadas al arte de la guerra y disciplinas marciales. El mismo cuenta con un apoteósico Coliseo en el centro donde se celebran la generalidad de disputas entre los Siervos de los Dioses, tanto por entretención como método de solución de conflictos conforme las Regulas Fundamentalis y estadios menores donde se realizan demás luchas.

Hachiman:  Es la deidad sintoísta de la guerra, pero también es venerado como dios de la agricultura y deidad tutelar del pueblo japonés y la Casa Imperial, otorgando felicidad y paz. Además es venerado como protector de la vida humana y en algunos templos como dios de los marineros.]

Al aparecer en el nuevo lugar se encontraron en lo alto de una colina con un simple más majestuoso mirador que dejaba apreciar lo inmenso del distrito y la infinidad de cuarteles distribuidos ordenadamente en amplios espacios.

A una parte de Uzziel le recordó al apogeo del imperio romano que alguna vez estudió.

-Mmh... Hachi está algo lejos de este lugar, en honor al tiempo usaré mi autoridad.- Expresó el pelirrojo herrero.

-Parece práctico tener adoradores.- Opinó Musashi.

-Por eso te insistíamos viejo testarudo, milagro es que sigas en este plano.

En breve un transporte escoltado por bellas guerreras aladas apareció.

-Esto es el paraíso.- expresó una seductora y lujuriosa voz en la mente del pelinegro y pálido muchacho. 

El mismo, los desplazó por los cielos hasta la morada de aquel Dios que provocaba emoción en lo profundo de parte del alma del joven.

Llegando desde lo alto, Uzziel divisó un amplio arrozal alrededor de una tradicional estructura hexagonal japonesa, granjeros podían observarse cuidando de los mismos, en la parte más alejada del centro de la estructura, guerreros de variadas armaduras practicaban con lanzas, arcos, espadas y caballos. en la siguiente algunos luchaban individualmente o en grupos y en el medio la misma era cubierta por un bello techo oscuro.

La procesión aparcó en la entrada, dejando a sus pasajeros para inmediatamente irse.

Involuntariamente Uzziel las despidió con una mano, babeando al tratar de divisar algo bajo las faldas de las hermosas damas. Recuperando el control, agito la cabeza y carraspeó.

Volviendo su vista al frente se encontró dos magníficos y gigantescos Nio de marfil a los costados de un gran portón de roble oscuro con forma de Torii que dirigían su furioso semblante a los recién llegados.

-Guíanos Musashi.- ordenó el herrero dando un empujón a la espalda del viejo.

Este se adelantó y golpeó el piso frente al portón en medio de la feroz mirada de las estatuas.

Un sonido del crujir de la madera se escuchó, al segundo la gran puerta comenzó a abrirse lentamente.

-¡El hijo pródigo...- expresó una voz

-...ha vuelto a casa! complementó otra.

-¡Bienvenido, BASTARDO!- gritó una tercera y más furiosa voz.

-¡Ups, ven chico!- el gran herrero tomó al muchacho en su hombro y se movió ágilmente a un costado.

[Una gran presión remece el área circundante]

Uzziel vio impactado como tres guerreros en tradicionales armaduras de un color carmesí se abalanzaron a su maestro. Uno con lanza con una altura sobrepasando los 2 metros, 2 con katanas de altura cercana a 170 cm., los 3 contrarrestados firmemente con el desenvaine del gran y avejentado espadachín en menos de un segundo.

El choque esparció una onda expansiva en todas direcciones, dejó marcas en el suelo circundante a los 4 combatientes y aumentó la presión sobre Uzziel quien -si bien instintivamente sentía la peligrosidad de la situación, se mantenía fuertemente agarrado del herrero por la cabellera y bigote para no caerse, con la vista puesta en el enfrentamiento.

-Un gusto verlos bien muchachos.- Dijo burlonamente el antiguo espadachín.

Los 3 atacantes retrocedieron.

-Te has mantenido bien viejo.- Dijo el más alto de los guerreros carmesíes adquiriendo una nueva postura que denotaba gran fuerza impresa en la punta de su lanza que brillaba ante el sol.

-¡Aquí...- dijo uno de los 2 espadachines con un grabado de tigre en su armadura.

-...vamos!- dijo el otro con un grabado de dragón en su armadura.

-¡Uzziel, no cierres los ojos!.- ordenó el maestro.

El gran herrero reía con los ojos fijos en la batalla.

Los tres retomaron la iniciativa.

El samurái de la lanza avanzaba por el medio dando velocísimas estocadas con su arma. El dragón y el tigre avanzaban cruzándose entre los ataques por los flancos atacando en un patrón serpenteante finamente trabajado. 

Aún frente a la incesante lluvia de ataques, Musashi se mantenía en su lugar, desviando cada uno con suma velocidad, tanto con su katana como con su wakizashi  a un ritmo demencial y con una fluidez divina.

Musashi sonreía ferozmente a la lluvia de metales afilados que se abalanzaban sobre sí con intención de herirlo mortalmente, uno tras otro.

El metal resonaba cual lluvia.

El herrero y el muchacho no pegaban un ojo tratando de ver cada encontronazo llevada a cabo por los participantes de la furiosa justa. Escasos segundos después aumentaron aún más el ritmo, Musashi se desplazó escasamente de su lugar por los poderosos e incansables golpes de sus rivales los cuales ya no solo podía desviar sino que debía esquivar.

Desde lejos daba la impresión que no se moviera pero lentamente se veía su desplazamiento.

Uzziel ya no era capaz de ver la mayoría de los golpes que se estaban gestando, la presión subió, el impacto resonó, la sed de sangre aumentó y gritos, violentos gritos se produjeron entre los 4 guerreros.

¡Ya parecía romperse el equilibrio! Pero... pararon súbitamente.

Los 4 se observaron entre agitadas respiraciones, se reverenciaron brevemente y envainaron sus armas.

-Es bueno ver que no has perdido filo Shinmen-dono. expresó el alto guerrero de la lanza dando una reverencia a la cual los guerreros del tigre y el dragón le siguieron.

-Simplemente una técnica...- comenzó uno de los otros 2.

-... ¡divina!- terminó el otro.

-Ustedes 3 han mejorado, Takeda, Uesugi.- 

Los guerreros del tigre y el dragón sonrieron y volvieron a mostrar sus respetos al humano ascendido a Dios.

-En especial tú Honda, en un par de eones quizás sea un imbatible sobre los cielos.-

-Y eso que no pude mostrar mi técnica con la espada Musashi-dono.- expresó con lastima el alto lancero rascando su nuca.

-Las manos no mienten ni la técnica traiciona cuando se es persistente.- expresó el viejo espadachín con una sonrisa.

Volundr despegó a Uzziel quien seguía firmemente agarrado de su cabellera y bigote para dejarlo en el suelo a su costado.

-Los Siervos de Hachiman presentan sus respetos al Gran Señor de la Forja nórdico!.- gritaron al unísono los 3 guerreros frente a la puerta, tras de sí innumerables guerreros dejaron brevemente su entrenamiento para seguir saludo.

-¿Quien es tu pequeño acompañantes?- consultó el llamado Honda.

-Mi primer y único discípulo, Uzziel.- presentó Musashi. Enseguida el muchacho se adelanto junto a su maestro y dio una reverencia a los 3 guerreros la cual fue respondida de igual modo.

-Con que tu eres el tal Uzzy del que Mona-chan hablaba.- Dijo Honda con una sonrisa.

-¿Conoces a Mona?

-La destrocé en nuestro ultimo enfrentamiento. Aun con la gracia de su Patrona, pensar que con su nivel podría derrotarme era irrisorio, lo que sí, dio bastantes problemas.- Recordó con ira el alto samurái y confianza con un semblante terrorífico.

Uzziel pensó en la forzuda y simple sirvienta apaleada y débil ante el villanesco guerrero.

-Después de eso tomamos un café y charlamos sobre cómo mejorar, es una chica bastante agradable.- Terminó con una amable y dulce expresión impropia de un guerrero.

-No te lo tomes a mal...- Dijo Takeda, el del tigre.

-Este tipo sigue el Bushido al pie de la letra...- complementó Uesugi, el del dragón.

-¡Pero es un buen tipo!- dijeron al unísono palmeando en la espalda a su senpai quien sonrió.

-Llegaron en mal momento si ver a Hachiman-kami es lo que desean, aunque por ser tú, Musashi, no creo que le incomode interrumpir su ocio.- expresó Honda.

-Por favor Honda.- solicitó solemnemente Musashi.

-Aunque no creo que sea tan suave como nosotros.- replicó el alto lancero. 

Los tres samuráis dirigieron una risa siniestra al grupo.

Uzziel tragó saliva.

--

Tras una marcha por los tranquilos campos de arroz que se extendían alrededor de los dominios, llegaron ante un hombre de no más de 1.80 de alto, el mismo vestía un simple yukata con sandalias de madera y un kasa de bambú simple mientras afirmaba un bastón mirando en sentido contrario a los recién llegados.

Los 3 escoltas de carmesí armadura dieron asumieron posición de dogeza presentando solemnemente sus respetos a su patrón. Uzziel sobrecogido por un impulso repentino igualmente los siguió.

El Dios Herrero reverenció a su igual.

-Gusto en saludarte, Hachi.- Dijo con semblante feliz el pelirrojo.

"Musashi... ¡¿este bastardo no va a mostrar siquiera un poco de respeto?!" pensó Hachiman con la vista fija al campo de arroz mientras sentía lo que acontecía a su espalda. Apretó aun más el pomo del bastón de madera que sostenía frente a sí.

-¿Que hay de nuevo rōjin?- Dijo Musashi.

Ante la falta de respeto del espadachín, el viejo se levantó, su vestuario se transformo en una armadura de guerra portentosa, de colores blancos y rojos con detalles dorados y su sombrero en un jingasa estupendamente decorado a juego, su bastón en shakujo de oro con hermoso grabados.

Los 4 que se encontraban en el piso inmediatamente se levantaron y colocaron en fila a un costado.

Uzziel sudó frío.

Rápidamente Hachiman dio un giro y avanzo en un flash, colocando su bastón a escasos centímetros de Musashi.

-Oe, ten un poco de respeto por el patrón de tu Casa, kuso kenshi.- Dijo con expresión amenazante y voz de yakuza.

-Ese genio de mierda es igual a como recordaba, kuso ojichan.- contestó con las manos firmemente en su espada, la que apuntaba al vientre del viejo Dios Nippon. 

-Tch! Agradece que las Regulas nos prohíben el conflicto abierto pero ya verás Dōraku.- Dijo frunciendo su seño el viejo Dios mientras alejaba el bastón.

Uzziel respiró nuevamente, al igual que los sirvientes de Hachiman.

Volundr rio brevemente tras su mano derecha.

-En el intertanto, me desagrada este ermitaño frente a mí.-

Hachiman chispeó sus dedos. 

Musashi sintió una extraña sensación de cambio.

El hasta entonces viejo de pelo largo recuperó el porte y forma de su peak. Su larga barba desapareció quedando una de pocos días, su cabello antes suelto se lucía en un moño en su nuca y tras aquella venda que cubría su frente aparecía una característica cicatriz, sus músculos recuperaron el poderío de antaño.

El ahora maduro espadachín refunfuñó brevemente apoyando un brazo en su espada y el otro dentro de su desgastado yukata.

Uzziel admiró la nueva forma de su Dios Patrono, una parte de sí le recordó a la ilustración de un manga incompleto que leyó montones de veces.

-En verdad que es útil tener devotos.- afirmó Musashi mientras apreciaba su cambio.

-No es solo por mis Devotos estúpido, es por mi autoridad cómo Patrón de tu Casa. Replicó el gran Dios.

-¿Ya que estamos, porque no ponernos algo más cómodo?- interrumpió el herrero, chasqueando sus dedos.

Hachiman afirmó y replicó el gesto.

Enseguida todos los presente vieron sus ropas modificadas en costosos trajes Valent*n*. Volundr vistió Arman*...

Uzziel se acercó a su maestro y le murmuró una pregunta que lo atormentaba.

-¿Sensei, porque no usó su autoridad para facilitarnos las cosas?

-Pasé eones en ese bosque, no sabía que se podía y mi situación es diferente a los Dioses Naturales.- Murmuró de vuelta.

Uzziel suspiró en resignación.

-Ya no estoy de humor para arar el campo, volvamos.- ordenó el Dios.

A la orden Honda silbó con gran fuerza.

En breves segundos un gran carruaje tirado por caballos llegó a su ubicación, todos subieron y se emprendió la marcha de regreso a la tradicional finca. Este avanzó raudamente hasta un patio interior previo a la zona techada donde varios guerreros efectuaban luchas en grupo e individuales con variedad de armas. Al bajarse, todos los presentes se detuvieron, observando a su Patrón, Hachiman hizo un gesto ante el cual siguieron entrenando.

El pelinegro observo los alrededores y notó que todo estaba ordenado de una forma que le resultaba armónica hasta donde alcanzaba la vista, una extraña sensación de paz se esparció sobre sí.

-El Dios y sus escoltas dirigieron al grupo de Musashi hasta un tradicional salón propio de un noble con un gran y despampanante buda de oro en una disposición simétrica a todas las decoraciones y muebles.

"mmh, a mi casa le falta una manito de pintura." Pensó Musashi mientras admiraba la sala.

Uzziel quien en un corto lapso de días ya había apreciado varias estructuras -unas mas sorprendentes que otras- trató de no demostrar en demasía su sorpresa.

Se sentaron en una gran mesa con Hachiman en la cabecera, sentado sobre un imponente sillón rojo con grabados dorados. Tras de si un gran lienzo en medio de ocho estandartes el que en vertical unos kanjis que indicaban: "Hakki-gumi"

Cada uno de los asistentes se ubicó que unas cómodas sillas ejecutivas de cuero negras.

Honda se posicionó a la derecha de su Patrono con una libreta y gafas para leer. De una caja dispuesta frente a su señor sacó dos puros uno lo lanzó a Volundr quien lo recibió contento y otro lo encendió ceremoniosamente y entregó con cuidado a su líder.

Hachiman fumó durante unos minutos, instancia en que la sala esperó en incomodo silencio, menos Volundr quien estaba relajadamente recostado con sus pies apoyados en la mesa, fumando igualmente del puro que encendió con sus dedos.

-Don Hachi, necesito hacer uso de su amistad... dentro de poco me veré envuelto en un problema con el Concejo por mi comportamiento y necesitaré el respaldo de algunos de los Grandes, lamentablemente Volundr no tiene autoridad suficiente y aunque confío en que Afrodita me respaldará no creo que surta tanto efecto en vista de lo recientemente acontecido- interrumpió nerviosamente Musashi.

El Dios le dirigió una analítica mirada antes dejar el habano en un cenicero para hablar.

-No necesitabas de mi amistad. Pero, ahora acudes a mí y me dices... Don Hachi, haz justicia. Pero no lo pides con respeto, no me ofreces amistad, ni siquiera me llamas Kami.

-Yo... solo...-

-No. Vienes a mi casa a interrumpir mi ocio y me pides que te apoye ¿Sin nada a cambio?

-S-solo pido justicia para el muchacho...

-Eso no es justicia. El muchacho vive....

-Pues entonces, que ellos sufran... como él sufre ¿Cuánto debo pagarte?

-Musashi, Musashi... ¿Por qué me tratas tan irrespetuosamente? Si vinieras a mí como amigo... los villanos que maltrataron a tu muchacho pagarían hoy mismo.

Uzziel no terminaba de entender la situación aunque igualmente se abstuvo al margen de la situación. Una parte de si recordó una película de mafiosos que había visto.

-Sabes que eso es imposible, aún con intervención del Concejo, es Regula Fundamentalis.- Intervino Volundr.

-Lo sé, solo quería seguir un dialogo que recordé. Pero como dije, esto no será gratis. Hace mucho tiempo te respaldé para que ascendieras, te di poder y tu lo despreciaste, escapaste a lo profundo de ese Bosque, te echaste a morir. Y bueno, yo tampoco te busqué.

-Al ascender aprendí, por mucho que expanda la espada, la temple y le de mil formas esta herramienta tiene solo un fin, matar. Mi karma debió llevarme al infierno, sin embargo, tú y Destino quisieron traerme aquí por sus caprichos.- recordó con dolor el espadachín.

-Renunciaste a la espada que te dio poder, fama y fortuna, que te consagró bajo y sobre los cielos y justo ¿Ahora la retomas, cómo si nada hubiera pasado?

-No niego la interferencia de Destino, menos que es sumamente antojadizo siendo que he visto al chico por poco tiempo. Pero hay una parte de él que me conmueve, una que necesita vivir y conocer mundo, una que necesita experimentar más que la derrota, otra que necesita experimentar el dulzor de la venganza, una existencia que desea ser plena a pesar de los azares de Destino. ¿Y por que no? También, tal como muchos de nosotros, creo que será sumamente interesante ver su desarrollo. Además, creo que varios aquí compartimos aprehensión por ciertos bastardos.

Los sirvientes de Hachiman y Volundr respaldaron las ultimas palabras de Musashi con un gesto afirmativo.

-Musashi, solo en vida, y pocas veces pude verte tan interesado en algo. También es cierto que deseo algo de venganza por las perdidas que me han ocasionado no sólo a mí sino a toda La Casa. El Caos se lo espera y es más que seguro que se están preparando, muchos hilos deberán ser tocados pero... necesitamos un sacrificio.

-Si puedo ver hasta el final no me molesta serlo, después de todo no tengo más que ofrecerle al chico de momento.

-Muy bien, primer tema zanjado. Tan bien deberás jurar alianza a mi casa y servicio a mi persona, en caso de requerir tus elegidos deberán luchar o hacer ciertas cosas por mí, aún cuando puedan ser peligrosas.- El viejo Dios dirigió una mirada codiciosa al joven Uzziel.

-Le tengo Fe a este joven ¿Dónde firmo?

Honda rápidamente sacó un gran documento de su saco y le fue mostrando a Musashi donde firmar con su sangre.

Tras algunos minutos, un pálido y anémico, y nuevamente avejentado Musashi, había terminado de firmar.

-Mejor prevenir que curar con este esquivo bastardo.- Dijo Hachi al recibir el contrato recién firmado mientras continuaba fumando.

-Estoy bien Uzziel-seito. Dijo el Dios espadachín recostado en la mesa haciendo un ademán con la mano izquierda.

Unos dedos chasquearon y el desgastado Dios recuperó su forma.

-Como un gesto de buena fe voy a enseñarte a usar tu autoridad divina y a ti muchacho, te concedo la marca de nuestra Casa.- Hachiman tomó su báculo y golpeó su base contra el piso.

Una ardiente sensación se marcó en las muñecas y tobillos de Uzziel, dos líneas negras y gruesas se materializaron en 4 extremidades del chico.

-Los Ocho Estandartes son muy versátiles, aprende a usarlos con técnica y eventualmente serás capaz de enfrentar a Semidioses.

Uzziel se emocionó con su nuevo regalo.

[Integridad de alma: 96%]

[21:00 del 6° día. Tiempo hasta el Sorteo de Mundos: 1 días, 3 horas, 0 minutos.]

El tiempo pasó y los sirvientes de Hachiman aprovecharon de instruir a Uzziel en el uso de la nueva habilidad, en el intertanto los Dioses hablaron con sus aliados en privado.