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Uno. La fiesta.

Estaba plácidamente dormida, cuando siento que una enorme masa cae sobre mi sorprendiéndome y haciendo que me caiga de la cama.

Lo único que pude escuchar fue una gran carcajada, adivinen de quien, si, era mi hermano Eric. Me queje porque mis piernas se habían quedado enredadas en las sabanas y tarde un poco en levantarme.

—Eric, eso no es gracioso. —le dije molesta.

—Vamos, hermanita. —dijo todavía riendo. —No te enojes en nuestro cumpleaños. —

Ahí caí en cuenta el día que era, hoy cumplíamos dieciocho.

Me levante rápidamente, me lance sobre él, haciendo que nos cayéramos al piso y lo abrace muy fuerte.

—¡Feliz cumpleaños! —le grite.

—¡Feliz cumpleaños! —me grito igual.

Me quite de encima de él y nos levantamos.

Fui corriendo hacia unos de los cajones de mi armario y saqué un regalo.

—Toma, espero que te guste. —le dije dándole la caja que estaba envuelta en un llamativo papel azul.

Lo abrió rápidamente descubriendo lo que había en él: un nuevo teléfono.

—¡Oh!, gracias, gracias, gracias. —dijo mientras me abrasaba y saltaba. —Casi se me olvida espera aquí. —

Salió corriendo de mi cuarto, para a los minutos regresar con una caja en las manos.

—Me esforcé mucho en conseguir todo eso, espero que te guste. —dijo.

Rompí rápidamente en papel rosa que lo envolvía, para después abrir la caja. Me quede sorprendida.

Era una cámara profesional aprueba de agua, un álbum y lo que más me emociono: discos de mis bandas de k-pop favoritas, Super Junior, Big Bang y Girls Generation.

—¡Aaaah! —grite con emoción.

Y por segunda vez fui a abrazarlo tan fuerte que creo que le trono algo.

—Elina…no…puedo…respirar. —dijo con dificultad.

Rápidamente lo solté.

—Oh por dios ya estaba viendo la luz. —dijo exagerado.

—No seas mentiroso fue solo un abracito. —le dije sin dejar de mirar la portada de mis discos.

—Bueno, yo ya me tengo que ir a cambiar. —dijo y salió del cuarto.

Yo rápidamente, fui a mi armario para poder escoger algo bonito. Hoy como casi todos los días en Forks, estaba nublado, pero no me importo, hoy era un día tan especial que aunque estuviera la peor tormenta, no me desanimaría.

Escogí lo usual, un pantalón negro, una blusa de manga larga blanca, una chaqueta y unos botines negros.

Cuando estaba terminando de aplicarme labial, mis padres entraron haciendo mucho ruido.

—<¡Feliz cumpleaños!> —grito mi madre.

—¡Feliz cumpleaños! —grito mi padre igual.

Los dos me abrazaron muy fuerte.

—Cada día te haces más grande… aún recuerdo cuando me pedias ayuda para sacar a los monstruos de debajo de tu cama. —dijo nostálgico.

—Ya, Appa tú sabes que siempre seré tu pequeña. —le dije dándole un abrazo.

—Bueno, hay que dejarnos de tristezas. —dijo mi madre con una sonrisa mientras me entregaba una pequeña caja de regalo. —Toma cariño, espero que te guste. —

—¿Y el de Eric? —pregunte.

—Oh cariño, el ya abrió su regalo. —dijo mi padre.

—¿Enserio? ¿Y porque no me dijo? ¿Qué le regalaron? —dije curiosa.

—Un viaje a donde el quisiera. —contesto.

Me sorprendí, y me dediqué a abrir mi regalo. Cuando abrí la caja me confundí una poco al principio, luego caí en cuanta de lo que se trataba en cuando saqué las llaves de la cajita.

—¿Un auto? —dije sorprendida.

—Si. —dijo mi madre emocionada. —Sabemos que a veces necesitas ir tu sola a lugares. —

—¡Gracias! —dije abrazándolos otra vez. —Qué bueno que ya saqué mi licencia. —

—Casi se me olvida. —dijo mi madre. —Este regalo te lo mando tu abuela. —me entrego una pequeña caja.

—Gracias, luego le llamare para agradecer. —dije.

—Bueno, nosotros ya nos tenemos que ir. —dijo mi padre.

—Oh, si es cierto. —mi madre me volvió a abrazar. —Espero que te lo pases muy bien hoy cariño. —

Mi padre también me dio un abrazo y los dos salieron de mi cuarto.

En mi familia tenemos la tradición de celebrar los cumpleaños los sábados, no importa el día que caiga, siempre lo celebramos el sábado siguiente de la fecha, como mis padres trabajan mucho y quieren celebrar bien nuestros cumpleaños lo empezaron a hacer como tradición. Como hoy era viernes quince de agosto, mañana lo celebraríamos.

Abrí el regalo que me dio mi abuela, era un hermoso collar con un dije de gota, me lo puse y me miré en el espejo.

Cuando salí de la casa ya no había ningún auto, excepto por un hermoso Nissan color negro, era igual al de mi hermano, pero más nuevo.

Subí muy emocionada, lo encendí, y coloqué uno de los nuevos discos que me había regalado Eric en el estéreo, y conduje hacia la escuela.

Cuando entré al estacionamiento de la escuela encontré a Edward apoyado contra su Volvo plateado esperándome junto con Alice que estaba a su lado.

Sonreí cuando vi a Alice esperándome allí, toda emocionada y con una pequeña caja cuadrada envuelta en papel plateado en las manos.

Me estacioné y cerré la puerta de mi nuevo auto.

Después camine hacia donde me esperaban.

Alice camino muy emocionada hacia mí.

—¡Feliz cumpleaños, Elina! —dijo mientras me abrazaba.

—Gracias, Alice. —dije sonriendo.

—¿Cuándo quieres abrir tu regalo? ¿Ahora o luego? —me pregunto mientras nos dirigíamos hacia donde estaba Edward.

—Creo que luego, ya te había dicho que no era necesario que me dieras un regalo, pero gracias de todos modos. —dije resignada pero agradecida.

—Tú sabes que no te iba a hacer caso. —dijo sonriendo angelicalmente. —¿Te gusto la cámara, el álbum y los discos de Eric? ¿Y el auto que te dieron tus padres? O pero que bonito collar, tu abuela tiene un excelente gusto. —

La miré extrañada, cuando caí en cuenta. Claro que ella iba a saber cuáles iban a hacer mis regalos de cumpleaños, Edward no era el único con un don en la familia Cullen. De seguro Alice había "Visto" lo que mis padres y Eric planeaban darme en cuanto lo decidieron.

—Si, todo fue maravilloso, y si es un hermoso collar. —

—A mí me parece una maravillosa idea, solo te haces mayor de edad una vez en la vida, así que es mejor tener bien documentada la experiencia. —

Cuando llegamos a donde estaba Edward, el cual me tomo de la mano entrelazando nuestros dedos. Me miro a los ojos y sonrió.

—Feliz cumpleaños. —me susurro mientras levantaba su mano libre y recorría el contorno de mis labios con la punta de uno de sus fríos dedos.

—Gracias. —dije igual en un susurro.

—Por un momento pensé que no disfrutarías que celebraran tu cumpleaños. —dijo Edward.

Alice y yo nos reímos al mismo tiempo, para ella después decir:

—Pues claro que lo disfruta. Se supone que hoy todo el mundo se va a portar bien con ella y la dejaran hacer lo que quiera, ¿Qué cosa mala podría ocurrir? —

—Absolutamente nada. —dije

—¿A qué hora llegaras a casa? —dijo Alice cambiando de tema mientras nos dirigíamos hacia el interior de la escuela.

—No sabía que hubiera planes, además tengo que trabajar. —dije.

Había empezado a trabajar en la tienda de deportes de los padres de Mike, no es que necesitara el dinero, más bien era que pasaba mucho tiempo en mi casa y necesitaba hacer algo si no me volvería loca, era un buen primer empleo.

—En realidad, no. —dijo Alice. —Ya hablé con la señora Newton sobre eso. Dijo que Isabella te podría cubrir y que te deseara un feliz cumpleaños. —

—Oh…Bueno eso arregla todo. — dije sorprendida.

—La llevare desde su casa justo después de que terminemos las clases. —dijo Edward contestando la pregunta que había hecho Alice. —La llevare a eso de las siete, les dará más tiempo de organizarlo todo. —

Alice soltó una risita.

—Eso suena bien. ¡Te veré esta noche, Elina! Te la pasaras genial. —dijo Alice con una enorme sonrisa, me pellizco una mejilla y salió disparada hacia su clase.

Caminamos hacia la clase que nos tocaba, nadie se molestó en mirarnos mientras nos sentábamos al final del aula en nuestros asientos de costumbre. Edward y yo llevábamos de novios demasiado tiempo como para ser objeto de habladurías. Ni siquiera Mike Newton se molestó en dirigirme la acostumbrada mirada desconsolada que siempre me daba antes, lo que me alegraba ya que ahora me sonreía, había aceptado que solo podíamos ser amigos. La que creo que no se había acostumbrado era Isabella Swan, siempre me daba la misma miraba de envidia y de enojo. Me había enterado por Jessica, que ella gustaba de Edward, lo cual era bastante obvio, pero la verdad no me importo. Lo único malo con ella era que era mi compañera de trabajo, había empezado a trabajar una semana después de que yo entrara, solo se la pasaba dándome miradas envenenadas. No le di importancia a su actitud, porque no me había hecho nada malo, pero si cruzaba esa línea, ahí es donde ella tendría que cuidarse.

Conforme pasaba el día, me iba entusiasmando con lo que estuvieran preparando los Cullen para mi esa noche. Solo esperaba que no exageraran con los regalos, ya les había dicho que no me importaba si no me regalaban nada.

En la hora del almuerzo se había notado una diferencia. Como los Cullen más mayores se habían graduado, Alice y Edward ya no intimidaban demasiado, ya no se sentaban solos en la mesa habitual, ahora nos sentábamos con mis otros amigos: Mike y Jessica (que estaban en la incómoda fase de la amistan después de la ruptura), Angela y Ben (que aún seguían saliendo después del verano), mi hermano Eric, Conner, Tyler, Lauren e Isabella (aunque esta última no entraba en la categoría de amiga), se sentaban todos en la misma mesa, pero al otro lado de una línea invisible. Esa línea se disolvía en los días soleados, cuando Edward y Alice no asistían a clase. Entonces las conversaciones fluían sin esfuerzo.

Las clases pasaron rápido y Edward me acompañó al coche, pero abriéndome la puerta del copiloto. Alice debió llevarse su auto.

—¿Qué haces? —pregunté.

—Llevarte a tu casa. —dijo y me hizo un ademan con la mano para que me subiera.

—Nada de eso, cariño. Es mi auto nuevo, así que yo conduzco, lo siento. —dije con una sonrisa.

Lo rodeé para yo misma abrir la puerta del conductor y subirme.

—¿No piensas subir? —pregunté cuando lo vi aun parado sosteniendo la puerta.

Solo sonrío y subió al auto.

Al estacionarme en la entrada de mi casa, baje del auto sin esperar a que Edward me abriera la puerta. Iba a caminar hacia la puerta de la casa cuando siento como Edward me toma de la muñeca y me voltea para quedar frente a él, me sonrío y me toco con mucho cuidado, paseando las puntas de sus dedos por mis sienes, mis pómulos y la línea de la mandíbula, luego se inclinó hacia mí y presiono sus fríos labios contra los míos, yo solo atine a pasar mis brazos por detrás de su cuello.

El beso no duro mucho, Edward había establecido con cuidado los limites exactos de nuestro contacto físico a fin de mantenerme viva. Y respetaba eso, pero se me olvidaba cada vez que me besaba.

—Pórtate bien, por favor. —suspiro contra mi mejilla. Dio un último beso rápido y se separó de mí, hice un puchero ante su acción.

—Está bien, me portare bien. —dije guiñándole un ojo de manera juguetona.

Solo negó con la cabeza divertido.

—Anda. —dije apurándolo para caminar hacia la casa. —Que vamos a ver Romeo y Julieta. —

—Tus deseos son órdenes. —dijo abriéndome la puerta de la entrada.

Pase y el cerro la puerta detrás de él mientras yo caminaba hacia la sala de estar para poner la película y adelantar los créditos del principio. Cuando mire hacia Edward él ya estaba sentado en el sofá que da directo hacia la televisión, camine hacia él, me envolvió la cintura con sus brazos y me puso en sus piernas cuando me senté junto a él en el sofá, tomo la manta gruesa y calientita que estaba doblada sobre el sofá y me envolvió con ella para que no me congelara con lo frio de su cuerpo.

—¿Sabes? Romeo no me cae nada bien. —comento cuando comenzó la película.

—¿Qué tienes en su contra? —pregunte.

—En primer lugar, está enamorado de esa Rosalina, ¿No te parece un poco voluble? Y luego, unos pocos minutos después de su boda, mata al primo de Julieta. No es precisamente un rasgo de brillantez. Va sumando un error tras otro. ¿Habría alguna otra manera de que destruyera su felicidad de forma más completa? —

—Si quieres la quito. —

—No te preocupes cariño, de todos modos te estoy poniendo más atención a ti que a la película. —confeso mientras acariciaba con su nariz mi cuello dándome escalofríos. —¿Te va a hacer llorar la película? —

—No creo. —dije

Y lo cumplí, no porque la película no fuera emotiva porque es todo lo contrario, más bien no lloré porque en la mayor parte de la película Edward estuvo captando más mi atención, susurrándome al oído los diálogos de Romeo con su irresistible voz.

Cuando llegamos a la escena donde Julieta despierta y se encuentra a su flamante esposo muerto Edward comento:

—Debo admitir que le tengo una especie de envidia. —dijo.

—¿Qué cosa envidias? —no había entendido.

—La facilidad para suicidarse. —dijo burlón. —¡Ustedes los humanos la tienen fácil! Todo lo que tienen que hacer en tomarse un frasquito de extracto de plantas…—

—¿Por qué dices eso? —dije volteando a verlo con el ceño fruncido.

—Es algo que tuve que plantearme una vez, y se por la experiencia de Carlisle que no es nada sencillo. Ni siquiera estoy seguro de cuantas maneras de matarse probo Carlisle al principio, cuando supo que se había convertido…—su voz que antes era seria, se volvió ligera otra vez. —Y no cabe duda de que sigue teniendo una salud excelente. —

—¿Qué quieres decir con eso de que tuviste que plantearlo una vez? —pregunte seria.

—La primavera pasada, cuando tu casi… cuando casi te mataron…—hiso una pausa. —Claro que estaba concentrado en encontrarte con vida, pero una parte de mi mente estaba elaborando un plan de emergencia por si las cosas no salían bien. Y como te decía, no es fácil para mí como para un humano. —

Los recuerdos de mi última visita a Nueva York llegaron a mi cabeza. Yo haciendo un plan para acabar con James, el esperándome en esa habitación, casi matándome por poco. Inconscientemente lleve mi mano hacia la cicatriz en forma de media luna en mi muñeca.

—¿Cómo que un plan de emergencia? —pregunte.

—Bueno, no estaba dispuesto a vivir—dijo obvio mientras rodaba los ojos. —Aunque no estaba seguro de cómo hacerlo. Tenía claro que ni Emmett ni Jasper me ayudarían… así que pensé que lo mejor sería irme a Italia y hacer algo que molestara a los Vulturis. —

Lo que me dijo hizo que poco a poco me fuera enojando, no podía creer que si algo me pasara fuera tan estúpido como para pensar en quitarse la vida.

—¿Vulturis? —pregunté.

—Son una familia. Una familia antigua y muy poderosa de nuestra clase. En nuestro mundo, supongo que son lo más cercano que hay a la realeza. Carlisle vivió con ellos algún tiempo durante sus primeros años, en Italia, antes de venir a América. ¿No recuerdas la historia? —

—Si, si la recuerdo. —

—De cualquier modo, lo mejor es no irritar a los Vulturis. —continuo Edward. —No a menos que desees morir, o lo que sea que nosotros hagamos. —

Tome su rostro entre mis manos y lo aprete fuerte para que me mirara a los ojos.

—¡Como puede ser posible que pienses en el suicidio si algo me pasa! —explote. —¡Nunca, óyeme, nunca vuelvas a pensar en semejante estupidez! ¡No importa si algo me ocurre, no puedes hacerte daño a ti mismo! —

—No volveré a ponerte en peligro jamás, así que eso es un punto indiscutible. —

—¡¿Ponerme en peligro?! ¿Pero qué tonterías dices esos fueron accidente? —

—Accidentes que pude haber prevenido si estaba más atento. —dijo.

Repentinamente me sentó a su lado, sin dejar de tomar mi mano, y tomo una postura más formal.

—¿Mis padres? —

—Solo tu padre. —dijo Edward.

Poco después escuché el sonido del auto entrando por el camino, para nada solté su mano, es el único contacto que mi padre toleraba.

Mi padre entro con una caja de pizza en las manos.

—Hola chicos. —me sonrió. —Supuse que como tu madre no va a llegar temprano, pensé que sería conveniente traer comida. ¿Tienen hambre? —

—Si, gracias, Appa. —

Mi padre no hizo ningún comentario sobre la falta de apetito de Edward, estaba acostumbrado que nunca comiera con nosotros, además no es como si mi padre fuera muy amable con él, solo era cortes porque si no mi madre lo regañaba y mi madre enojada da mucho miedo.

—¿Le importaría si me llevo a Elina esta tarde? —pregunto Edward cuando mi padre y yo terminamos.

—No estoy seguro, es su cumpleaños y lo tiene que pasar en familia. —dijo serio.

Edward no supo que contestar y me miro pidiendo ayuda.

—Appa, tú sabes muy bien que los cumpleaños los celebramos los sábados, aparte ¿No tenías un partido que ver hoy? —

—Si, se me olvidaba ese pequeño detalle. —dijo inocente.

—Entonces, ¿Si puedo ir? —pregunte.

—Si, Elina, diviértete. —dijo a regañadientes.

—Gracias, Appa, Te quiero mucho. —le dije y le di un beso en la mejilla.

—Si, sí, yo también te quiero. —dijo con una sonrisa y camino hacia la sala.

Nos despedimos de mi padre y Edward tomo mi mano para ir hacia mi auto, abrió la puerta del copiloto y esta vez no dije nada, todavía me costaba un poco encontrar el camino hacia su casa de noche.

—Espero que te guste todo lo que preparamos para ti. —dijo con una sonrisa mientras se adentraba a la carretera. —El ultimo cumpleaños que celebramos fue el de Emmett en 1935. —

—Claro que disfrutare, mientras no me den regalos demasiado caros todo bien, porque me encantan las fiestas y más si es por mi cumpleaños. —

El resto del camino seguido con un silencio cómodo.

Cuando llegamos a la casa, las luces brillaban con fuerza atreves de las ventanas del primer y segundo piso, había farolitos de papel colgados en el porche y una hilera de maceteros con rosas que conducían hacia la puerta principal.

—Wow. —fue lo único que pude decir.

Edward me ayudo a salir del auto y me llevo hacia la puerta principal.

Todos estaban esperando en el enorme salón blanco. Me saludaron con un "Feliz cumpleaños, Elina", a coro y en voz alta.

Les di una gran sonrisa.

Mire las decoraciones que supongo había puesto Alice, había cubierto toda superficie plana con velas rosadas y había docenas de jarrones de cristal con rosas. Cerca del piano de Edward había una mesa con mantel blanco y encima un pastel rosa, con decoración de rosas.

Los padres de Edward, Carlisle y Esme siendo los más próximos a la puerta fueron los primeros en felicitarme, Esme me dio una gran sonrisa y me abrazo.

—Siento todo esto, Elina. —me susurro. —No pudimos contener a Alice. —

—No importa, esto me encanta, esta todo tan bonito, gracias por todo. —dije dándoles una sonrisa.

Lo siguientes en felicitarme fueron Rosalie y Emmett. Ella tenía un tenue sonrisa a diferencia de Emmett que me daba una muy grande. Habían pasado meses desde la última vez que los había visto. Rosalie y yo no éramos las mejores amigas pero todo era cordial entre nosotras.

—Felicidades. —dijo Rosalie desde su lugar.

—Gracias. —dije.

—No has cambiado nada. —dijo burlonamente Emmett. —Esperaba ver un cambio, pero sigues igual de enana. —

—Ja, ja. —me reí con sarcasmo. —Muy gracioso Emmett. —

Él se rio.

—Debo salir un minuto. —dijo dándole un guiño a Alice. —No hagas nada divertido en mi ausencia. —

—Lo intentare. —

Alice soltó la mano de Jasper y salto hacia mí, Jasper también sonreía, pero mantenía su distancia.

—Vengan ustedes dos, rápido. —dijo Alice jalándonos a Edward y mi hacia un lugar donde se miraba un fondo lleno de rosas. —Vamos Edward sabes lo que quiero hacer, vamos júntense. —Edward me abrazo por la cintura, yo no sabía que estaban haciendo hasta que vi mi cámara en las manos de Alice. —Espero que no te moleste Elina. —

—No, para nada toma todas las que quieras. —dije mientras abrasaba a Edward y sonreía a la cámara.

—Muy bien… sonrían. —dijo.

Pasamos un rato tomando fotos a petición de Alice.

—Muy bien, hora de los regalos. —dijo dando saltitos, tomándome del codo y llevándome hacia la mesa donde estaba el pastel y los regalos.

—Les dije que no era necesario regalos. —dije apenada, mientras ella me daba una gran caja cuadrada y plateada.

—No te escuche. —dijo mientras preparaba la cámara para tomar la foto. —Ábrelo. —

La caja era ligera como si no tuviera nada, quite el papel para mirar lo que contenía.

Era un aparato electrónico que nunca había visto, abrí la caja para ver que se trataba pero resulto que estaba vacía.

—Mmm…gracias. —

Jasper y Rosalie rieron por mi reacción.

—Es un estéreo para tu nuevo coche, no sabíamos si el que tenía iba a estar bien. Emmet lo está instalando. —

—Oh…Gracias Jasper, Rosalie. —yo creo que no era necesario, pero les agradecí de todas formas. —Gracias, Emmett. —dije en voz alta.

Solo alcance a escuchar su risa explosiva como respuesta.

—Abre ahora el de Edward y el mío. —dijo Alice totalmente emocionada dándome un paquete pequeño, cuadrado y plano.

—¡Justo a tiempo! —dijo Emmett apareciendo por la puerta.

Mire el paquete, dándole una mirada a Edward mientras deslizaba el dedo por el papel para abrirlo.

—Pero que idiota. —dije cuando el papel corto mi dedo.

Lo levante para poder mirar la herida, solo había salido una pequeña gota.

Entonces todo se descontrolo.

—¡No! —rugió Edward.

Me apartó rápidamente del camino de un descontrolado Jasper, haciendo que me tambaleara y callera sobre un motón de vidrios, sentí un dolor agudo en el brazo, mi chamarra se había desgarrado y los vidrios pudieron pasar, rápidamente me quite la chamarra e intente envolver mi brazo para que el olor fuera menos potente, pero yo sabía que todo era en vano, cuando levante la vista, tenía a seis vampiros mirándome con sus ojos negros por el hambre.