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Tres. Razones.

El sol estaba oculto entre la nubes que no había forma de decir si ya era de día o no. Estaba tan desorientada después de un vuelo tan largo. Me tomo por sorpresa empezar a ver los primeros arboles del bosque, eso me dijo que ya estábamos más cerca de casa.

—Llevas mucho tiempo callada. —dijo Edward. —¿Te mareo el vuelo? —

—No, más bien estoy cansada. —

—¿Te entristeció la despedida? —

—No tanto como pensé que me iba a poner. —me sincere.

—Tu abuela tiene una mente muy enérgica y alegre, por un momento pensé que estaba viendo la mente de alguien más joven. —

—Si, eso es lo que me agrada de ella, antes de enfermase nadie la podía parar, creo que como ya supero esa parte volvió a como era antes y eso me gusta. —

Aún recuerdo como al instante en el que tocamos el timbre de la casa de mi abuela ella había salido totalmente sonriendo y emocionada de tenerme de nuevo ahí. Se mostro totalmente sorprendida de ver a Edward a un lado mío, nunca voy a poder olvidar su cara de sorpresa al ver que él la saludaba en coreano.

Esa mañana habíamos ido a dar un paseo al nuevo parque en donde ella se reúne con sus amigas. Quería enseñarme todas las cosas bonitas que había en ese lugar. También quería hablar en privado conmigo y esto le ponía las cosas más fáciles. Edward había puesto de escusa un trabajo de la escuela que tenía que hacer permitiéndole así quedarse en la casa en el día.

Aún recuerdo todo lo que me dijo…

Mi abuela y yo caminábamos por el sendero de caminata.

—<¿Elina?> —me pregunto mi abuela mientras miraba el pequeño lago artificial que había enfrente de nosotras.

—<¿Si, abuela?> —

—<Me alegra…>—

—<¿Qué cosa?> —pregunte.

—<Me alegra tu relación con Edward.> —

Me miro con una suave sonrisa.

—<¿Enserio?> —pregunte.

—<Si, aunque van un poco rápido y serio de lo que pensaba.> —continuo.

Recordé los días anteriores donde Edward y yo apenas habíamos interactuado enfrente de mi abuela para no faltarle al respeto.

—<Hay algo en la forma en que se tratan.> —murmuro. —<Te mira de una forma tan…protectora. Es como si estuviera dispuesto a interponerse delante de una bala para salvarte.> —

Solté una suave risita.

—<¿Y eso es malo?> —

—<No.> —me volvió a sonreír. —<Simplemente es diferente. El siente algo muy intenso por ti…y muy delicado.> —

Sonreí por sus palabras.

—<Y no solo es él.> —continuo. —<Me gustaría que pudieras ver como eres estando junto a él.> —

—<¿A qué te refieres?> —

—<Yo sé que estas enojada con el pequeña. Y no sé qué habrá hecho ese muchacho pero por más que quieras aparentar indiferencia y enojo tu mirada no te lo permite, en ella sola hay amor, es como si fueran imanes, él se mueve y tú te mueves, tú te mueves y él te sigue.> —

—<Creo que has visto muchos doramas, abuela.> —dije soltando una risita nerviosa e intentando de esconder mis mejillas sonrojadas.

—<No digas tonterías, mi niña.> —

—<Los doramas pueden hacer que una persona vea amor y drama en todas partes.> —dije intentando convencerla.

—<No digo ninguna tontería, ¿Sabes porque te digo todo esto?> —me pregunto y yo negué. —<Por que como él te ve es como tu abuelo me miraba y es como tu padre ve a tu madre.> —

Sonreí al recordar sus miradas de amor puro.

Después de esa pequeña platica me tomo de la mano y regresamos a casa. Se miraba feliz, aunque el abuelo ya no estaba con nosotros, ella me había dicho que no se sentía sola y triste ya que ella lo podía sentir en su corazón.

Al final supe que tendría que pensar muy bien en lo que me había dicho.

Los dedos fríos de Edward se deslizaron por mi mejilla. Le devolví la mirada, adormilada, no había sentido cuando me dormí.

—Ya llegamos a casa, dormilona. Hora de despertarse. —

Nos habíamos detenido enfrente de mi casa. mientras miraba la entrada me di cuenta de que la cortina de la ventana de la sala se movía.

Mi madre estaba impaciente para que entrara y le contara con lujo de detalles mi viaje.

Mi maleta era un tanto pequeña pero un Edward totalmente tenso insistió en llevarla, se me hizo extraño que estuviera tan tenso.

Mis padres nos abrieron la puerta.

—<¡Bienvenida a casa, mi niña!> —grito mi madre, dándome un fuerte abrazo. —¿Qué tal todo allá en Seúl? —

—Hermoso como siempre, la abuela les manda saludos. ¿Y Eric? —pregunte.

—Aprovecho su regalo de cumpleaños y se fue con sus amigos de viaje a Alemania. —contesto mi madre. —Llegan mañana en la noche. —

—Oh, siempre he querido ir a Alemania y además faltara a clases. —dije desaminada.

Caminamos hacia la sala.

—¿Tu abuela no te intento retener más tiempo? —pregunto mi padre.

—De hecho no. —

Los ojos de mi padre se clavaron en Edward.

—Oh muchacho, no te había visto. —dijo haciéndose el sorprendido. —¿La pasaste bien? —pregunto de forma educadamente forzada.

—Si. —dijo sereno. —La abuela de Elina es muy hospitalaria. —

—Mmm… me alegro de que te divirtieras. —dijo sonriendo forzadamente.

Mi padre me abrazo.

—Te extrañe mucho, mi pequeño bebé. —dijo mi padre en mi oído.

Me sonroje por el apodo meloso.

—Yo también te extrañe mucho. —dije devolviendo el abrazo.

—Oh cariño antes de que se me olvide, ¿Podrías llamar a Jacob? ha estado insistiendo cada cinco minutos desde la seis de la mañana. Le prometí de que le llamarías en cuanto pudieras. —dijo mi madre.

Pude ver como Edward se volvía a tensar. Así que esto era la causa.

—¿Enserio quiere hablar conmigo? —pregunte.

—Si, no me dijo de que se trataba, solo dijo que era importante. —

El teléfono sonó.

—Apuesto a que es el otra vez. —murmuro mi padre.

—Yo contestare. —dije mientras caminaba hacia el teléfono de la cocina.

Edward me siguió de cerca y mis padres se quedaron en la sala viendo una película. Agarre el teléfono a la mitad de un timbrazo y pulse el botón para contestar.

—¿Hola? —

—Regresaste. —dijo Jacob.

Con tan solo oír su voz miles de recuerdos de nosotros en la playa y en diferentes lugares aparecieron en mi mente.

—Claro. —dije obvia.

—¿Por qué no me llamaste? —

—Porque apenas acabo de llegar. —

—Oh, bueno. —

—Bueno, y dime, ¿Porque tanta la insistencia? Ya estabas poniendo de nervios a mis padres. —

—Necesito hablar contigo. —

—Eso ya lo sé, ¿Qué quieres decirme? —

Hizo una pausa.

—¿Vas mañana a clases? —

—Si, ¿Por qué no lo haría? —pregunte.

—Por nada, solo preguntaba por curiosidad. —

Otra pausa.

—¿Y de que querías hablar? —pregunte.

—Nada en especial. Solo… quería escuchar tu voz. —

—Oh lo entiendo, me alegra que hayas llamado, ya me hacía falta hablar con mi ami…—

—Me tengo que ir. —dijo interrumpiéndome.

—¿Qué? —

—Te llamare después, ¿Esta bien? —

—Oh…esta bie…—corto la llamada. —Adiós a ti también. —dije con sarcasmo.

—¿Todo bien? —pregunto Edward en voz baja.

Voltee a verlo.

—Creo, la verdad no sé de qué quería hablar, al final no me dijo nada. —

—Bueno, tú lo conoces más que yo. —

—Cierto. —

Después de unos minutos Edward dijo que tenía que dejar su maleta en su casa y que en unos minutos se reunía conmigo en mi habitación. Lo despedí, les dije a mis padres que estaba cansada y subí a mi cuarto para desempacar la ropa que no había usado y poner en el cesto de ropa sucia la que sí.

Edward ya estaba ahí cuando termine de arreglar todo, nos quedamos abrazados en mi cama, mientras mi cerebro estaba a todo lo queda pensando en lo que me había dicho Jacob. Su pregunta sobre la escuela era totalmente la clave de todo este asunto, ¿Por qué le preocupaba tanto si faltaba o asistía a clases? Mi cerebro estaba lo suficientemente agotado como para pensar en alguna idea que fuera factible, ¿Qué podría pasar en tres días como para que insistiera tanto en hablar conmigo? Y de repente lo supe.

Me solté del abrazo de Edward y me senté en la cama totalmente helada.

Edward se sentó y me puso en su regazo, pasando sus brazos por mi cintura y pegando sus labios a mi oreja.

—¿Qué pasa? —

Negué con la cabeza.

En tres días podían cambiar muchas cosas. ¿Por eso me preguntaba si iría a la escuela? Tres días es lo que dura la trasformación. Talvez mi padre le había comentado a Billy que no me encontraría en esos días. ¿Billy habría llegado a la conclusión por sí mismo? ¿Acaso Billy le había dicho a Jacob? ¿Y si Jacob fue mandado por Sam para averiguar si el tratado se había roto? Pero aparte de todas esas preguntas una estaba más iluminada en mi cabeza ¿Acaso el pensaría que si ese fuera el caso, me acercaría a mi familia y a la demás gente para ponerla en peligro?

Edward me sacudió.

—¿Elina, cariño? —

—Solo quería comprobar…—dije en un susurro. —Saber si aún era humana. —

Edward se puso rígido y siseo.

—En algún momento tendremos que irnos, no podemos romper el tratado. Nunca podremos regresar. —susurre.

Me abrazo con más fuerza.

—Lo sé, cariño, pero no pienses en eso ahora, todavía falta mucho para llegar a eso. —dijo.

Edward me acostó y arropo, para después cantarme mi nana.

Me quede dormida en un instante.

Al siguiente día me desperté e hice mi rutina para antes de ir a la escuela, bajé a desayunar algo y esperar a que Edward pasara por mí. Cuando llego me subí a su auto y nos encaminamos rumbo a la escuela.

—Si te pido que hagas algo, ¿Confiarías en mí? —me pregunto Edward.

Casi habíamos llegado a la escuela. Él estaba relajado hasta hace unos momentos, cuando de pronto apretó sus manos contra el volante controlando su fuerza para no romperlo.

—Depende. —conteste.

Entro al estacionamiento de la escuela.

—Sabía que dirías eso. —

—¿Por qué? ¿Qué quieres que haga? —

—Quiero que te quedes en el auto. —se estaciono en el lugar de siempre y apago el motor. —Quiero que te quedes aquí hasta que regrese por ti. —

En ese momento lo vi. Bueno, no era difícil de no ver ya que sobresalía entre tantas personas, estaba recargado en su moto negra en la acera de forma ilegal.

—Anoche apresuraste tus suposiciones. Te pregunto sobre la escuela porque sabía que yo estaría donde tu estuvieras. Busca un lugar seguro donde poder hablar conmigo. Un lugar con testigos. —me murmuro Edward.

Voltee a ver a Jacob que tenía cara de pocos amigos, igual a la de Sam.

—No me voy a quedar aquí. —dije y me bajé del auto.

—Por supuesto que no. Bueno, terminemos con esto. —dijo.

El rostro de Jacob se endureció mientras más avanzábamos hacia él.

También vi como los rostros de mis demás compañeros volteaban a ver a Jacob y con cierta sorpresa pude ver que se les hacía alguien peligroso.

Edward se detuvo a unos metros de Jacob, me imaginaba que sería incómodo para el estar cerca de un licántropo. Me tomo de la mano y me puso atrás de él tapando casi todo mi cuerpo.

—Pudiste habernos llamado. —dijo Edward con voz dura.

—Lo siento. No tengo sanguijuelas agendadas. —contesto Jacob con desprecio.

—También pudimos haber hablado en casa de Elina. —la mandíbula de Jacob se apretó y frunció el ceño. —Este no es un lugar apropiado, Jacob. ¿Podríamos discutirlo luego? —

—Está bien, pasare por tu cripta cuando acaben las clases. ¿Qué tiene de malo hablar en este momento? —

Edward miro alrededor y puso la mirada en aquellas personas que estaban lo suficientemente cerca como para escuchar su conversación. Pude ver como Tyler Crowley le daba un codazo a Austin Marks y ambos dejaban de caminar.

—Ya sé lo que vienes a decirme. —dijo Edward en un susurro apenas audible para Jacob. —Mensaje recibido. Considéranos avisados. —

—¿De qué me estoy perdiendo? —pregunte.

—¿No se lo has dicho? —dijo Jacob con sorpresa. —¿Qué? ¿Tienes miedo de que se ponga de nuestro lado? —

—Basta, Jacob, por favor. —dijo Edward.

—¿Por qué? —desafío Jacob.

—No importa quien pero quiero que me digan lo que me ocultan, ahora. —dije severa.

Ninguno dijo nada.

Voltee a ver a Edward para que me dijera, pero este se encontraba con la mirada severa en Jacob.

—¿Van a hablar? ¿Jake? —dije mirándolo.

—¿No te ha dicho que ese…hermano gigante que tiene cruzo la línea el sábado por la noche? —pregunto con sarcasmo. Entonces miro a Edward. —Paul estaba en todo su derecho de…—

—¡Es tierra de nadie! —gruño Edward.

—¡No es así! —contesto del mismo modo Jacob.

Jacob estaba completamente enojado, le temblaba todo el cuerpo, inhalo dos veces y se calmó un poco.

—¿Qué? ¿Emmett y Paul? ¿Alguien salió herido? —pregunte.

—No hubo lucha. Nadie salió herido, no te preocupes. —me calmo Edward.

Jacob nos miró con incredulidad.

—No le has dicho nada, ¿Verdad? ¿Tanto miedo te da? O ¿Acaso ese es tu modo de mantenerla apartada? Por eso ella no sabe…—

—Ya lárgate. —lo interrumpió Edward, pude ver como su rostro se tornaba amenazador y terrorífico. Fue la primera vez que lo mire como era… un vampiro.

Jacob lo miro aburrido con la cejas levantadas, no se movió ni un centímetro.

—¿Por qué no se lo has dicho? —

En ese momento me plante la idea de irme y dejarlos ahí, pero había algo que Edward no quería que supiera y yo como toda una chica terca quería saber. Era algo que Jacob por ningún motivo me ocultaría. Algo que estaba segura de que sería lo suficiente peligroso para que los Cullen y los licántropos estuvieran lo suficientemente cerca.

En un momento de entendimiento sentí como si estuviera temblando, pero era el suelo, era yo la que comenzó a temblar cuando un nombre llego de repente a mi mente.

—Ella regreso, y viene por mí. —dije en hilo de voz.

Victoria no se rendiría hasta que acabara conmigo. Siempre repitiendo el mismo patrón, hasta que pudiera lograr encontrar un brecha por la cual entrar y matarme.

Edward me apretó sobre su cuerpo en forma de consuelo.

—No pasara nada, cariño. No dejare que se te acerque, no pasara nada. — me susurro.

Luego volteo a ver a Jacob.

—¿Esto contesta tu pregunta, perro? ¿Acaso la querías ver así? —

—Ella tiene derecho a saberlo, ¿No? Después de todo es su vida. —lo reto Jacob.

—¿Para qué? ¿Para vivir temiendo? ¿Por qué temer si nunca ha estado en peligro? —

—Mejor asustada que ignorante. —

Como pude me calmé, pero algunas lágrimas que intentaba retener cayeron por mis mejillas. Edward paso sus dedos para poder limpiarlas.

—¿Enserio crees que lastimarla es mejor que protegerla? —murmuro Edward.

—Ella es más fuerte de lo que crees. —dijo Jacob. —Y ha pasado por cosas peores. —

De repente el rostro de Jacob cambio de expresión y fijo su mirada en Edward, el cual solo se dedicó a hacer una mirada de dolor para después con esfuerzo a volver a recomponerse.

—No sé qué le estés haciendo, Jacob, pero detente. —le dije enojada.

—No es nada, Elina. —me dijo con una suave sonrisa, para después voltear a Jacob. —Yo sé que ella es fuerte no necesitas hacer lo que estás haciendo. —

—Ja, que delicado, pero no es mi problema si no te gustan mis recuerdos. —Jacob se encogió de hombros.

—El director viene hacia acá para para echar a los merodeadores de la propiedad de la escuela. —murmuro Edward. —Elina, ve a clase, no quiero que quedes involucrada en esto. —

—Wow, que sobreprotector, ¿No? —me dijo Jacob. —Un poco de rebeldía hace que la vida sea divertida. Adivino ¿No deja que te diviertas? —

—Cállate, ¿Sí? —le dije.

El solo se rio.

—Huy, eso sonó a que no. Oye, si alguna vez quieres volver a vivir la vida, ven a verme. Te puedo dejar montar mi moto. —dijo con aire juguetón y me guiño un ojo.

—{Acaso…eso fue…doble sentido.} —pensé.

—Jake, por favor cállate. —dije haciendo una mueca.

—Ya, ya, creo que me equivoque en eso de no ser amigos. Tal vez podamos intentar de nuevo ser amigos. —dijo esta vez sin juegos.

—No lo sé, Jake. —murmure.

—Vamos, Elina, te he extrañado todos estos días. Las cosas ya no son lo mismo. —dijo Jake, pero cuando vio que no conteste nada siguió hablando. —Bueno, después de todo no importa, ¿Verdad? Supongo que sobreviviré solo ¿Quién necesita amigos? —hizo una mueca de dolor que disimulo.

Edward me abrazo más a él.

—Vamos, a clase. —la voz del director sonó a nuestras espaldas. —Muévase, señor Crowley. —

—Ve a clases, Jake. —susurre apurada para que se fuera rápido.

Edward me soltó, pero me tomo de la mano.

El director cruzo entre la multitud de chismosos.

—¡Dije que basta! —amenazo. —Cuando de la vuelta quiero que todos se hayan ido, si no castigare al que se encuentre aquí mirando. —

Prácticamente todos casi corrieron antes de que acabara la frase.

—Ah, señor Cullen, ¿Qué ocurre aquí? ¿Algún problema? —

—Ninguno, señor Greene, ya ibas de camino a clase. —

—Excelente. Creo que no conozco a su amigo. —dijo el señor Greene mirando severamente a Jacob. —¿Usted estudia aquí? —

—No. —dijo Jacob con una sonrisa orgullosa y burlona.

—Entonces le recomiendo que salga de la propiedad de la escuela, o me veré en la necesidad de llamar a la policía. —dijo serio el director.

Jacob sonrió más y dijo un: "Si, señor", se montó en su moto y pateo el pedal de arranque. La motocicleta soltó un rugido ensordecedor y las llantas chirriaron cuando Jacob acelero.

El señor Greene rechino los dientes mientras observaba como se iba Jacob.

—Señor Cullen, señorita Yorkie, espero que hablen con su amigo para que no vuelva a invadir propiedad privada. —

—No es mi amigo, señor Greene, pero le hare saber el mensaje. —contesto Edward antes de que pudiera decir algo.

—Bien entonces, a clase, los dos. —dijo el director.

Asentimos y caminamos hacia el edificio donde se encontraba el salón de lengua.

—¿Te sientes mejor? —me pregunto Edward.

—Si, solo un poco cansada. —dije para después entrar al salón.

Suspire.

Estos días serian completamente largos y cansados.