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Treinta y cinco. Y vivieron felices para siempre.

—Fueron varias cosas, pero al final todo fue por Elina. —explicó Edward. 

Todos estábamos reunidos en la sala de la casa grande. 

Vladimir y Stefan habían ido justo cuando estábamos celebrábamos. Ambos estaban muy decepcionados por como terminaron las cosas, aunque Edward había dicho que habían disfrutado ver la cobardía de los Vulturis como para no estar tan enojados.

Benjamín y Tia rápidamente comenzaron a seguir el rastro de Amun y Kebi, ansiosos por decirles como había terminado todo. 

Los nómadas también se habían ido de inmediato. Solo que antes Peter y Charlotte, platicaron un rato con Jasper antes de irse. 

Las amazonas también se miraban con ganas de irse lo antes posible, se notaba que extrañaban estar rodeadas de su amada selva. 

—Deben de ir a visitarnos. —me dijo Zafrina. —Prométemelo, jovencita. —

—Lo prometo, Zafrina. —conteste.

—Seremos grandes amigos. —dijo ella hablando esta vez con mis hijos antes de irse con sus compañeras de aquelarre. 

—Bien hecho, Siobhan. —felicito Carlisle a la jefe del aquelarre irlandés. 

—El poder de las ilusiones vacías... —dijo ella con sarcasmo mientras ponía los ojos en blanco. —Por supuesto, esto no ha terminado. Los Vulturis no van a dejar pasar esto. —

—Se han llevado un buen susto y su confianza ha disminuido, pero sí, estoy seguro de que algún día se recobrarán del golpe y entonces imagino que intentarán cazarnos por separado... —dijo Edward, el cual era el único que podía saber con seguridad que era lo que pensaban. 

—Alice nos avisará cuando intenten hacerlo. —dijo Siobhan. —Y volveremos a reunimos en tal caso. Tal vez haya llegado la hora y nuestro mundo esté preparado para liberarse de los Vulturis. —

—Tal vez llegue ese momento. —dijo Carlisle. —Y estaremos juntos de ser así. —

—Sí, amigo mío, así será. Aunque yo sola me equivoque ¿Cómo vamos a fallar todos juntos? —soltó una carcajada. 

—Exactamente. —dijo Carlisle, abrazó a Siobhan y después estrecho la mano de Liam. —Hagan lo posible por hallar a Alistair y explíquenle lo que paso. No me gusta la idea de que se pase toda una década escondido tras una roca. —

Siobhan soltó otra risa. Maggie nos abrazó a Mí y a mí, y quiso abrasar a Soo, pero este nunca se dejaba tocar por alguien que no fuera cercano a él. Después de las despedidas, el aquelarre irlandés se fue. 

El aquelarre Denali fue el último en irse. Garrett se fue con ellos, y allí se iba a quedar, de eso estaba bastante segura. Ni Tanya ni Kate soportaban el ambiente alegre. Necesitaban tiempo para lamentar la pérdida de su hermana. 

Huilen y Nahuel fueron los únicos en quedarse más tiempo. Carlisle comenzó una intensa conversación con Huilen, y estaba fascinado. Nahuel permanecía sentado junto a ella, escuchando mientras Edward nos contaba a los demás el resto de la historia de la pelea, cosas que él solo sabia gracias a su don. 

—Alice le mostro a Aro la excusa necesaria para irse. Probablemente, hubiera continuado con su plan original de no haber estado tan asustado de Elina. —

—¿Asustado de mí? ¿Por qué? —pregunte confundida. 

Me sonrió con orgullo y amor. 

—Los Vulturis no han tenido una lucha limpia en veinticinco años, y nunca, nunca jamás, han combatido en una batalla donde estuvieran en desventaja, en especial desde que Jane y Alec se unieron a sus filas. Sólo han tomado parte en masacres sin oposición. Deberían de ver que aspecto tenemos ante sus ojos. Alec priva a las víctimas de los sentidos y los sentimientos mientras se celebra el simulacro de juicio. Así nadie está de pie cuando se anuncia el veredicto. Pero nosotros seguíamos allí: preparados, alerta y en superioridad, y teníamos dones sobrenaturales de nuestra parte mientras que Elina anulaba los suyos. Aro sabía que, al tener a Zafirina de nuestro lado, eran ellos quienes iban a quedarse ciegos en cuanto comenzara el combate. Estoy seguro de que habríamos sufrido unas pérdidas terribles, pero las suyas no habrían sido menores, y existía una alta posibilidad de que ellos perdieran. Nunca antes se habían enfrentado a algo así y no estaban dispuestos a hacerlo ahora. —

—Resulta difícil sentirte cómodo cuando estás rodeado por hombres lobo del tamaño de un caballo. —dijo Emmett mientras le daba unas palmaditas en el brazo de Jacob. 

Este le devolvió una enorme sonrisa. 

—Lo primero que les detuvo fueron los lobos. —dije yo. 

—Por supuesto. —coincidieron Leah y Jacob. 

—Totalmente de acuerdo. —concordó Edward. —Ésa era otra imagen que jamás habían visto. Los verdaderos Hijos de la Luna no van en manadas y no suelen tener mucho control de sí mismos. Diecisiete enormes lobos disciplinados era una sorpresa para la que no estaban preparados. De hecho, a Cayo le aterran los licántropos. Estuvo a punto de perder en un enfrentamiento con uno de ellos hace unos miles de años, y no lo ha olvidado jamás. —

—Entonces, ¿Existen hombres lobo de verdad, de los que se transforman con la luna llena y a los que les afectan las balas de plata? —pregunte. 

—Lo de la luna llena sí es cierto, lo de las balas de plata, no. —me explicó Edward. — Los hombres lo incluyeron luego en los mitos con la finalidad de que pudieran creerse que tenían una oportunidad. No quedan muchos, la verdad, ya que Cayo los ha cazado hasta casi extinguirse. — 

—Eso sí que es nuevo. —dije.

En estos momentos estaba con un brazo entrelazado al de mi mejor amiga. 

—No puedo creer que te hubieras ido y sin despedirte. —hice un puchero.

—Era necesario. —

—Estuve tan triste y frustrada todas estas semanas. —

—Lo siento, pero era necesario. —me sonrió. 

—Sé que también fue duro para ti. Es sólo que... te extrañe mucho. No vuelvas a dejarnos, Alice. —

Soltó una risita. 

—También yo te extrañe, así que perdóname y se feliz con ser una superheroína. —

Todos nos reímos.

Edward nos siguió contando, todo lo que había influido con la decisión de Aro. Nos contó que lo que más le asusto fue la visión que le había mostrado Alice, no nos dijo que era lo que había visto, pero nos dijo que lo dejo aterrado.

La única persona que no dejaba de mirarme era Nahuel. Era muy difícil de ignorar su mirada, eso me hacía sentir un poco incomoda.

Al final, todos comenzaron a preguntarle cosas a Edward y la discusión general se convirtió en un montón de conversaciones privadas. Era extraño pero me sentía cansada. No tenía sueño, obviamente, pero el día había sido muy largo. Quería un poco de paz. Quería que <Mis angelitos> descansaran en su propia cama y estar a solas con mi marido. Voltee a ver a Edward y sabía que él pensaba lo mismo que yo. 

—Deberíamos acostar a Soo y a Mi... —dije. 

—Buena idea. —dijo rápidamente. —Estoy seguro de que no han dormido bien la noche anterior con tanto ronquido. —

Sonrió a Jacob, que puso los ojos en blanco y luego bostezó. 

—Hace un mucho tiempo que no duermo en una cama. Mi viejo estaría encantado de tenerme de nuevo bajo su techo, apuesto a que así será... —dijo caminado hacia nosotros, con Leah detrás de él. 

Los miré y les sonreí.

—Gracias por todo, chico. —

—Aquí estaremos para lo que necesites, Elina. —dijo Leah mientras se acercaba a Soo y le daba un beso en la frente, Jacob hizo lo mismo con Mi.

—Los vemos mañana, chicos. Supongo que ahora todo va a estar muy aburrido por aquí, ¿No? —

—Espero que sí, desde el fondo de mi corazón. —contestó Edward. 

Nos levantamos del sillón cuando ellos se fueron, caminamos hacia donde estaban acostados mis hijos y cada quien cargo a uno. Estaba muy contenta de verlos dormir tan profundamente después de que tuvieran que soportar tanta presión. Era hora de que volvieran a ser niños, protegidos y seguros durante los pocos años de su infancia. 

Ya nos íbamos pero una pregunta salto a mi mente. 

—Oh, Jasper, ¿Me puedes contestar un preguntita? —pregunte desde la puerta principal. 

Él estaba sentado entre Alice y Esme.

—Claro, dime. —dijo.

—¿Por qué J. Jenks se asustó al escuchar tu nombre? —

Jasper se rio entre dientes. 

—La experiencia me ha dicho que el miedo es un incentivo más fuerte que el dinero para que funcionen ciertas relaciones laborales. —

Hice una mueca al pensar como lo había asustado Jasper. Creo que de ahora en adelante llevare yo el contacto con él, para evitarle un paro cardiaco o algo por el estilo. 

Nos despedimos de la familia y les deseamos buenas noches antes de irnos. Nahuel nos miró fijamente mientras nos íbamos, como si deseara seguirnos. 

—Cuídate mucho, Nahuel, espero volver a verte pronto. —le sonreí, a él le brillaron los ojos y me sonrió.

Cruzamos el rio, caminamos tomados de la mano a paso humano. No teníamos prisa, ahora que teníamos todo el tiempo del mundo. 

—Debo de reconocer que Jacob y Leah me han impresionado. —dijo Edward. 

—Los lobos impresionaron a todos, ¿Verdad? — 

—No es por eso. No han pensado en todo el día lo que dijo Nahuel, que Soo y Mi alcanzaran la madurez en siete años y medio. —

Lo pensé por un momento.

—No creo que los miren de esa manera, ni tampoco tienen prisa a que crezcan tan rápido. Ellos solo quieren la felicidad de <Mis angelitos> . — 

—Lo sé. Pero me siguen impresionando. Me molesta mucho decirlo, pero les pudo haber ido peor. —

Fruncí el ceño. 

—No pensare ni me mortificare por eso, todavía falta bastante tiempo. — 

Edward se carcajeó y luego suspiró. 

—Jacob va a tener competidores por los que preocuparse cuando llegue el momento. —

Fruncí más el ceño. 

—Si me he dado cuenta. Nahuel no dejaba de mirar a Mí, sé que es la única semivampira que conoce que no tiene parentesco, pero que no se pase. —

—Ah… no la miraba a ella, te miraba a ti. —

Eso me confundió. 

—¿Por qué? —

—Porque estás viva —me susurro. 

—Aaaah...no entendí. — 

—Toda su vida, y tiene cincuenta años más que yo... —empezó a explicarme. 

—Eres mi viejito o ¿Te gusta más el termino Sugar Daddy? —le dije. 

Me miro con diversión y siguió hablando. 

—... se ha acostumbrado a pensar en él como una criatura diabólica, un asesino por naturaleza. También sus hermanas mataron a sus madres al nacer, pero a ellas no les preocupa nada de eso porque el tal Joham las ha creado con la idea de que los humanos son poco más que animales y ellos, dioses. Pero es Huilen quien ha educado a Nahuel, y Pire era la persona a quien Huilen más quería. Eso ha cambiado su forma de pensar, y en cierto modo, él se odiaba a sí mismo. — 

—Pobrecito. —murmuré. 

—Entonces, llega y nos ve a nosotros cuatro, y comprende por vez primera que ser casi inmortal no tiene por qué ser necesariamente perverso. Me mira a mí y piensa en lo que podía haber sido su padre. —

—Tu eres un padre maravilloso. —dije. 

Sonrió, pero rápidamente se puso serio. 

—Cuando te mira, ve la vida que su madre debió haber llevado. —

—Pobre Nahuel. — 

—No estés triste por él. Ahora es feliz. Hoy, al fin, ha empezado a perdonarse. —

—Me alegra que por fin pueda empezar a sanar su alma y a limpiar su conciencia de pensamiento que no son verdad. —

Al poco rato de caminata, llegamos a nuestra pequeña cabaña. 

Acostamos a los niños en la cama de Soo, ya que todavía no se sentían cómodos al dormir separados. Me quité el regalo de Aro y lo dejé en la mesita de noche que estaba a un lado de la cama. Mi podría jugar con él cuando quisiera. 

Salimos en silencio del cuarto, cerramos la puerta y fuimos al nuestro.

—Una noche de celebración. —murmuro Edward sobre mis labios. 

—Un momentito. —dije y me separé de él. 

Me miró confundido. 

—Quiero enseñarte algo primero. —dije mientras sonreía. 

Me acerque a él, pegue nuestras frentes y cerré los ojos para visualizar mejor la imágenes. 

La primera vez no me había salido también, pero Zafrina me dijo que era igual a visualizar mis ilusiones y eso me ayudó mucho a proyectar mejor lo que quería hacer. Me concentre y quite el escudo de mi mente.

—¡Corazón! —susurró Edward, asombrado. 

Sonreí, había funcionado. Luego, me concentré todavía más y comencé a recordar todas mis experiencias con el de cuando era humana. 

Eran un poco borrosos pero solo era por que los había sentido cuando era humana. Recordé la primera vez que lo vi, cuando me llevo a nuestro prado por primera vez, el sonido de su voz en la oscuridad de cuando me salvo de James, como me miraba mientras me esperaba en el altar con una sonrisa, todos los preciosos momentos vividos en isla Esme, sus manos frías acariciando mi panza de embarazada... 

Además, tenía recuerdos más claros. La primera vez que vi su rostro al abrir los ojos después de la trasformación, aquel primer beso, esa primera noche... 

De pronto, sus labios estuvieron sobre los míos y me distraje, haciendo que el escudo volviera a cubrir mi mente. 

—Amor, me encantas tus besos, pero quería seguir enseñándote más cosas. —dije haciendo un puchero. 

—Te escuche. —dijo sorprendido. —¿Cómo...? ¿Cómo pudiste hacerlo? —

—Fue idea de Zafrina. Me ayudo a practicar. — 

Me sonrió sorprendido. 

—Ahora puedes estar seguro de que nadie ha amado tanto como yo te amo a ti, mi amor. —lo bese.

—En eso conozco una excepción. —me beso otra vez, pero de pronto se detuvo. —¿Puedes volver a hacerlo? —preguntó. 

—No seas tan impaciente, amor, tenemos todo el tiempo del mundo. — 

—Eso me suena prefecto. —murmuró. —¿Para siempre? —me pregunto.

—Para siempre. —dije dándole un beso.

FIN.