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Seis. Amigos.

No fue necesario esconder las motos, Jacob me dijo que su padre nunca iba a ese lugar así que me sentí aliviada.

Jacob comenzó de inmediato a desmontar la moto roja que sería para mi padre. Abrió la puerta del copiloto del Golf para poder sentarme ahí en vez de en el suelo.

Mientras trabajaba, Jacob me contaba felizmente diferentes historias. Y yo le conté sobre la desastrosa salida al cine que tuve con Jess e Isabella.

—¿Todo eso hizo? —dijo sorprendido cuando termine el relato.

—Si, esta medio loca. Pero bueno… le pregunte por ti. —

—¿Enserio? —dijo con una sonrisa.

—Si, me dijo que se miraban de vez en cuando. —

—Si, viene junto con Charlie. —dijo. —Se me hacer raro que te haya invitado al cine, por cómo me habla de ti, se nota que no le caes bien. —

—Se nota a leguas que no le caigo y no es como si fuera mi persona favorita, pero en si ella no me invito, me invito mi amiga Jessica, porque no se quería quedar sola con ella, últimamente ha estado muy rara. —

—Eso tiene más sentido, y si es cierto ha estado muy rara. —

—Bueno, hay que dejar de hablar de gente sin importancia como ella, sígueme contando ¿Cómo te va en la escuela? —

Me siguió contando y me puso al corriente sobre cómo le iba en su segundo año, sobre sus clases y sobre sus dos mejores amigos.

—¿Quil y Embry? —lo interrumpí. —Son nombres muy raros. —

Jacob soltó una carcajada.

—Quil es el nombre de una prenda usada y creo que Embry se llama así por la estrella de una telenovela. Pero no se les puede decir nada. Se lo toman mal y después se te echan encima. —

—Wow, que amigos. —

—Si son buenos, solo no te metas con sus nombres. —

En ese momento se escuchó una voz lejana.

—¿Jacob? —

—¿Es Billy? —pregunté.

—No. —Jacob dejo caer y pareció sonrojarse. —Hablando del rey de roma. —murmuró.

—¿Jake? ¿Estás ahí? —

La voz se escuchó más cerca.

—¡Si! —Jacob devolvió el grito y luego suspiro.

Esperamos unos minutos y por la puerta del garaje aparecieron dos chicos altos de piel oscura.

Uno era delgado y casi tan alto como Jacob. Tenía el pelo negro y hasta debajo de las orejas. El otro era más bajo y corpulento, tenía una camiseta que se cenia a su pecho y pelo corto a la moda.

Ambos se detuvieron en cuanto me vieron. El chico delgado deslizo su mirada de Jacob a mí, y el más musculoso no dejo de mirarme y una sonrisa se extendió lentamente por su rostro.

—Hola, chicos. —saludó Jacob con pocas ganas.

—Hola, Jake. —contestó el más bajo sin apartar la vista de mí, le sonreí esperando que dejara de mirarme pero solo recibí una sonrisa pícara y un guiño. —Hola, todos. —

—Quil, Embry, les presento a mi amiga Elina. —

Todavía no sabía quién era quien, pero Quil y Embry intercambiaron una mirada cómplice.

—La hija de Graham, ¿No? ¿El amigo de Billy? —me preguntó el musculosos al mismo tiempo que me tendía la mano.

—Si. —estreche su mano.

—Yo soy Quil Ateara. —dijo dándome una sonrisa pícara al mismo tiempo que me soltaba la mano.

—Mucho gusto en conocerte, Quil. —

—Hola, Elina. Yo son Embry, Embry Call, aunque creo que ya lo suponías. —dijo sonriendo con timidez, saludándome con la mano que luego metió rápidamente en el bolsillo del pantalón.

—Encantada de conocerte también. —

—Y bien, ¿Que hacen? —pregunto Quil sin dejar de mirarme.

—Elina y yo vamos a reparar estas motos. —explico Jacob.

Como si "motos" fuera la palabra clave, los chicos se acercaron rápidamente, examinando el trabajo que llevaba Jacob, y haciendo miles de preguntas, de las cuales casi ninguna comprendí.

Estaban muy entrados en su plática cuando mire la hora en mi celular, ya era tarde y tenía que llegar temprano para cenar en familia.

Con cuidado salí del Golf y Jacob me miro con disculpa.

—Te estamos aburriendo, ¿No? —preguntó.

—No es eso, solo que ya es tarde y tengo que cenar con mi familia. —

—Ah…bueno, terminare de desmontar las piezas esta noche para saber que piezas necesito para reconstruirla. ¿Cuándo quieres que volvamos a trabajar en ellas? —

—¿Se puede mañana? No tengo trabajo, ni clases de baile. —

Quil le dio un codazo a Embry e intercambiaron miradas.

—¡Seria genial! —dijo Jacob sonriendo encantado.

—Talvez podemos comprar todo lo que les hace falta a las motos si haces una lista. —

—Todavía no estoy seguro de que vaya a dejarte pagar todo. —

—Ya te dije que de eso no te preocupes, ¿Cuánto crees que me costaría si los llevo a un mecánico? —

Él sonrió.

—Está bien. —

—Además se me ocurrió que talvez puedas enseñarme a conducirla cuando ya esté lista. —

Quil le sonrió ampliamente a Embry y le susurro algo que no alcance a oír, pero Jacob si ya que le dio un golpe en la nuca.

—Ya vasta, largo de aquí. —les dijo.

—No te enojes con ellos Jacob, de todos modos ya me voy. Nos vemos mañana. —

En cuanto estuve afuera escuché que Quil y Embry gritaban a coro:

—¡Uuuuuu...! —

Lo siguiente que se escucho fue un revuelo, muchos quejidos y gritos de dolor.

—Pobre de aquel que se ocurra poner un pie en mis dominios mañana…—escuche como amenaza de Jacob.

Me reí bajito antes de irme.

Cuando llegue a casa Eric y mi madre ya había llegado.

Eric estaba en la sala mirando televisión y mi madre estaba cocinando, filete, con papas y verduras, la ayude con las papas en lo que ella hacia los filetes.

Mi padre entro cuando estaba por sacar las papas del horno.

—Hola, cariño/Hola, Appa. —dijimos mi madre y yo al unisonó.

—Hola, cariño. —le dijo mi padre a mi madre acercándose, dándole un beso y después voltear a verme.

—Hola, Cielo. ¿La pasaste bien con Jacob? —

—Si, estuvimos hablando mucho y me presento a sus amigos. —contesté.

—Si, eso está bien. —dijo mientras se sentaba en la pequeña mesa que estaba ahí. —¿Qué más hicieron? —

—Estuvimos en su garaje ¿Sabes que está restaurando un Volkswagen? —

—Si, creo que Billy comento algo sobre eso. —

Tuvimos que interrumpir nuestra conversación cuando mi madre les dijo a Eric y mi padre que pusieran la mesa para comer.

Comimos con tranquilidad y con una conversación amena y relajada.

Cuando terminamos, ayude a mi madre a levantar la mesa y limpiar los trastes sucios. Al terminar con eso fui a la sala a para hacer mi tarea recargada a la mesita de café que había ahí, mientras Eric y mi padre miraban un partido de hockey.

Cuando me di cuenta de lo tarde que era tomé mis cosas y subí hacia mi cuarto, me puse mi pijama y prácticamente salte a mi cama para después quedarme dormida.

Al día siguiente me levante, hice mi rutina de belleza, fui a mi armario y me puse una blusa, un pantalón negro, mis tenis tipo converse negros y también agarre un suéter grueso esponjoso. Una vez lista baje a desayunar.

—¿Y qué piensan hacer hoy chicos? —nos preguntó mi padre.

—Pensaba ir con unos amigos a Port Angeles. —dijo Eric.

Mi padre asintió.

—¿Y tú, Elina? —

—Creo que saldré a dar unas vueltas con Jacob otra vez. ¿Por qué? —

—No más, es que tu madre va a visitar a una amiga, y yo voy a ir a la casa de Charlie a ver el partido junto con Billy y Harry, y talvez no vaya a ver nadie más al rato, para que se preparen o compren algo cuando lleguen. —explico mi padre.

—Oh… está bien. —dije.

En cuanto terminé de desayunar, subí a mi habitación para poder tomar mi bolso junto con mi cartera, dinero y mi tarjeta de débito por si se necesitaba más dinero del que llevaba.

Fuera, el agua caía con fuerza. Tuve que conducir con mucho cuidado. Cuando llegue a la casa de Jacob, la puerta principal se abrió y el salió con un paraguas negro.

Se asomo por encima de mi puerta en cuanto la abrí.

—Graham llamo diciendo que venias. —dijo con una sonrisa.

Sali del auto refugiándome con él bajo el paraguas, le sonreí.

—Hola, Jacob. —

—Hoy vamos a estar solos, en un rato va a venir Harry por Billy. —

Asentí.

Harry apareció al poco tiempo para llevarse a Billy. Jacob me mostro su pequeña habitación mientras hacíamos tiempo.

—Bueno, ¿Y a dónde vamos? —pregunté en cuanto nos quedamos solos.

Jacob saco un papel doblado de su bolsillo que intento alizar.

—Empezaremos primero por el depósito de chatarra, a ver si tenemos suerte. Esto puede ser un poco caro. Esas motos van a necesitar muchas piezas para que puedan andar otra vez. —

Como no me vio preocupada continuo:

—Estoy hablando quizás de más de cien dólares. —

—Jacob, ya te dije que no te preocupes, gasta lo que tengas que gastar. —

Fue un día bastante entretenido, no me importo mancharme de lodo al buscar entre la chatarra las piezas que necesitábamos, y tal como había dicho Jacob probamos suerte y logramos encontrar varias partes ennegrecidas por la grasa, eso lo hizo muy feliz.

De ahí fuimos al Checker Auto Parts que había más abajo, en Hoquiam, era un viaje de una hora, pero no me importo porque con Jacob el tiempo pasaba volando. Me estuvo hablando sobre sus amigos y la escuela, yo le hacía preguntas de vez en cuando.

—Estoy acaparando la conversación. —se quejó, cuando termino de contarme una historia acerca de Quil. —¿Por qué no hablas ahora tu? ¿Qué tal va todo en Forks? Seguro que es más emocionante que la Push. —

—Ja. —solté. —Para nada, lo que harían mis historias solo sería dormirte, tus historias somas interesantes, tú y tus amigos son muy divertidos, me caen bien. —

—A Quil también le caes bien. —

Rei.

—Bueno, creo que es muy joven para mí. —

Frunció el ceño.

—No es mucho más joven que tú, solo un año y unos meses. —

Algo me dijo que ya no hablábamos de Quil. Mantuve el tono bromista, que hizo que termináramos haciendo una competencia de madurez, sumando y restando números cada vez que se nos ocurría algo.

Cuando llegamos al Checker tuvimos que parar la competencia para que Jacob se concentrara. Encontró todo lo que restaba en la lista y se mostró confiado de hacer progresos en las motos.

Billy aún no había regresado cuando llegamos, así que no hubo necesidad de escondernos y mentir sobre lo que habíamos hecho todo el día.

Tan pronto como bajamos las cosas y las pusimos sobre un lona de plástico junto a las herramientas, Jacob se puso a trabajar.

Quil y Embry no aparecieron, quizás si se habían tomado enserio la amenaza de Jacob.

El resto del día pazo demasiado rápido, se había oscurecido antes de lo esperado, entonces escuchamos como nos llamaba Billy.

Salte para poder ayudar a Jacob a recoger con más rapidez.

—Déjalo, luego volveré a trabajar, talvez esta noche. —dijo.

—No vayas a dejar de hacer la tarea o algún pendiente. —le advertí.

—¿Elina? —

Alzamos rápidamente la cabeza al escuchar la voz de mi padre demasiado cerca.

—Corre. —murmure. —¡Ya vamos! —grité.

—Vámonos. —dijo Jacob divertido, disfrutando la adrenalina de que nos descubriera.

Apago la luz y por un momento no supe hacia dónde dirigirme. Jacob me tomo de la mano y me saco del garaje dirigiéndose hacia la casa.

Aun seguíamos riendo cuando la casa apareció a la vista.

Mi padre nos esperaba en el porche trasero y Billy estaba detrás.

—Hola, Appa. —

—Billy nos invitó a cenar. —dijo mi padre alegre de que la estuviera pasando bien.

—Mi receta ultrasecreta de espagueti con carne, trasmitida de generación en generación. —dijo Billy en tono solemne.

—La verdad, no creo que la boloñesa exista desde hace tanto. —dijo Jacob con un resoplido.

La casa estaba llena. Mi madre y Eric estaban allí, al igual que Harry Clearwater con su familia: su esposa Sue y sus dos hijos: Seth un joven de catorce años que admiraba totalmente a Jacob, y Leah una chica una año mayor que yo de una belleza exótica. Allí también se encontraba Charlie Swan y su hija Isabella, que tenía cara de que no quería estar ahí y se intensifico más esa mueca cuando me vio a lado de Jacob.

Salude a todos y me presente con los que no conocía.

Éramos demasiados para la mesa de la cocina, así que Charlie y Harry trajeron sillas del patio y comimos con los platos en el regazo. Los hombres hablaban del partido. Harry y mi padre hacían planes para ir a pescar. Mi madre y Sue hablaban de cosa de cocina. Eric se fue a platicar con Isabella al porche, y Jacob se encontraba conmigo y Seth, que interrumpía cada vez que sentía fuera de la plática.

Pero como siempre empezó a llover y nos tuvimos que ir.

Cuando llegamos a la casa me empezó a hacer preguntas de cómo fue mi día y si volvería a visitar a Jacob, yo le dije que sí que después de mis clases de baile iría, que me llevaría la tarea para que no hubiera ningún inconveniente, sonrió satisfecho con mi respuesta.

Como todavía eran las ocho y no quería ir a dormir, se me ocurrió hablarle a mi abuela ya que allá eran como las once de la mañana. Cuando me contesto empezamos a hablar sobre cómo se sentía de salud y después de decirme que se sentía bien, me empezó a contar que había estado haciendo ejercicio en un parque cercano junto con algunas señoras del vecindario que eran amigas de ella, luego le conté algunas cosas que había hecho, obvio le conté que había terminado con mi novio, a lo que dijo que esas cosas pasaban todos los días que no me preocupara que otro mejor llegaría a mi vida, le agradecí y le dije que ya estaba mejor. También le conté que me había metido a clases de baile y que pronto también estaría en unas de canto, me felicito por ir a esas clases. Después de lo que me pareció una hora hablando con mi abuela, colgamos.

Me fui a dormir.

Me levanté como cualquier otro día de escuela, hice lo que tenía que hacer antes de irme.

Cuando llegué a la escuela fui a buscar a Jess ya que la mayoría por no decir todas las clases las teníamos juntas. Estamos en una plática sobre ir de compras en estos días, cuando Isabella como siempre interrumpió.

—Hola, Jess… Elina. —dijo despreocupada. —¿Qué tal les fue el resto del fin de semana? —

Jess la miro con sospecha y yo irritada.

—Divino. —contestó Jess para volver a platicar conmigo e ignorar a Isabella.

Murmuro algo que no nos importó.

Salimos tarde de la cuarta hora, en cuanto entre a la cafetería fui por mi almuerzo y a sentarme a la mesa en donde siempre nos sentábamos, ya todos estaban ahí, solo levantaron la cabeza para saludar para después seguir en lo que estaban haciendo.

Me senté a lado de Angela y luego pregunté:

—¿Dónde está Ben? —pregunté, para después comer de mi ensalada.

—Ben contrajo gastroenteritis. Con suerte se le pasara en veinticuatro horas. Anoche estaba realmente enfermo. —contestó calmada.

—¿Qué hicieron el fin de semana? —preguntó Jess a la mesa.

—Nosotros íbamos a ir de excursión el sábado, pero… cambiamos de idea. —dijo Angela con un poco de temor.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Lauren.

—Bien. Condujimos en dirección al norte, hacia las fuentes termales. Hay un sitio ideal justo a un kilómetro del sendero, pero vimos algo cuando estábamos a mitad del camino. —relató Angela.

—¿Qué vieron? —pregunté con interés.

Ahora todos prestábamos atención a lo que decía.

—No sé. Al principio pensábamos que era un oso negro pero era demasiado… grande. —

—¡Oh no, tú también! —dijo Lauren con burla. —Tyler intento embaucarme con la misma historia la semana pasada. —

—Es imposible ver a un oso cerca del centro turístico. —coincidió Jessica con Lauren.

—Pero es lo que vimos de verdad. —insistió Angela.

—Yo te creo. —dije de repente. —El sábado apareció un mochilero hablando sobre un oso, Angela. Aseguro que era enorme de color negro y que estaba en las afuera de la ciudad, ¿Verdad, Mike? —

—Si, es cierto. —dijo asintiendo.

Algunos rodaron los ojos y no creyeron.

—Si, es cierto yo también los escuche. —dijo Isabella de repente.

Hubo un momento de silencio, donde todos nos sorprendimos de que haya hablado más de dos palabras.

Pero Lauren ya no está interesada en ningún tema relacionado con lo anterior así que con el silencio Mike decidió cambiar el tema:

—¿Qué hiciste el fin de semana, Bella? —preguntó curioso.

Todos voltearon a verla para ver que contestaba.

—El viernes por la noche Jessica, Elina y yo fuimos al cine en Port Angeles, y después no tuve mucho que hacer. —

Las miradas iban de Jess, a mí, a Isabella y así por un tiempo, yo los mire seria y Jess irritada.

—¿Qué película vieron? —preguntó Mike con una sonrisa.

—Dead End, aquella de zombis. —dijo Isabella con una sonrisa.

—He oído que da mucho miedo, ¿Es así? —dijo Mike.

—Bella se asustó tanto que tuvo que salirse al final. —dijo Jess maliciosa.

Solté una risita y asentí para confirmar, igual con deje de malicia.

—Es que en verdad me dio miedo. —dijo fingiendo vergüenza y afirmando lo dicho por Jess.

Después de eso cada uno se sumergió en su propia platica, yo me quede hablando un rato con Jess y Lauren, hasta que se terminó la hora del almuerzo y nos levantamos para ir a la siguiente clase.

Pasamos a un lado de Isabella y Angela, y Lauren dijo obviamente con sarcasmo:

—Ay, qué alegría. Bella ha vuelto. —

Nos reímos y seguimos caminando.