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Doce. Intruso.

El susto me despertó por completo y abrí los ojos.

Se volvió a escuchar el mismo sonido. Con toda la valentía que pude reunir salí de la cama y camine hacia la ventana, ahí pude ver a una silueta negra que estaba agarrada del marco de la ventana, balanceándose como si fuera a atravesar el cristal.

Del susto camine hacia atrás tragándome el chillido que estaba por soltar.

—Victoria. —

—Ha venido a matarme. —

—{¡Mi familia!} —pensé.

Iba a salir corriendo, hasta que la figura emitió una voz seca que yo conocía muy bien:

—¡Elina! —susurro. —¡Ay! ¡Maldita sea, abre la ventana! ¡Ay! —

Corrí hasta esta y la abrí rápidamente.

—¿Qué haces aquí? —pregunté.

Ahora podía ver mejor, Jacob no colgaba de la ventana, colgaba del árbol que estaba junto a esta, haciendo que el árbol se inclinara y fuera esto lo que arañara la ventana.

—Intento cumplir mi promesa. Hazte a un lado. —dijo.

—¿Qué pretendes hacer? —

Jacob se balanceo de adelante hacia atrás en la rama y ahí comprendí lo que trataba de hacer.

—¡Jacob, no! —

Me quede inmóvil esperando el sonido del golpe, pero paso todo lo contrario, entro a mi habitación con un ágil movimiento, pero cayendo con un ruido sordo.

Esperamos inmóviles a el sonido de alguien levantándose o algo por el estilo, pero nada paso.

Una sonrisa fue apareciendo en su rostro.

—Hey. —dijo

Eso hizo que me enojara.

—¡Vete! —grite en un susurro.

—No, vengo a pedirte disculpas. —

—¿Así? ¡Pues no las acepto! —

Lo empujé para que saliera por donde había entrado, pero no lo moví ni un centímetro. Quite mis manos y me aleje de él.

—Elina, en verdad lo siento. —dijo.

—No quiero tus disculpas, ¿Por qué viniste? —dije volteando a verlo.

—Se que no las quieres, pero no podía dejar las cosas como quedaron en la tarde. Fue horrible. Perdóname. —

—No te entiendo, Jake. —

—Lo sé. Quiero explicarte todo, pero no puedo. —

—Entonces no lo hagas y vete. —

—Elina, ¿Nunca has tenido un secreto que no hayas podido contar a nadie? —

Rápidamente pensé en los Cullen. Me dio una mirada dándome a entender que ya sabía lo que pensaba.

—¿Algo que no puedas contara tu familia? ¿Algo que no me hayas contando? ¿Incluso ahora? —

No respondí, sabía que el entendía que con mi silencio y la ligera tensión era una confirmación.

—¿Puedes entender que talvez me encuentre en la misma situación? A veces la lealtad se interpone en tus deseos. Hay secretos que no te pertenecen y no puedes revelarlos. —

—Bueno, ya entendí que no puedes decirme, así que vete. —dije frustrada por todo el acertijo.

—¡Que frustración! —susurro para el mismo. —¿Sabes que es lo que más me enoja? Que ya lo sabes todo, ¡Yo mismo te lo conté! —

—¿Eh? —dije confundida.

De repente su mirada de desesperación cambio a una más entusiasta y de alegría.

—¡Ya lo tengo! —dijo casi saltando de la alegría. —

Ya se cómo puedo hacer que esto funcione, Elina. No te lo puedo decir pero tú puedes adivinarlo porque después de todo ya lo sabes, te lo dije el día que nos conocimos. —

—Jacob soy mala para esas cosas, además tengo mucho sueño dudo que pueda adivinarlo en este momento. —

—Está bien, pero ¿Al menos te puedo hacer una pregunta rápida? —

Asentí.

—¿Tu ya sabias sobre los vampiros? —

Mire hacia otro lado, no sabía que contestar.

—Vez esa lealtad que tienes sobre el tema es la misma que tengo yo con mi secreto solo que peor. No sabes la ataduras que tengo. —

—¿Y no hay nada que puedas hacer para liberarte de ella? —

—No, estoy atado de por vida, incluso más que eso. —soltó un suspiro. —Bueno, creo que es hora de irme, se supone que no debo verte. —

—No le diré a nadie, no te preocupes. —

—Gracias, pero de todos modos ellos se van a enterar. —dijo mientras caminaba hacia la ventana. —¿Vas a intentar recordar lo que te conté aquella vez? Tienes que hacerlo yo sé que tienes la historia guardada en esa cabecita tuya. —

—Lo intentare. —

—Está bien, en cuanto te acuerdes ven a verme, bueno… si es que quieres verme después de que te acuerdes. —

Asentí con duda por lo último que dijo.

Ya iba a salir por la ventana cuando volteo de repente y me dio un abrazo super fuerte.

—No…puedo…respirar. —dije con dificultad.

Me soltó inmediatamente, me dijo que durmiera para que el siguiente día estuviera con toda la energía y así pudiera recordar mejor. Después salió por la puerta, agudice el oído para poder escuchar el sonido de la puerta de la entrada. Cuando ya estaba segura de que se había ido me volví a acostar en mi cama pensando en todo lo que me había contado, hasta que a los pocos minutos me quedé dormida adentrándome en un sueño.

En el sueño estaba en un bosque sombrío, que olía a agua de mar, eso significa que estaba en el bosque de La Push. En el sueño me la pase deambulando, estaba segura de que si salía de ese bosque me encontraría con la playa y el sol, así que empecé a caminar con más rapidez.

Ya estaba escuchando el sonido de la olas al chocar con las rocas, estaba a punto de tocar con la mano el sol que estaba en lo orilla del bosque, cuando siento que alguien me jala de la mano, era Jacob que me jalaba de nuevo a la oscuridad del bosque.

—Jacob, ¿Qué pasa? —pregunté.

Su rostro era como de un niño asustado y además portaba esa larga cabellera recogida en una coleta a la altura de la nuca. Me jalaba con todas sus fuerzas pero yo me resistía, no quería ir de nuevo al bosque, quería sentir la luz del sol y ver el hermoso mar.

—Corre, Elina, tienes que correr. —decía totalmente en pánico.

Entonces tuve un deja vu, sabía que de alguna parte reconocía esa parte del bosque, era del sueño que había tenido el día en que paseé con Jacob en la playa, el día que había descubierto que Edward era un vampiro.

De alguna forma la plática con Jacob había sacado a relucir este sueño. Ahora solo tenía que esperar, sabía que en unos momentos vería a Edward en la luz con su piel reluciente, me haría señas para que me acercara a él, y luego sonreiría mostrando unos colmillos puntiagudos. Pero sabía que me estaba adelantando, algo pasaba antes tenía que pasar algo que no lograba recordar.

De repente Jacob me soltó la mano y dio un grito. Se tiro al piso temblando y dando espasmos de dolor.

—¡Jacob! —grite y mire al piso para ayudarlo pero él ya había desaparecido.

En su lugar había un enorme lobo de pelaje rojizo.

Era muy parecido al mismo que había estado en el prado, el mismo que había tenido a tan solo unos centímetros de distancia.

El lobo me miraba intensamente como queriendo trasmitir algún mensaje que por obvias razones no iba a saber, miré con detenimiento sus ojos, esos ojos que me recordaban a Jacob, el lobo dio un paso hacia mí y ahí fue cuando me desperté.

Me quede un rato mirando el blanco techo, cuando una conversación que tenía muy escondida en lo más profundo de mi mente de repente se presentó. Era la conversación con Jacob sobre las leyendas ancestrales de su tribu y como ellos defienden de los lobos.

Ahí fue cuando lo supe.

—Hombre lobo. —dije en un susurro entrecortado.

Entonces la pandilla de La Push no se trataba de eso, más bien era una manada…una manada de cinco enormes lobos.

Tenía que hablar con Jacob para que me confirmara que no estaba loca. Mire el reloj aún era un poco temprano pero no me importo, me levante rápidamente. Me vestí con un pantanos de mezclilla, un suéter amarillo y unos tenis blancos.

Baje rápidamente las escaleras.

—Elina, ¿Adónde vas? —dijo mi madre.

—Iba a ver a Jacob. —dije lleno hacia donde estaba.

Estaba en la cocina y allí estaban todos desayunando.

—¿No es un poco temprano? —dijo mi padre.

—Si, pero…—

—Elina, primero tienes que desayunar. —mi madre me interrumpió.

—Pero…—

—Nada de pero, nadie sale de esta casa si no desayuna primero, ya lo sabes. —

—Está bien. —dije mientras me sentaba en la mesa y me servía de lo que había hecho mi madre.

Desayune rápidamente, lleve mi plato al lavabo y camine hacia la puerta.

—¡Elina, cariño! —grito mi padre mientras caminaba hacia mí.

—¿Sí? —

—Ve directo a la casa de Jacob, nada de desviaciones. —

—¿Por qué dices eso? —

—Es que llamo Charlie hace rato y dijo que hubo otro avistamiento de los lobos y se iban a armar grupos de caza para al fin acaban con el problema, al parecer han desaparecido personas. —

Eso me alarmo pero trate de que no se notara en mi cara.

—Oh…claro, iré directo. —dije y salí.

Fui directo a mi auto.

Lo que me había dicho mi padre me había tomado por sorpresa, ¿Acaso era posible que de ser ciertas las leyendas Sam y su manada se fuera por el lado incorrecto?

Bueno eso era una cosa que Jacob me iba tener que aclarar.