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Diecisiete. Pacto.

—¿Elina? —

La voz de Edward se escuchó a mis espaldas. Voltee al mismo tiempo en que el bajaba las escaleras del porche. Me rodeo en un abrazo rápidamente y me beso.

Me beso con desesperación, ahí supe que lo que le había dicho Alice lo había alarmado más de lo que decía. No podía permitir que pensara que algo malo me iba a pasar.

—Vamos a disfrutar todo lo que podamos la fiesta, ¿Sí? —dije.

—¿Lista? —

—Nací lista. —

Me abrió la puerta. Entonces quede petrificada.

—Wow, esto es estupendo. —dije sorprendida.

—Si. —

Alice había trasformado el interior de la residencia Cullen en un tipo de club nocturno.

—Edward. —llamo Alice que estaba junto a un altavoz. —Necesito un concejo. ¿Deberíamos de poner melodías agradables y conocidas? —señaló una pila de CD. —O ¿Deberíamos educar el gusto de los invitados con buena música? —dijo señalando la otra pila de CD.

—No te salgas de lo agradable. —recomendó Edward. —"Treinta monjes y un abad no pueden hacer beber a un asno contra su voluntad" —

Alice asintió seria y comenzó a poner los CD "Educativos" en una bolsa. Alice se había cambiado de ropa, llevaba una camiseta sin mangas de lentejuelas y unos pantalones de cuero rojo.

—¿Creen que vaya a venir alguien? —pregunte.

—No va a faltar nadie. Todos tienen curiosidad de ver el interior de la casa de esquivos Cullen. —dijo Edward.

—Ya me imagino la cara que pondrán. —dije.

Ya todos los arreglos estaban listos así que no había nada en lo que pudiera ayudar.

Edward y yo fuimos a buscar a Jasper y Carlisle para poder decirles mi descubrimiento. En silencio escuche sus planes para atacar la tropa de Seattle. Por la cara que ponía Jasper estaba segura de que no le convencía la desventaja numérica, pero no habían conseguido hacer cambiar de parecer a la familia de Tanya.

Sonó el timbre.

De repente la cara de angustia de Carlisle cambio a una sonrisa cálida. Alice subió el volumen de la música y fue hacia la puerta.

La Suburban de Mike había venido cargada de amigos, demasiado asustados o intimidados de llegar por su cuenta. Jessica fue la primera en traspasar la puerta, con Mike detrás de ella. Los siguientes fueron Tyler, Conner, Austin, Lee, Samantha y por último Lauren. Cuando entraron a la parte principal donde Alice había montado "El club nocturno" todos quedaron impresionados. Los Cullen ya se encontraban en sus lugares, listos para representar a una familia normal humana.

Fui a saludar con entusiasmo a Jess y a Mike, pero el timbre sonó antes de que pudiera acercarme a ellos. Fui rápido a la puerta para dejar pasar a Angela y a Ben, y mantuve la puerta abierta ya que mi hermano y cuñada acababan de llegar al inicio de las escaleras.

Hable con todo el mundo, me había convertido en la única anfitriona y todos me felicitaban y agradecían.

En una ocasión pude ver como Emmett le sonreía Mike y como este daba un paso atrás asustado de la imagen que dio Emmett, ya que las luces rojas centellaron en sus dientes dándole un aspecto tétrico.

La fiesta estaba siendo un rotundo éxito a pesar de la tensión que ocasionaba la presencia de los Cullen. El ritmo de la música era contagioso, las luces casi hipnóticas, la comida debía de ser estupenda ya que en poco tiempo se fue acabando. La habitación se fue llenando, pero no tanto como para causar claustrofobia. Parecía que había ido toda la clase de último curso, además de algunos de cursos menores. Todos se movían al ritmo de la música.

La fiesta está siendo estupenda, estaba segura de que esta iba a ser una de las mejores fiestas que Forks haya celebrado. Platicaba con todos, incluso si no los conocía. Estaba segura de que nadie iba a olvidar esta noche.

Volví a dar otra vuelta y me encontré con Jessica, que comenzó a decirme lo increíble que estaba la fiesta, comenzamos a hablar de cosas monótonas. Edward permanecía a mi lado con una mano en mi cintura. Pero de repente quito su mano y dijo:

—Quédate aquí. —susurro en mi oído. —Ahorita vuelvo. —

Asentí mientras miraba como cruzaba entre la gente y desaparecía por la puerta de la cocina.

—¡Vamos a bailar, Elina! —grito Jessica por encima de la música.

—¡Solo una, eh! —grite.

Asintió contenta y comenzamos a bailar, al poco rato se nos unieron Angela, Lauren y Katie. Y de esa canción siguieron otras tres, me la estaba pasando genial.

Estaba saltando mientras cantaba junto con las chicas la canción, cuando vi a Alice caminando hacia el mismo lugar a donde había ido Edward, con eso supe que algo había pasado.

—¡Ahorita vengo! —le avise a Jessica en un grito.

Camine entre la gente hasta llegar a la puerta de la cocina.

Edward ya no estaba ahí pero Alice si, inmóvil, con el rostro desconcertado y la mirada ausente. Se sujetaba del marco de la puerta.

—¿Pasa algo, Alice? ¿Qué viste? —pregunte.

Ella no me hizo caso, solo miro a lo lejos. Seguí su mirada y pude ver como captaba la mirada inexpresiva de Edward a través de la habitación.

El timbre sonó en ese momento. Alice alzo la vista con una mueca de disgusto.

—¿Quién invito al licántropo? —pregunto.

—Creo que eso es mi culpa. —admití.

No pensé que después de ese golpe Jacob fuera capaz de venir de todos modos.

—En ese caso, hazte cargo de él. Debo hablar con Carlisle. —

—¡Pero…! —intente decir pero ella ya se había ido. —Maldita sea. —

El timbre volvió a sonar con insistencia. Caminé lo más rápido que pude a la puerta y la abrí.

—¡Hola, Elina! —

La estridente voz de Jacob resonó. Puse cara de pocos amigos y al verlo. En vez de ser un hombre lobo habían venido tres. Jacob había entrado como pedro por su casa, siendo flanqueado por Quil y Embry, que parecían muy tensos mientras miraban de un lado a otro.

Jacob saludo con la mano. Estaba más calmados que sus compañeros, pero arrugaba la nariz con gesto de repulsión.

Puse los ojos en blanco y comencé a alejarme de él. Pase entre las personas, pero de la nada Jacob me tomo del hombro y me llevo hasta un lugar donde no había tanta gente.

—¡Que bienvenida tan alegre! —dijo sarcástico.

Me solté de su agarre.

—¿Qué haces aquí? —reprendí.

—Tú me invitaste, ¿Recuerdas? —

—No sé si talvez no entendiste con el golpe que te di, pero la invitación ya está cancelada. —suspire. —Pero ¿Sabes qué? Has lo que quieras de todos modos no me importa. —dije y comencé a caminar, pero el me detuvo.

—Vamos un poco de espíritu deportivo. Mira hasta te traigo un regalo de graduación y todo. —

—Devuélvelo a la tienda. Tengo otras cosas que hacer. —dije.

—No puedo devolverlo a ninguna tienda porque no lo compre. Lo hice yo con mis propias manos y me tomo mucho tiempo. —

Me cruce de brazos y lo ignore viendo que no me iba a deja ir.

—Vamos, Elina, no seas infantil y finjas que no estoy aquí. —

Lo seguí ignorando y miré hacia otro lado.

Puso la mano bajo mi barbilla y me obligo a verlo.

—¿Podría tener el privilegio de unos segundos de toda su atención señorita Yorkie? —

Le di un manotazo para que me soltara.

—Ya déjalo, Jacob. —dije.

—Disculpa. —dijo de inmediato. —Lo siento de verdad por lo del otro día. No debí besarte. Estuvo muy mal. Supongo que me hice falsas ilusiones al pensar que teníamos los mismos sentimientos. —

—No te perdono. —dije. —Y además yo nunca te di falsas ilusiones, yo siempre fui clara y te dije que solo seriamos amigos. —

—Vamos nos seas así, acepta mis disculpas por favor. —

—Está bien, te disculpo. Ahora disculpa pero tengo algo que hacer. —dije me levanté de punta para comenzar a buscar a Alice.

—Bueno…supongo que prefieres estar con tus amigos "de verdad" …ya entendí. —dijo abatido.

—No seas así Jacob, no es justo. —dije con el ceño fruncido.

—¿Así? —

Lo mire seria.

—Al menos déjame darte mi regalo. —

Asentí resignada.

Metió su mano al bolsillo trasero de su pantalones y sacó una bolsita de tela multicolor atada con unas cintas de cuero. La dejo en mi mano.

Jale la cinta para poder abrir la bolsita y saque algo con algo de metal que tintineo.

—Yo no hice la pulsera. Solo en dije. —

De uno de los eslabones de plata de la pulsera colgaba un pequeño adorno de madera. Lo sostuve entre mis dedos para examinarlo mejor, era un lobo miniatura era muy realista y tenía muchos detalles.

—Es maravilloso, ¿En verdad lo hiciste tu? —pregunte asombrada.

Se encogió de hombros.

—Es una habilidad que aprendí de Billy…él es mucho mejor que yo. —

—Es muy bonito. —

—¿Te ha gustado? —

—Si, es maravilloso. —sonreí. —Pero sigo enojada contigo, que te perdone no quita mi enojo. —

—Lo sé. —dijo soltando un suspiro. —Deja te ayudo. —

Me quito la pulsera de las manos. Estire mi muñeca derecha para que la pusiera.

—Gracias. —dije cuando la abrocho.

Comencé a mirar alrededor para buscar a Alice y a Edward.

—¿Elina? ¿Pasa algo? Te veo muy nerviosa. —dijo Jacob.

—Nada de eso. —seguí buscando entre la gente. —Gracias de verdad por el regalo. Pero ahora tengo que encontrar a Alice. —

—No me digas que tu médium ha tenido una visión. —dijo.

—Algo así. —

—¿Tiene que ver con el chupasangre que estuvo en tu cuarto? —

—Creo que sí. —conteste.

—Explícate. —

—No se casi nada. —admití.

—Cuéntanos lo que sepas. —dijo.

Jacob y su compañeros cruzaron los brazos a la vez. Entonces vi a Alice bajar las escaleras apurada yendo a mi dirección.

—Tengo que hablar contigo. —me susurro al oído.

Asentí.

—Te veo luego Jake. —dije.

Comenzamos a caminar pero un enorme brazo nos bloqueó el paso. Jacob había apoyado una mano en la pared.

—No tan rápido. —dijo serio.

Alice levanto la vista incrédula.

—¿Perdón? —

—¿Qué está pasando? —exigió Jacob.

Jasper llegó de la nada. Alice y yo estábamos contra la pared y al segundo siguiente Jasper estaba junto a Jacob con expresión aterradora. Jacob retiró el brazo con lentitud. Parecía el mejor movimiento posible, si es que quería conservar su brazo.

—Tenemos derecho a saber. —dijo Jacob con una mirada desafiante.

Jasper se puso delante de nosotras.

Los compañeros licántropos de Jacob se acercaron para respaldarlo. Jacob fulmino a Alice con la mirada, y Jasper hizo lo mismo pero mirando a Jacob.

—Está bien, Jasper. Tiene razón. —dijo Alice.

Jasper no se relajó.

—¿Qué viste, Alice? —pregunte.

Ella se volvió para mirarme.

—La decisión ya está tomada. —

De repente me sentí mal.

—Vienen aquí, ¿Verdad? —susurre.

—Si. —contesto.

Los quileutes observaban en silencio.

—¿Con que fin? —pregunte.

—Uno de ellos tiene tu chamarra negra. —

La expresión de Jasper fue de desaprobación, no le hacía gracia decir eso enfrente de los lobos. Pero el tema era urgente.

—No podemos dejar que se acerquen al pueblo, no somos lo suficientes como para protegerlo. —dijo Jasper.

—Lo sé. —contesto Alice. —No importa dónde los enfrentemos, porque seguiremos siendo pocos, y siempre quedará alguno que vendrá a registrar el pueblo. —

—Eso no puede pasar. —murmure. —¿Servirá de algo si me fuera? —

—No. —contesto Alice. —Ellos primero vendrán aquí, donde esta tu olor. —

—Espera. —dijo Jacob. —¿Quine viene? —

Alice le dio una mirada gélida.

—Son de los nuestros. Un montón. —

—¿Por qué? —

—Por Elina. Es lo único que quieren. —

—¿Los superan? ¿Son demasiados para ustedes? —pregunto Jacob.

Jasper se molestó.

—Sera una pelea pareja, perro. Nosotros tenemos algunas ventajas. —

—No, no será pareja. —dijo Jacob con una media sonrisa fiera.

—¡Estupendo! —exclamo de repente Alice. De su rostro se había ido el pánico y la desesperación. Miro a Jacob con una sonrisa enorme que el devolvió. —No tendré visiones si ustedes intervienen, desde luego. Es un problema, pero tal y como están las cosas, creo que es un riego que puedo tomar. —

—Debemos coordinarnos. —dijo Jacob. —No será fácil. Este es más un trabajo para nosotros que para ustedes. —

—Yo no haría esto, pero necesitamos la ayuda, así que no nos vamos a poner exigentes. —dijo Alice.

Comprendí lo que iban hacer rápidamente.

—Vamos, Elina no me mires así, tu querías que todos estuviéramos cooperando entre nosotros, ¿No? —dijo Jacob. —¿Cuántos son? —le pregunto a Alice.

—Su número varia…ahora son veintiuno, pero va a bajar el número. —

—¿Por qué? —pregunto curioso Jacob.

—Es una larga historia y no es el lugar para contártela. —dijo ella.

—¿Y esta noche? —pregunto Jacob.

—Está bien. —dijo Jasper. —Si van a luchar van a necesitar instrucciones para saber pelear contra ellos. —

Los lobos fruncieron el ceño.

—Esto será sumamente raro. Nunca había calculado la posibilidad de trabajar juntos. Esa debe ser nuestra prioridad. —dijo Jasper.

—De eso no hay duda. —coincidió Jacob. —Tenemos que decirle a Sam. ¿A qué hora? —

—¿A qué hora es demasiado tarde para ustedes? —

Los tres pusieron los ojos en blanco.

—¿A qué hora? —repitió Jacob.

—¿A las tres? —

—¿En dónde? —

—A quince kilómetros al norte del puesto del guardia forestal de Hoh Forest. Vengan por el oeste y podrán seguir nuestro rastro. —

—Allí estaremos. —dijo Jacob.

Los tres se dieron vuelta y se fueron.

—{Espero que todo salga bien y nadie resulte herido.} —pensé.