webnovel

Dieciocho. La caza.

Aparecieron de uno en uno en el borde del bosque, a doce metros de donde estábamos nosotros.

El primer hombre entro en el claro y se apartó para dejar el paso a otro más alto, de pelo negro, que se puso delante, dando a entender que era él quien lideraba el grupo.

El tercer integrante era una mujer, desde la distancia en la que estaba lo único que logre a ver era su cabello, que era de un rojo intenso.

Avanzaron con cautela hacia donde se hallaba la familia de Edward, mostrando recelo ante el grupo desconocido y más numeroso.

Pude notar la diferencia entre ellos y los Cullen cuando estuvieron más cerca de nosotros. Su paso era más gatuno, andaban como si estuvieran al acecho. Se vestían con el típico equipo de un excursionista: pantalón de mezclilla y una sencilla camisa de cuello con botones. La ropas se veían gastados por el uso y andaban descalzos. Y pude notar que la chica tenía su cabello lleno de hojas.

Carlisle, flanqueado por Emmett y Jasper, salió a su encuentro. Todos adoptaron una postura erguida y despreocupada, que intenté copiar lo mejor que pude.

El líder era sin duda el más agraciado, con piel olivácea y cabello negro, esbozo una sonrisa amplia que dejo ver sus blancos dientes.

La mujer tenía un aspecto más salvaje, su mirada iba y venía por todos los hombres que tenía delante, su postura era marcadamente felina.

El segundo hombre, de cabello castaño claro, tenía una mirada de calma absoluta, pero era el más atento de los tres.

Los ojos de los recién llegados también eran diferentes. No eran dorados o negros, eran de un rojo profundo, que me heló la sangre.

El moreno dio un paso hacia Carlisle sin dejar de sonreír.

—Creímos haber oído jugar a alguien. —dijo relajado y con un leve acento francés. —Me llamo Laurent, estos son Victoria y James. —señalando a los vampiros que lo acompañaban.

—Yo soy Carlisle y esta es mi familia: Emmett y Jasper, Rosalie, Esme y Alice, Edward y Elina. —nos nombró en grupos para no llamar la atención hacia ninguno de nosotros.

—¿Hay sitio para tres jugadores más? —preguntó Laurent con amabilidad.

Carlisle acomodo el tono de la voz al mismo amistoso de Laurent.

—Bueno, lo cierto es que acabamos de terminar el partido. Pero estaríamos verdaderamente encantados en otra ocasión. ¿Piensan quedarse mucho tiempo en la zona? —

—En realidad vamos hacia el norte, aunque hemos tenido un poco de curiosidad por lo que había aquí. No hemos tenido compañía en mucho tiempo. —

—No, esta región suele estar vacía si exceptuamos a mi grupo y alguna visita ocasional como ustedes. —

El ambiente dio un cambio más calmado, supuse que Jasper estaba usando su don para llevarse toda la tensión.

—¿Cuál es su territorio de caza? —preguntó Laurent.

—Esta, los montes de Olympic, y algunas veces la Coast Ranges de una punta a la otra. Tenemos una residencia aquí. También hay otro asentamiento permanente como el de nosotros cerca de Delani. —

Laurent se balanceo sobre sus talones y pregunto con curiosidad:

—¿Permanente? ¿Cómo consiguieron algo así? —

—¿Por qué no nos acompañan a nuestra casa y charlamos más cómodos? Es una larga historia. —dijo Carlisle.

James y Victoria intercambiaron una mirada de sorpresa cuando Carlisle dijo "casa", pero Laurent controlo mejor su expresión.

—Es muy interesante y hospitalario de su parte. —dijo Laurent con sonrisa encantadora. —Hemos estado de caza todo el camino desde Ontario. —estudió a Carlisle con la mirada, dándose cuenta de su aspecto refinado. —No hemos tenido tiempo de asearnos un poco. —

—Por favor, no se ofendan, pero he de rogarles que se abstengan de cazar en los alrededores de esta zona. Debemos pasar desapercibidos, ya me entiendes. —explicó Carlisle.

—Claro. No pretendemos disputarles su territorio. De todos modos, acabamos de alimentarnos a las afueras de Seattle. —dijo Laurent.

—Les mostraremos el camino si quieren venir con nosotros. Emmett, Alice, vayan con Edward y Elina a recoger el Jeep. —dijo sin darle importancia.

Mientras Carlisle hablaba, ocurrieron tres cosas a la vez. La briza suave despeino mi cabello, Edward se puso rígido y James volteo de un lado a otro buscando mi olor, agitando las aletas de la nariz.

Todos se pusieron rígidos cuando James dio un paso y se agazapo. Edward mostro sus dientes y adopto la misma pose defensiva al tiempo que soltaba un rugido bestial de forma amenazante.

—¿Qué ocurre? —preguntó Laurent sorprendido.

Ni James ni Edward dejaban sus poses defensivas. El primero se movió ligeramente hacia un lado, y Edward imito su movimiento.

—Ella está con nosotros. —

El firme desafío de Carlisle se dirigía a James. Laurent percibió mi olor con menos intensidad, pero pronto se dio cuenta y su rostro reflejo descubrimiento.

—¿Nos trajeron un aperitivo? —dijo con voz incrédula, y sin darse cuenta dio un paso adelante.

Edward rugió con mayor ferocidad y dureza. Laurent retrocedió el paso que había dado.

—He dicho que ella está con nosotros. —repitió Carlisle con sequedad.

—Pero es humana. —dijo atónito Laurent.

—Si…—Emmett se hizo notar al lado de Carlisle, con los ojos fijos en James, que se irguió muy despacio y volvió a su posición normal, aunque las aletas de su nariz seguían dilatadas y no me perdía de vista, Edward siguió en la misma posición de defensa delante de mí.

—Parece que tenemos mucho que aprender unos de otros. —dijo Laurent tranquilo intentando relajar la hostilidad.

—Sin duda. —dijo Carlisle frio.

—Aún nos gustaría aceptar su invitación. —sus ojos fueron a mí, para mirar después a Carlisle. —Y claro, no le haremos daño a la chica humana. No cazaremos en su territorio, como les dije. —

James miro con incredulidad e irritación a Laurent, e intercambio otra larga mirada con Victoria, cuyos ojos seguían mirando nerviosos de rostro en rostro.

Carlisle evaluó la expresión de Laurent antes de hablar.

—Les mostraremos el camino. Jasper, Rosalie, Esme. —llamo y todos se reunieron delante de mí, ocultándome de la vista.

Alice estuvo en un momento a mi lado y Emmett se situó lentamente detrás de mí, sin dejar de mirar a James, que retrocedió unos pasos.

—Vamos, Elina. —ordenó Edward con voz baja.

Camine a lado de él, hacia el borde del bosque. Sin dejar de caminar Edward me subió a su espalda en cuanto llegamos a los árboles. Me sujeté fuerte y mantuve la cabeza baja, cuando se echó a correr con los demás a sus talones. Llegamos al Jeep en un tiempo impresionante. Edward apenas se paró antes de situarme en el asiento trasero.

—Sujétala. —ordenó a Emmett, que se deslizo a mi lado.

Alice se había sentado ya en el asiento delantero y Edward puso su coche en marcha.

Edward gruñía algo demasiado rápido para que pudiera entenderlo, pero sonaba bastante parecido a un montón de maldiciones.

Llegamos a la carretera principal y entonces me di cuenta a donde se dirigía, en dirección contraria a Forks.

—¿Adónde vamos? —nadie me contestó. —¡Maldición, Edward! ¿Adónde me llevas? —

—Debemos sacarte de aquí, lo más lejos posible y ahora mismo. —

—¡¿Qué?! ¡Da media vuelta! ¡Tienes que llevarme a casa! —grite mientras trataba de quitarme el arnés, pero como estaba alterada y nerviosa mis manos temblaban.

—Emmett. —advirtió Edward severo.

Y Emmett me sujeto las manos.

—¡No! ¡Edward no puedes hacer esto! —

—Debo hacerlo, Elina, ahora por favor, quédate quieta. —

—¡No puedo! ¡Mi familia! —

—Edward, detente en la orilla. —por primera vez hablo Alice.

El la miro como si estuviera loca y acelero más el auto.

—Edward, vamos a hablar de esto. —

—No lo entiendes. —dijo frustrado. —¡Es un rastreador, Alice! ¿No te has dado cuenta? ¡Es un rastreador! —

—Detente en la orilla, Edward. —

El tono de Alice era razonable pero con un matiz de autoridad. El velocímetro rebaso los doscientos veinte.

—Hazlo, Edward. —

—Escucha, Alice. El rastreo es su pasión, su obsesión y la quiere a ella, Alice, a ella precisamente. La casería empieza esta noche. —

—No sabe dónde…—

El la interrumpió.

—¿Cuánto crees que dure en seguir su olor por el pueblo? Laurent ya había trazado un plan antes de decir lo que dijo. —

—¡Con mayor razón, Edward! ¡No puedo dejar a mi familia! —dije luchando contra las manos de Emmett.

—Elina tiene razón. —dijo Alice.

El coche redujo la velocidad ligeramente.

—No tardaremos en considerar todas las opciones. —dijo Alice.

El coche esta vez freno en la orilla.

—No hay ninguna opción. —susurró Edward.

—No voy a abandonar a mi familia. —dije ya más calmada.

Alice y Emmett siguieron dando opciones, las cuales Edward al escucharlas las rechazaba sin más. Hasta que me harte.

—¿Alguien quisiera escucharme? —dije enfadada.

—No. —gruño Edward. Alice le dio una mirada enfadada.

—No me hables de en ese tono. —le dije seria. —Tengo una idea, llévame de vuelta…—

—No. —me interrumpió el.

Lo mire para que se callará y escuchara.

—Mira, llévame a mi casa y le digo a mi madre que... no lo sé… Alice me invito a quedarme en su casa unos días o que me invito a ir a alguna parte con ella, ya en el momento se me ocurrirá algo. Alice puede ir conmigo para pedirle permiso a mi madre así me dejara, ella es más permisiva que mi padre, pero convenciéndola a ella mi padre también aceptara. Hago una maleta pequeña, y esperamos que el rastreador este observando y entonces huimos. Nos seguirá y dejará a mi familia en paz. Mi padre no llamara a su amigo policía y tu familia no va a tener problemas y podrás llevarme a donde quieras. —

Me miraron sorprendidos.

—Pues realmente no es una mala idea…—dijo Emmett sorprendido.

—Claro que no, mis padres nos dan a mí y a mi hermano mucha libertad. —le dije

—Podría funcionar, y desde luego no podemos dejar desprotegidos a la familia de Elina. Tú lo sabes. —dijo Alice.

Todos miramos a Edward.

—Es demasiado peligroso… y no lo quiero cerca de ella ni a cien kilómetros a la redonda. —

Emmett rebosaba autoconfianza.

—Edward, él no va a acabar con nosotros. —

Alice se concentró unos minutos.

—No lo veo atacando. Va a esperar a que este sola. —

—No le tomara mucho darse cuenta de que eso no va a suceder. —

—Ya me llevas a mi casa. —

Edward presiono las sienes con los dedos y cerró los ojos. No levanto la vista. Cuando hablo, y hablo como si las palabras salieran sin su consentimiento.

—Le dices a tu madre que te vas esta noche, tanto si el rastreador te ve como si no. Le dirás que Alice te invito de vacaciones. Guardas en la maleta lo primero que tengas a la mano y después se van, les dejaremos este coche. Me da exactamente igual que te diga. Dispones de quince minutos. ¿Me has escuchado? Quince minutos a partir del momento que entres por la puerta. —

El Jeep volvió a andar. La aguja del velocímetro volvió a subir de nuevo.

—¿Emmett? —pregunté, mirándome las manos para que las soltara.

—Ah, perdón. —dijo, y me soltó.

Transcurrieron varios minutos en silencio. Entonces, Edward hablo de nuevo.

—Vamos a hacerlo de esta manera: cuando lleguemos a la casa, Alice la acompañaras hasta la puerta, disponen de quince minutos a partir de ese momento. Emmett y yo controlaremos el exterior. En cuanto salgan suben al Jeep y a mitad del camino las alcanzare corriendo, entonces ustedes —dijo apuntando a Emmett y a Alice. —Irán de regreso a casa y se lo cuentan a Carlisle. —

—De ninguna manera. —contradijo Emmett. —Iré contigo. —

—Piénsalo bien Emmett. No sé cuánto tiempo estaré afuera. —

—Hasta que no sepamos como termina este asunto, estaré contigo. —

Edward suspiro.

—Si el rastreador esta allí, pasaremos de largo. —

—Vamos a llegar antes que él. —dijo con confianza Alice.

Edward pareció aceptarlo.

Pensé un momento en el plan, si mi madre miraba a Alice en los siguientes días y no a Edward pensaría mal y se preocuparía, pero eso no le importaría a Edward y no me dejaría regresar a Forks de todas formas y ahí va a hacer cuando empiecen los problemas con mi padre y todo eso.

—Creo que deberías dejarme ir sola. —dije de repente.

—Elina, por primera vez hagamos algo a mi manera. —dijo entre dientes.

—Escucha, mis padres no son tontos. Si mañana no estás en el pueblo y Alice si, van a sospechar. —

—Es irrelevante. Nos aseguraremos de que se encuentren a salvo y es lo único que importa. —

—Bueno, ¿Y qué pasa con el rastreador? Vio la forma en la que me protegiste. Pensara que estás conmigo, estés donde estés. —

Emmett me volvió a ver sorprendido.

—Edward, escúchala. Creo que tiene razón. —

—Si, estoy de acuerdo. —comentó Alice.

—No puedo hacer eso. —la voz de Edward era fría.

—Emmett debería de quedarse también. Para él ya es personal. —

—¿Qué? —Emmett me volteo a ver.

—Si te quedas tendrás más posibilidades de ponerle la mano encima. —dijo Alice.

Edward la miro incrédulo.

—¿Y tú crees que la voy a dejar ir sola? —

—Claro que no. La acompañaremos Jasper y yo—dijo Alice.

—No puedo hacer eso. —repitió Edward.

—Déjate ver aquí por unos días. Deja que mis padres te miren que vean que no me secuestraste y que James se vaya de caza inútilmente. Asegúrate de que no tenga ninguna pista, luego te vas y me buscas, tomando una ruta que lo despiste. Entonces, Jasper y Alice podrán volver a casa, y yo le diré a mi madre que me voy indefinidamente dándole cualquier excusa. —dije tratando de persuadirlo.

Vi que empezaba a considerarlo.

—A Nueva York. Tenemos un departamento ahí, le diré a mi madre que iremos ahí de vacaciones. —respondí sin duda.

—No. El oirá que es allí a donde van. —dijo con impaciencia.

—Y tú le harás creer que es un truco. Esta consiente de que sabrá que lo estamos escuchando. Jamás creerá que de verdad me dirija a donde anuncie que vamos. —

—Si que eres diabólica. —me dijo Emmett.

—¿Y si no funciona? —dijo Edward.

—Hay varios millones de personas en Nueva York. —

—No es tan difícil usar una guía telefónica. —

—No iremos al departamento. —

—¿Ah, no? —pregunto con una nota peligrosa en la voz.

—Podemos quedarnos donde sea. —

—Edward, estaremos con ella. —le recordó Alice.

—¿Y qué vas a hacer tú en Nueva York? —le preguntó el enojado.

—Quedarme bajo techo. —dijo Alice.

—Vaya si lo voy a disfrutar. —dijo Emmett pensando seguramente en arrinconar a James.

—Cállate, Emmett. —dijo Edward.

—Mira, si intentamos atraparlo mientras ella anda por aquí, hay muchas más posibilidades de que alguien termine herido… tanto ella como tú, al intenta protegerla. Ahora si lo atrapamos solo…—Emmett dejo la frase inconclusa y lentamente empezó a sonreír.

El Jeep empezó a disminuir la velocidad conforme entrabamos al pueblo.

—Elina. —dijo Edward en voz baja. Alice y Emmett miraban por las ventanillas. —Si te pones en algún tipo de peligro o sales herida, te hare totalmente responsable, ¿Lo entiendes? —

—Si. —

Se volvió hacia Alice.

—¿Jasper podrá con este asunto? —

—Confía un poco en él, lo está manejando muy bien, teniendo todo en cuenta. —

—¿Podrás manejarlo tú? —

La pequeña Alice echo hacia atrás los labios y dejo salir un gruñido rudo que hizo que saltara de la impresión.

Edward le sonrió, y de repente dijo:

—Pero guárdate tu opiniones. —