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Cuatro. Las invitaciones.

En mi sueño reinaba una oscuridad muy densa, y aquella luz mortecina parecía proceder de la piel de Edward. No podía verle el rostro, solo la espalda, mientras se alejaba de mi lado, dejándome sumida en la negrura. No lograba alcanzarlo por más que corría, no volteaba por muy fuerte que lo llamara. Sobresaltada, me desperté en medio de la noche y no pude volver a conciliar el sueño durante un tiempo que se me hizo eterno. Después de aquello, estuvo en mis sueños casi todas las noches, pero siempre en la distancia.

El mes siguiente al accidente paso normal, no me importaba que la primera semana de ese mes me convirtiera en el centro de atención. Lo que si me molesto e incomodó fue que Tyler Crowley se puso insoportable: me seguía a casi a todas partes, obsesionado con compensarme de algún modo.

Intente convencerlo de que lo único que quería era que se olvidara de lo ocurrido, sobre todo porque no me había pasado nada, pero continúo insistiendo. Me seguía entre clase y clase, casi la mayoría del tiempo. Mike y Eric se comportaban con el de forma bastante más hostil que entre ellos mismos, lo cual me hacía pensar que Isabella había conseguido otro admirador y por la expresión de su cara uno no muy deseado.

Edward ya estaba sentado cuando entre a Biología, mirando al frente. Me senté, esperando que volteara. No dio señales de haberse percatado de mi presencia, lo miré extrañada, pensé que ya nos llevábamos mejor, bueno creo que no, si él no me habla yo tampoco le hablare, yo no le ruego a nadie.

Ya no había tenido contacto con el después de ese día, no más lo miraba a la hora de Biología, ya que él estaba ahí sentado pero nada más.

Solo algo curioso le pasaba, con cada día que pasaba los ojos dorados se le iban oscureciendo.

Al menos a Mike le complacía la obvia frialdad existente entre mi compañero de laboratorio y yo. Note que le preocupaba que me hubiera impresionado con la muestra de amabilidad que mostro el día que fue a verme al hospital para saber si estaba bien. Quedo muy aliviado cuando se dio cuenta de que parecía haber tenido el efecto opuesto. Su confianza aumento al grado de sentarse al borde de mi mesa para conversar antes de que empezará la clase de Biología, ignorando a Edward de forma tan absoluta como el a nosotros.

La nieve se derritió después de aquel peligroso día.

Mike quedo decepcionado por no haber podido organizar su pelea de bolas de nieve, pero le complacía que pronto pudiéramos hacer la excursión a la playa.

No obstante, continúo lloviendo a cantaros y pasaron las semanas.

Jessica hizo que me acordara que se planeaba otro acontecimiento… El primer martes de Marzo me llamo por teléfono y me pidió permiso para invitar a Mike al baile de primavera que tendría lugar en dos semanas.

—¿Segura que no te importa? ¿No pensabas pedírselo? —insistió cuando le dije que no me importaba en los más mínimo.

—No, Jess, no me importa, eres libre de pedirle lo que quieras. — le dije.

Al siguiente día en la escuela un muchacho de ultimo grado que había visto muchas veces en los pasillos, se me acerco un poco inseguro, me pregunto que si podíamos hablar en privado. Cuando llegamos a un salón en desuso me dijo:

—Emm… hola soy Nicolas Williams. —dijo con una sonrisa nerviosa.

—Hola, bueno soy Elina Yorkie. —le dije un poco extrañada.

—Si, ya se quién eres. Quería preguntarte algo. — dijo, asentí con la cabeza y lo alenté a que me preguntara. —Bueno ¿Quisieras ir al baile conmigo. —

Lo mire un poco extrañada, pues solo había hablado con el una vez. Luego se aclaró la garganta y me empezó a contar que él era gay y que solo iríamos como amigos. Luego me dijo que él ya tenía novio, mayor que él que ya no iba a la escuela pero tenían una relación a escondidas, ya que a él le daba miedo que su familia se enterara y que los demás lo juzgaran, pensé lo que me había dicho y no le mire lo malo de ir como amigos y le dije:

—Claro que iré contigo. —le di una sonrisa amable. —Pero deberías considerar decirle a tu familia que eres gay, no es bueno andar escondiendo lo que sientes. —

—Si ya sé que no es bueno que este guardando este secreto por tanto tiempo, pero ya me voy a graduar y le diré a mi familia. Mi novio me pidió vivir juntos y le dije que si así que les voy a decir que me mudare con él, solo estoy un poco nervioso. —dijo con una sonrisa.

—No tienes que ponerte nervioso, es lo que eres y nadie te puede cambiar. —

—Gracias por todo. — me dijo con una genuina sonrisa. —¿Nos vemos el día del baile? Solo pásame tu dirección y tu número. —

Asentí, le di mi número, mi dirección, nos despedimos y salimos del salón cada uno por su lado.

Cuando me tope con Jessica en el pasillo me sorprendió que no mostrara su efusivo ego de costumbre en clase de Trigonometría y Español. Permaneció callada mientras caminaba a mi lado junto con Isabella entre cada clase y otra, y me dio miedo preguntarle la razón. Si Mike le había rechazado yo era la última persona a la que querría contárselo.

Mis sospechas aumentaron duran el almuerzo, cuando Jessica se sentó lo más alejada que pudo de Mike y charlo animadamente con Eric. Mike estuvo inusualmente callado.

Mike continuo en silencio mientras nos acompañaba a Isabella y a mí a la clase. El aspecto violento era una mala señal, pero no abordó el tema hasta que estuve sentada en mi pupitre y él se encaramo en la mesa.

Como siempre, estaba consciente de que Edward se sentaba lo bastante cerca como para tocarlo.

—Bueno. —dijo Mike, mirando al suelo. —Jessica me ha pedido que la acompañe al baile de primavera. —

—Eso es estupendo. —le dije con entusiasmo. — Te vas a divertir mucho con ella. —

—Eh, bueno…—se quedó sin saber que decir mientras estudiaba mi sonrisa, era obvio que mi respuesta no le satisfacía. —Le dije que tenía que pensarlo. —

—¿Por qué? —deje que mi voz reflejara cierta desaprobación, aunque me aliviaba saber que no le había dado a Jessica un "No" definitivo. Se puso colorado como un tomate y bajo la vista.

—Me preguntaba si… bueno… si talvez tenías intención de pedírmelo tu. —

Me tomé un respiro para contestarle lo más amable posible, pero por el rabillo del ojo vi que Edward inclinaba la cabeza hacia mí con gesto de reflexión.

—Mike creo que debes de aceptar la propuesta de Jess. —le dije.

—¿Ya se lo pediste a alguien? —

¿Se había percatado Edward de que Mike posaba sus ojos en él? Bueno… ¿Eso importa? No creo.

—Si. —le asegure. —Lo siento pero le acabo de preguntar a alguien ya. —le dije con una sonrisa de disculpa.

—¿Por qué? —

No le quería dar tantas vueltas al asunto a sí que le dije:

—Porque me agrada y fue al primero que vi hoy. Lo siento, no deberías hacer esperar a Jessica más tiempo. Es de mala educación. —

—Si, tienes razón. —mascullo y abatido se dio la vuelta para volver a su asiento.

Lo volteé a ver y vi que hablaba con Isabella, le dijo algo y ella solo negó, creo que también le dijo lo mismo que a mí y ella también le dijo que no, pobre chico.

Mire hacia adelante en cuanto el señor Banner empezó a hablar.

Edward me miraba con una expresión que no pude descifrar bien, era como entre tristeza, curiosidad y aquel punto de frustración de sus ojos negros era ahora aún más perceptible.

Le devolví la mirada con una ceja alzada, esperando que el apartara la suya, pero en lugar de eso, siguió estudiando mis ojos a fondo y con gran intensidad.

—¿Señor Cullen? —repitió el profesor, que aguardaba la respuesta a una pregunta que yo no había escuchado.

—El ciclo de Krebs. —respondió Edward, parecía reticente mientras se volteaba a mirar al señor Banner.

Cuando dejo de mirarme, me concentre en la clase no me importaba como me estuviera mirando, no iba a bajar la mirada ni a ser una cobarde, yo no era así.

Cuando sonó la campana, le di la espalda, esperando que, como de costumbre se fuera de inmediato.

—¿Elina? —

Su voz no debería resultarme tan familiar, pero por desgracia lo era y eso que no habíamos hablado durante semanas. Sin querer, me volví. No quería sentir lo poco que sabía que iba a sentir cuando al fin contemplara su rostro. Puse una expresión neutra con una ceja alzada. La suya era inescrutable. No dije nada.

—¿Qué? ¿Me vuelve a dirigir la palabra? —pregunté con un poco de petulancia en la voz.

Sus labios se curvaron, escondiendo una sonrisa.

—No, en realidad no. —admitió.

Lo mire enojada, respire hondo por la nariz, para no lanzarle la silla, consciente de que me rechinaban los diente. No me debería de afectar tanto, ¡Pero como me desespera este chico!

—Entonces, ¿Qué quieres, Edward? —le dije mirándolo directamente a los ojos.

—Lo siento. —parecía sincero. —Estoy siendo muy grosero, lo sé, pero es mejor así. —su rostro estaba serio.

—Explícate, no sé qué quieres decir. —le dije un poco irritada.

—Es mejor que no seamos amigos. —me explico. —Confía en mí. —

Entre cerré los ojos.

—Es una lástima que no lo descubrieras antes. — le dije entre dientes. —Te podrías haber ahorrado el disgusto. —

—¿Disgusto? —la palabra y el tono de mi voz lo sorprendieron con la guardia baja, sin duda. — ¿Disgusto por qué? —

—Por ir al hospital a ver si seguía viva, o a ver si la ambulancia no se había estrellado en algún árbol o yo que se, algo más grave. —le dije, ya sé que estoy siendo muy exagerada pero, el drama, me gusta un poquitito.

Estaba atónito. Me miró fijamente sin dar crédito a lo que oía. Casi parecía enfadado cuando al fin hablo:

—¿Crees que me arrepiento de ir al hospital y sabe que estas bien? —

—Se que es así. —le dije con brusquedad, era la discusión más tonta de mi vida, pero que se le va a ser, así soy.

—No sabes nada. —

Definitivamente, se había enfadado. Aleje bruscamente mi rostro del suyo, contando hasta diez para no gritarle a la cara de hasta lo que se iba a morir. Recogí los libros, luego me puse de pie para dirigirme a la puerta y hacer una excelente salida dramática, me alejé caminado a la clase de Educación física sin mirar atrás.

La hora de gimnasia fue buena para alejar por un rato del hecho que quería matar a Edward. Cambiamos de deporte, jugamos baloncesto. Mi equipo me pasaba la pelota seguido, lo cual me agradaba un poco ya que tendría que estar concentrada y no pensar en otras cosas, o personas.

Cuando termino la clase está cansada, me reuní con Eric en la entrada de la escuela, me dio la llaves del auto me dijo que me adelantara que tenía que hacer algo importante, le pregunte que era y en un susurro me dijo que iría a pedirle a Isabella ir al baile, le desee suerte y fui hacia el auto.

Cuando regreso se miraba desanimado, le dije que alguna chica linda le pediría ir con él al baile, y que Isabella no era la gran cosa, era super torpe e insegura y, eso no es bueno en una persona y menos en una pareja. Eso lo animo más y me dio las gracias.

Cuando íbamos a la salida, Edward nos a rebaso con su coche cortándonos el paso para esperar a su familia, mire por el espejo retrovisor estaba Isabella la cual se miraba irritada hablando con Tyler, atrás del pickup de ella ya se empezaba a formar la fina de autos. Mire hacia adelante esperando a que avanzáramos, cuando escucho que alguien toca con los nudillos el cristal de la ventanilla del copiloto, Eric y yo miramos a Tyler confundidos, baje la ventanilla. Estaba helado hasta los huesos. Abrí el cristal hasta la mitad y me detuve.

—Lo sentimos, Tyler. —seguía sorprendida, ya que resultaba evidente que no era culpa nuestra. —El coche de los Cullen nos tiene atrapados. —

—Oh, lo sé. Solo quería preguntarte algo mientras estábamos aquí detenidos. —me sonrió. —¿Me vas a pedir que te acompañe al baile de primavera? —

—Ya tengo pareja, Tyler. —le dije.

—Eso me dijo Mike. — admitió.

—Entonces, ¿Por qué…? —

Se encogió de hombros.

—Tenía la esperanza de que fuera una forma de suavizarle la negativa. —

—Lo siento, Tyler. Pero en verdad ya tengo pareja. — le dije.

—Está bien. Aún nos queda el baile de fin de curso. —

Camino de vuelta hacia su coche antes de que pudiera responderle. Mi hermano me miraba de manera interrogante y le dije que luego le contaba. Mire hacia delante y observe a Alice, Rosalie, Emmett y Jasper dirigirse al Volvo. Edward no me quitaba el ojo de encima por el espejo retrovisor. Resultaba evidente que estaba doblado de risa, como si lo hubiera escuchado todo, lo mire mal y antes de que pudiera hacer algo, Edward ya se alejaba a toda velocidad.

Al llegar a casa, decidí hacer mi tarea, algo que mantendría mi mente ocupada.

El teléfono sonó mientras terminaba de escribir algo, era Jessica, que estaba extasiada. Mike la había alcanzado después de la clase para aceptar la invitación. Lo celebre con ella unos instantes mientras abría un libro en la página correcta. Jessica debía colgar, ya que quería telefonear a Angela, a Lauren e Isabella para decírselos. Le sugerí por "casualidad" que quizás Angela, se lo podría pedir a mi hermano Eric. Y Lauren se lo podría pedir a Tyler, Jess pensó que era una gran idea. De hecho, ahora que ya tenía seguro a Mike, sonó sincera cuando me dijo que deseaba que consiguiera pareja para el baile. Le mencione que ya le había preguntado a un chico llamado Nicolas Williams. Ella se emocionó mucho ante mi respuesta.

Después de colgar intente concentrarme en la tarea. No quería que algo me saliera mal y no me pusieran la nota completa.

A la mañana siguiente, le pedí a Eric que se estacionara lo más lejos del Volvo plateado, me miro raro pero lo hizo. Quise apartarme del camino de la tentación para no terminar debiéndole a Edward una nariz nueva.

Al salir del coche mi hermano se fue con sus amigos, y yo jugueteé con mis llaves, que cayeron en un charco cercano. Mientras me agachaba a recogerlas, surgió de repente una mano muy blanca y las tomo antes que yo. Me erguí rápidamente. Edward Cullen estaba a mi lado, recostado como por casualidad contra mi coche.

—¿Cómo lo haces? —pregunte asombrada e irritada.

—¿Qué cosa? —me tendió las llaves mientras hablaba y las dejo en la palma de mi mano cuando iba a tomarlas.

—Aparecer de la nada. —

—Elina, no es mi culpa que seas algo despistada. —lo mire indignada, yo no era despistada.

Como de costumbre, hablaba con calma, con voz pausada y aterciopelada. Fruncí el ceño. Hoy sus ojos volvían a relucir con un tono profundo y dorado como la miel.

—¿A qué se debió que me cerraras el paso ayer en la salida? —quería saber. —Se suponía que yo no existía. —

—Eso fue culpa de Tyler, no mía. —se rio con disimulo. —Tenía que darle su oportunidad. —

—<Tu hijo de …>— me interrumpí, respire profundo y lo mire. Parecía que se divertía a un más haciéndome enojar.

—No finjo que no existas. —continuo.

—¿Quieres matarme del enojo dado que la camioneta de Tyler no lo consiguió? —

La ira destello en sus ojos. Frunció lo labios y desapareció toda señales de alegría.

—Elina, eres totalmente absurda. —murmuro con frialdad.

Sentí un cosquilleo en la palma de las manos y me entro una ansia de pegar a alguien. Le di la espalda y comencé a alejarme.

—Espera— grito.

Seguí caminando, chapoteando enojada bajo la lluvia, pero se puso a mi altura y mantuvo mi paso con facilidad.

—Lo siento. He sido descortés. —dijo mientras caminaba, lo ignore. —No estoy diciendo que no sea cierto. —prosiguió. —Pero de todos modos no ha sido de buena educación. —

—¿Por qué no me dejas sola? —le dije molesta.

—Quería pedirte algo, pero me desvíe del tema. — volvió a reír entre dientes. Parecía haber recuperado el buen humor.

—¿Tienes un trastorno de personalidad múltiple? O ¿Eres bipolar? — le pregunte.

—Y lo vuelves a hacer. —

Suspire.

—Está bien entonces ¿Qué me querías decir? —

—Me preguntaba si el domingo de la próxima semana, ya sabes, el siguiente día al del baile de primavera…—

—¿Qué pretendes? —lo interrumpí, volviéndome hacia él.

Mi rostro se empapo cuando alce la cabeza para mirarlo. En sus ojos había una perversa diversión.

—¿Por favor, vas a dejarme terminar? —

Lo mire, respire hondo y junte las manos, entrelazando los dedos, para no cometer ninguna imprudencia.

—Me preguntaba si querrías dar un paseo ese día. —

Aquello fue totalmente inesperado.

—¿Qué? —no estaba segura de a donde quería llegar.

—¿Quieres dar un paseo el domingo? —volvió a preguntar.

—¿Contigo? —pregunte, desconcertada.

—Obviamente. —dijo.

—Ya tengo planeado ir a Seattle sola. —le dije, recalcando el "sola".

—Que coincidencia, yo también planeaba ir a Seattle en las próximas semanas y, para ser honestos no creo que tengas un coche para ir. —

—Claro que tengo. —le dije mientras apuntaba al auto en el cual había venido con mi hermano.

Hice un ademan de seguir caminando, pero estaba demasiado sorprendida para seguir con el mismo nivel de ira.

—¿Tienes la licencia para conducir?. —volvió a mantener el ritmo de mis pasos.

—No es de tu incumbencia. —sabia que algo se me olvidaba, no he sacado la licencia. Te odio flojera.

—Es ilegal ir sin licencia. —

—De verdad, Edward, no te entiendo, creía que no querías ser mi amigo. —

—Dije que sería mejor que no lo fuéramos, no que no lo deseara. —

—Vaya, gracias, eso lo aclara todo. — le dije con sarcasmo.

Me di cuenta de que habíamos dejado de caminar otra vez, ahora estábamos en el interior de la cafetería.

—Sería más… prudente para ti que no fueras mi amiga. —explico. —Pero ya me cansé de alejarme de ti, Elina. ¿Me acompañaras a Seattle? —preguntó

Asentí con la cabeza, con los brazos cruzados sobre mi pecho, un poco molesta por la anterior discusión. Sonrió levemente y luego su rostro se volvió serio.

—Deberías alejarte de mí, de veras. —me previno.— Te veré en clase. —

Dio media vuelta bruscamente y se fue por el camino por el que habíamos llegado.

Yo solo que me quede ahí parada.

—{Si que debe de tener algún problema de personalidad múltiple.} —pensé.

Resople irritada y caminé hacia mi primera clase.