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Cuatro. El gesto.

La fiesta comenzó con suavidad, prueba de que el plan infalible de Alice se estaba llevando a cabo. En estos momentos se ponía el sol sobre el rio y la ceremonia duro exactamente el tiempo necesario para que el sol se desvaneciera detrás de los árboles. Las luces que adornaban los árboles brillaban mientras Edward me llevaba hacia la parte trasera de la casa. allí había otras miles de flores blancas, que hacia la función de carpa sobre la pista de baile.

El ambiente era tan agradable, era relajante y tranquilo. Todos comenzaron a dispersarse mientras hablaban y la pasaban bien.

—Felicidades, chicos. —dijo Seth Clearwater.

Su madre Sue Clearwater estaba a su lado, y junto a ella venían Charlie Swan y Billy Black.

Como si fueran amigos de toda la vida, Seth se inclinó hacia Edward y lo abrazo. Pude ver como Sue se estremecía al ver la acción.

—Me alegro de que al final todo haya salido bien, hombre. —dijo Seth. —Me siento feliz por ti. —

—Gracias, Seth. Eso significa mucho para mí. —Edward se separó de Seth y le dio una mirada significativa a Sue y Billy. —Gracias también a ustedes, por dejar venir a Seth y apoyar a Elina. —

—De nada. —dijo Billy con voz profunda.

Charlie nos miró un poco incomodo y solo nos dijo un sincero: —Felicidades. —el cual agradecimos. 

Como se estaba formando una fila, se despidieron con un gesto de mano y caminaron hacia donde estaba la comida.

Los siguientes en reclamar nuestra atención fue Angela y Ben, y después Mike y Jessica, quienes venían tomados de la mano, cosa que no me sorprendió, ya que la última vez que hable con Jessica ellos lo estaban volviendo a intentar.

Detrás de mis amigos humanos venían nuestros primos políticos, el clan Delani encabezado por una rubia, la cual fue la primera en acercarse y supuse que era Tanya, ya que rápidamente abrazo a Edward. A su lado venían otros tres vampiros de ojos dorados que me miraban con mucha curiosidad. Una de las mujeres tenía el cabello largo y de un rubio muy pálido. La otra y su acompañante tenían los dos el cabello negro.

Les sonreí. Eran hermosos igual que todos los vampiros con los que me había topado, pero por supuesto su belleza no bajaba mi autoestima, yo soy igual de hermosa.

Tanya seguía reteniendo a Edward.

—Oh, Edward. —dijo Tanya. —Te he extrañado. —

Edward soltó una risita entre dientes y se deshizo de su abrazo. Coloco una mano en su hombro y dio un paso hacia atrás.

—Cuanto tiempo, Tanya. —dijo Edward. —Te ves bien. —

—Tu igual. —dijo ella.

—Deja presentarte a mi mujer. —dijo Edward con satisfacción haciendo que los Delani soltaran una risa suave. —Te presento a mi esposa, Elina. —

Sonreí como solo yo lo sabía hacer y la miré directo a los ojos.

—Bienvenida a la familia, Elina. —sonrió compungida. —Nos consideramos también parte de la familia de Carlisle y siento mucho el..., ejem, reciente incidente, cuando no nos comportamos como tales. Deberíamos habernos conocido antes, ¿Podrás perdonarnos? —

—Claro que sí. —sonreí. —Es un placer conocerlos al fin. —

—Ahora los Cullen están igualados en número. Quizá sea nuestro turno, ¿Eh, Kate? —dijo Tanya sonriéndole.

—Sigue soñando. —le dijo, para después tomar mi mano y darle un apretón amistoso. —Bienvenida, Elina. —

La mujer de cabello oscuro también me tomo de la mano.

—Yo soy Carmen y él es Eleazar. De verdad estamos encantados de haberte conocido. — 

—Es un placer. —

Tanya miro detrás de ella, Mark y su esposa mirando con ojos redondos al clan Delani.

—Tendremos oportunidad de conocernos mejor en otro momento. ¡Tenemos miles de años para eso! —Tanya se echó a reír mientras ella y su familia avanzaban.

Después de terminar de recibir las felicitaciones de todos los invitados, seguimos con las fotos, me vi casi aturdida con todo los flashes que iban a mi dirección, pero eso no quito que posara con una sonrisa junto con mi esposo. Nos tomaron una foto mientras Edward y yo sosteníamos el cuchillo en lo alto de un pastel espectacular y grande. Nos turnamos para darnos pastel, y no desperdicie la oportunidad de poder embarrar la cara de Edward y el cómo venganza había manchado la mitad de mi cara, cosa que no le agrado a alise. Terminamos riéndonos de nosotros mismos.

Después llegó el momento de tirar el ramo, lo tire con todas mis ganas, cayendo en las manos de una sorprendida Angela la cual se ruborizo cuando miro a su novio Ben sonriendo. 

Emmett y Jasper soltaron una carcajada cuando miraron mi cara sorprendida y ruborizada, y como no estarlo si de repente Edward se agacho para meterse debajo de mi falda y quitar la liga prestada que tenía en el muslo con los dientes. Se la tiro a Mike Newton a la cara, dándole un guiño rápido.

Cuando comenzó la música, Edward me tomo de la mano mientras me guiaba a la pista para el primer baile como casados. Bailamos y giramos casi por toda la pista de baile. Como los dos sabíamos bailar no se nos hizo nada complicado.

—¿Está disfrutando de la fiesta, señora Cullen? —me susurro al oído.

Rei.

—Todo está siendo perfecto, es más de lo que en algún momento imagine. —sonreí. —Creo que me va a llevar un poco de tiempo acostumbrarme a ser llamada así. —

—Tenemos todo el tiempo del mundo. —recordó totalmente feliz.

Se inclino hacia mí para besarme mientras bailábamos. Otra ola de flashes nos dio.

La música cambio y mi padre le dio un golpecito en el hombro a Edward. Mi padre y yo comenzamos a bailar al ritmo de la música. Edward y Esme estaban a un lado de nosotros bailando de forma casi profesional.

—Te voy a extrañar, mi pequeña. —

—Aun tienes a Eric, no creo que te puedas deshacer de él. —bromee con un nudo en la garganta.

Me dedico una sonrisa.

El siguiente en acercarse fue Eric.

—Que se siente ser una señora casada. —me pregunto burlón.

—Nada del otro mundo, solo estoy feliz de estar con alguien que amo mucho. —dije sincera. —A ver cuando te animas, no creo que Katie quiera ser solamente tu novia, pude ver como casi se lanza a Angela cuando atrapo el ramo. —me burle.

—Ya estoy pensando en eso. —me guiño un ojo.

Lo mire con sorpresa.

—¿Qué? Haber dime. —

—No, es secreto. —

Lo miré con los ojos entre cerrados pero ya no dije nada.

Me pareció haber bailado con todos. Había bailado con Emmett el cual no desaprovechó la oportunidad de decir uno de esos comentarios que tanto lo caracterizaban: "Espero que hayas dormido lo suficiente todo este tiempo, ya que en la luna de miel no lo harás", le di un manotazo en el brazo, el solo soltó una carcajada. El baile con los demás hombres de la familia había sido más tranquilo.

No paso mucho tiempo cuando volví a los brazos de mi esposo.

—¿Te sigue cayendo mal Mike? —pregunte mientras nos alejábamos de él mientras seguíamos bailando.

—No cuando tengo que escuchar sus pensamientos. Me dan ganas de sacarlo a patadas, pero no te preocupes no importa. —

—Claro que no importa. —sonreí.

—¿Has tenido la oportunidad de mirarte en un espejo? —pregunto.

—Algo, no mucho. —mentí un poco.

—Entonces, supongo que te habrás dado cuenta de cuan hermosa estás esta noche. —dijo y recordé como me está coqueteando a mí misma en el espejo. —No me sorprende que Mike haya sido incapaz de evitar pensamientos impropios sobre una mujer casada. —

—Alice hizo un gran trabajo. —sonreí.

—Tu eres hermosa con y sin la ayuda de Alice, corazón. —

Antes de que pudiera decirle algo, Edward se puso rígido y giro hacia otra dirección, como si alguien lo hubiera llamado por su nombre.

—¡Oh! —dijo frunciendo el ceño, pero tan rápido como puso esa expresión en su rostro, se fue.

—¿Qué pasa? —pregunte.

—Un regalo de boda sorpresa. —

Lo mire confundida.

Edward nos hizo bailar de nuevo, girando en dirección opuesta a donde nos habíamos ido antes, lejos de las luces y después hacia la noche que rodeaba la pista de baile. No se paró hasta que estuvimos cerca de los enormes arboles del bosque. Entonces, Edward miró hacia delante, hacia la parte más oscura. 

—Gracias. —dijo Edward a la oscuridad. —Es muy…amable de tu parte. —

—Soy todo un amor de persona. —dijo una voz que pude reconocer fácilmente. —¿Me permites? —

Estaba tan sorprendida y feliz de ver lo ahí.

—¿Jacob? —pregunte.

—Aquí estoy, Elina. —me contesto desde las sombras.

Edward me tomo de la mano y caminamos con cuidado de no caerme con el vestido hacia donde supuse estaba Jacob. Sentí el cambio de temperatura cuando otras manos sostuvieron las mías. Jacob me acerco hacia él, comenzamos a bailar.

—Rosalie no me perdonara si no le concedo su turno oficial de baile. —murmuro Edward y caminar hacia la fiesta, dándonos un momento asolas.

—Gracias por venir, me alegra mucho que estés aquí. —dije con los ojos cristalizados.

Me emocionaba tanto que mi mejor amigo estuviera en un momento muy importante en mi vida.

—No vayas a llorar, eh. El vestido es muy bonito como para arruinarlo. —

Asentí mientras parpadeaba muy rápido para quitar las lágrimas de mis ojos.

—Ahora todos los que aprecio están aquí. —dije.

—Siento haber llegado tarde. —

—No importa, lo importante es que ya estás aquí. —dije. —¿Sabe Billy que estas aquí? —pregunte.

—Estoy seguro de que Sam se lo dijo, iré a verlo cuando la fiesta acabe. —

—Estará tan feliz de ver que has vuelto. —

Jacob se echó un poco hacia atrás. Dejó la mano izquierda en mi espalda y sujetó mi mano derecha con la otra. Acunó nuestras manos contra su pecho. Supuse que no la había puesto allí por accidente.

—No sé si podré tener algo más que sólo un baile. —dijo, y comenzó a movernos en un círculo lento que no seguía el ritmo de la música. —Lo haré lo mejor posible. —

Sonreí.

—Estoy contento de haber venido. —dijo después. —Aunque no pensé que sería así. Pero es estupendo verte una vez más. No resulta tan triste como me imaginaba. —

—No deberías estarlo. —dije.

—Ya lo sé, y no he venido a hacerte sentir mal. —

—Me hace feliz que hayas venido, es un buen regalo. —

Se echo a reír.

—Qué bueno, porque no tuve tiempo de detenerme a comprar un regalo. —dijo.

Poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y lo pude ver mejor.

—¿Cuándo decidiste regresar? —pregunte.

—¿Consciente o inconscientemente? ¿La verdad? No sé. Supongo que estuve vagabundeando por ahí durante un tiempo, pero no fue hasta esta mañana cuando realmente empecé a correr. No sabía si llegaría a tiempo. —comenzó a reír. —No sabes lo extraño que se siente andar en dos piernas de nuevo, ¡Y con ropa! He perdido practica de como ser humano. —suspiro. —De todos modos, habría sido una pena que me perdiera verte así, estas muy hermosa, Elina. —

—Creo que tengo que agradecer a Alice. —sonreí. Lo mire con más detenimiento. —¿Te cortaste el pelo? —

—Bueno creí que ya necesitaba uno, ya sabes lo hace todo más fácil. —

—No te queda tan mal que digamos. —dije con una sonrisa.

—No te burles, pudo haber quedado mejor pero use las tijeras oxidadas de la cocina. —de repente su expresión se tornó seria. —Elina, ¿Eres feliz? —

—Si. —

—Eso es lo más importante. —dijo.

—¿Y cómo estas tu? —pregunte.

—Estoy bien, de verdad. Aunque me molesta un poco la niñera. —

—¿Niñera? —

—Sam está ahí afuera y también alguno de los otros por si acaso. —

—¿Tan vigilado te tienen? —

—Si, todo eso es por si no puedo controlarme. Por si hecho a perder la fiesta. —dijo y se quedó callado mientras acomodaba sus pensamientos. —Pero no he venido aquí para echar a perder la fiesta. Estoy aquí para…—su voz se apagó poco a poco. —Estoy aquí porque soy tu amigo…nada más. —suspiro.

—Sam debería confiar más en ti. —

—Quizá sea mejor que estén aquí, de todas maneras. Para poder vigilar a Seth. Aquí hay muchos vampiros y Seth no toma eso con seriedad. —

—Él sabe que estando los Cullen aquí no hay peligro. —dije.

—Si, si, ya se. —dijo.

Otra canción comenzó y empezamos a bailar en silencio.

—Quisiera bailar todas la canciones que pudiera pero no quiero comenzar ese tema. —dijo.

—No importa que me pase siempre seguiré siendo la misma. —

—No es cierto. —dijo. —¿Sabes? En mi mente prefiero recordarte así, con las mejillas sonrojadas y el latir de tu corazón. —

No dije nada.

Jacob abrió la boca para decir algo más pero la cerro de inmediato mirando hacia otro lugar con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa? ¿Qué quieres preguntar? —pregunte.

—No, no es nada importante. —

—Ay, vamos, pregúntame. —insistí.

—Es que no…es que… es una pregunta. Quiero que me digas algo. —

—Pregunta. —

—No debería. No importa de todos modos es solo curiosidad morbosa. —

Rápido supe que es lo que preguntaría.

—No ocurrirá esta noche, Jacob. —le susurre.

—Oh. —dijo soltando un suspiro de alegría. —Está bien. —

Comenzó a sonar una nueva canción.

—¿Cuándo? —murmuro.

—No lo sé tal vez en una semana o dos. No quiero pasarme mi luna de miel retorciéndome del dolor. —dije.

—¿Cómo la pasara entonces? ¿Jugando juegos de mesa? —se comenzó a reír.

—Ja, ja, muy gracioso. —

—No te engañes, Elina. Siendo sincero no le veo el punto. No vas a tener una luna de miel de verdad con tu vampiro, así que, ¿Por qué no hacerlo de una vez? Ésta no es la primera vez que lo pospones, lo cual me parece estupendo, la verdad. Que no te dé vergüenza. —

—Voy a tener una luna de miel auténtica. Pero eso es algo que a ti no te tiene que importar. — 

Detuvo nuestra vuelta lenta de forma abrupta. Abrió los ojos con confusión y horror

—¿Qué? —pregunto con horror. —¿Qué es lo que has dicho? —

—¿De qué? ¿Qué pasa? —pregunte.

—¿Qué quieres decir con una luna de miel autentica? ¿Siendo aun humana? ¿Estas jugando? ¡No digas cosas como esas, Elina! —

Me separe de él y lo mire mal.

—Jacob, eso no es de tu incumbencia, no sé porque empezamos hablar de eso en primer lugar, es algo privado. —

Me tomo de los hombros con fuerza y me sacudió un poco.

—¡Ay, Jacob! ¡Suéltame! —exigí.

—¡Elina! ¿Te has vuelto loca? ¡¿Cómo puedes ser tan estúpida?! ¡Dime que solo es una broma! —

Me volvió a sacudir. Pude sentir como comenzaba a temblar con fuerza.

—¡Jacob, basta! ¡Me lastimas! —grite.

De repente la oscuridad se llenó de personas.

—¡Quítale las manos de encima! —gruño Edward con ira.

Detrás de Jacob se comenzaron a escuchar aullidos.

—Jake, hermano, vámonos. —dijo Seth. —Te estas descontrolando. —

Jacob seguía sin soltarme, me miraba con horror.

—Le vas a hacer daño. —dijo Seth. —Suéltala. —

—¡Ahora! —gruño Edward.

Las manos de Jacob me soltaron y cuando pude sentir esa parte sentí casi dolor. Antes de que pudiera darme cuenta de nada más, unas manos frías me tomaron, y una ráfaga de viento me azoto, nos habíamos movido muy rápido.

Cuando me di cuenta estaba de pie a unos dos metros de donde había estado antes. Edward había adoptado una postura muy tensa delante de mí y dos enormes lobos, estaban entre él y Jacob. Aunque a mí no me parecieron agresivos. Más bien estaban intentando evitar una pelea. 

Seth había envuelto el tembloroso cuerpo de Jacob con sus brazos, mientras intentaba apartarlo de la escena, pero si Jacob entraba en fase tan cerca de Seth... ni siquiera quería pensarlo.

—Vamos, Jake, tenemos que irnos. —dijo Seth.

—Te matare. —amenazo Jacob con los ojos clavados en Edward. —¡Te matare en este momento con mis propias manos! —

El lobo más grande y negro sonto un aullido.

—Seth, hazte a un lado. —dijo Edward. 

Cómo pudo Seth se la ingenio para dar unos pasos hacia atrás junto con Jacob.

—No lo hagas, Jake. Anda, vámonos. —volvió a decir Seth.

Los tres, Seth jalando, Jacob temblando y Sam empujándolo, desaparecieron en la oscuridad.

Mis ojos se comenzaron a cristalizas, porque tenía que decir eso. Se suponía que tenía que ser un reencuentro feliz con mi mejor amigo. Y se había arruinado por completo.

—Todo estará bien, corazón. —murmuro Edward mientras me abrazaba.

Asentí.

Después de un rato me calmé y pude hablar.

—¿No se arruino mi maquillaje? ¿Cómo está el vestido? —pregunte. 

—Todo está perfecto, te vez hermosa como siempre. —me sonrió.

—Está bien, volvamos. —

Me rodeó con sus brazos y me guio hacia la luz. Cuando pasamos al lado de las luces, me hizo girar suavemente hacia la pista de baile. Nos mezclamos con los otros bailarines como si nunca hubiéramos parado.

Mire a los invitados, pero ninguno parecía asustado o sorprendido. Sólo los vampiros mostraban algún signo de tensión, el cual escondían muy bien. Jasper y Emmett estaban al borde de la pista, y me imagina que habían permanecido cerca de nosotros durante el enfrentamiento anterior.

—¿Cómo estás? —me susurro al oído Edward.

—No puedo creer que se haya comportado de esa manera, pensé que hoy sería diferente. —

Al final estaba contenta de poder ver a mi mejor amigo en un día tan importante para mí, aunque se haya comportado como un idiota.

—Ya no pensemos en eso, ¿Sí? —dije.

—Estas monopolizando a la novia. —dijo Emmett acercándose a Edward. —Es mi turno de bailar con mi nueva hermanita. Tal vez sea mi última oportunidad de sonrojarla. —soltó una carcajada.

Resultó que había un montón de gente con la que no había bailado aún, lo cual hizo que la confrontación anterior se fuera de mi mente por completo. Después de bailar con mucha gente más Edward me reclamó de nuevo. 

Me envolvió entre sus brazos, sonreí y reposé la cabeza sobre su pecho. Me atrajo con los brazos y me estrechó contra su cuerpo.

—Me encanta estar así contigo. —dije.

—Mas si es con la pareja ideal. —dijo Edward inclinándose para besarme cuando una voz nos interrumpió en medio de nuestro beso.

—¡Elina! ¡Ya es hora! —grito Alice.

Edward la ignoro y siguió con el beso pero con más urgencia.

—¿Acaso quieren perder el avión? —dijo Alice. —Estoy segura de que pasaran una buena luna de miel en el aeropuerto mientras esperan un nuevo avión. —

—Vete, Alice. —dijo Edward y volvió a besarme.

—Elina, ¿Quieres subir al avión con ese vestido? —

Ninguno le hizo caso.

Alice soltó un gruñido.

—Le voy a decir a donde la vas a llevar, Edward. Te juro que lo hare. —advirtió Alice.

Edward se apartó de mí y le lanzo una mala mirada a Alice.

—Eres muy irritante para ser tan pequeña. —

—No compre un vestido de viaje tan perfecto para ver cómo se desperdicia. —dijo con brusquedad mientras me tomaba de la mano. —Vamos, Elina. —

—Vamos pues. —dije resignada. 

Alice parecía enfadada de que no le hayamos hecho caso mientras ella nos hablaba.

—Gracias, Alice. Ha sido la boda más bonita que haya tenido nunca nadie. —dije de corazón. —Todo ha estado perfecto. Eres la mejor hermana, la más lista y la de mayor talento de todas las hermanas del mundo. —

 Me dedicó una enorme sonrisa. 

—Me alegra que te haya gustado. —

Mi madre, mi abuela y Esme me esperaban en el piso de arriba. Entre las cuatro me cambiaron rapidez y me pusieron un vestido azul marino. Agradecí cuando me quitaron todas horquillas del pelo, y lo dejaron suelto. 

Mi madre no dejaba de sollozar.

—Te llamare cuando sepa a donde vamos. —dije.

—Le diré cuando Elina este lo suficientemente lejos como para escuchar. —ofreció Alice.

<Tienes que visitarme más seguido, pequeña. Ve los días donde árboles de cerezo florecen es la mejor época para enamorados y soleado.> —dijo mi abuela.

Iba a contestar pero Alice me interrumpió.

—Ya está todo preparado. Tus maletas están en el auto. Jasper las está poniendo allí. —me empujo para que bajara la escaleras.

Cuando llegamos a la base de la escalera voltee a ver a mi madre y abuela.

<Las quiero.> —las abrace. —<Estoy tan contenta de que estén para mí en un momento como este.>

<Nosotras también te queremos, pequeña.> —dijo mi abuela por las dos.

<Adiós, mama, abuela, las quiero.> —repetí para después despedirme.

Edward me esperaba a unos pasos, tome su mano extendida. Caminamos hacia la multitud que nos esperaba para vernos ir.

—¿Y mi Appa y Eric? —pregunte.

—Por ahí. —dijo y me jalo hacia los invitados, hasta donde estaba mi padre y hermano.

—¡Appa! —

Lo abrace con fuerza.

—Todo estará bien, bebé. No querrás perder el avión. —dijo mientras me devolvía el abrazo.

—Siempre te querré, Appa. Nunca lo olvides. —

—Y yo a ti cariño. Siempre te he querido y siempre lo hare. —

Sonreí, le di un beso en la mejilla y me separé de el para abrazar a Eric.

—Cuídate, Elina. —escuche un sollozo.

—¿Estas llorando? —pregunte y lo mire. 

—No, como crees, solo estoy sudando por los ojos. —dijo y se limpió las lágrimas.

—Te quiero mucho, feo. —

—Yo también, fea. —

Le di un beso en la mejilla y me separé.

—No se te olvide llamarnos. —dijo mi padre.

—Está bien. —prometí.

—Vamos, vamos. —dijo Eric. —Tienes un avión que tomar. —

Los invitados hicieron un pasillo y Edward me pego a él para comenzar a caminar.

—¿Lista? —pregunto.

—Nací lista. —

Todo el mundo aplaudió cuando Edward me besó en las escaleras de la entrada. Luego me llevo hacia el coche mientras comenzaban a lanzar el arroz. La mayoría no nos alcanzó, pero estaba segura de que Emmett lo arrojó con una precisión asombrosa contra la espalda de Edward. 

El auto estaba decorado a todo lo largo con más flores extendidas en hileras y grandes lazos de tejido ligero y sutil atados a una docena de zapatos nuevos de diseño que colgaban de la parte trasera. 

Edward hizo de escudo para evitarme la lluvia de arroz mientras me subía y poco después entró él. Nos alejamos a toda velocidad mientras yo me despedía por la ventanilla y les gritaba "Los quiero" a mi familia. 

Hasta que ya no pudimos ver a nadie.

Edward me apretó la mano a su vez, para después levantarla y darle un beso. 

Nos adentramos más a la oscura autopista y Edward presionó el acelerador, escuché un sonido sobre el rugido del motor, procedente del bosque que quedaba a nuestras espaldas. 

Un triste aullido fue perdiendo volumen y después, desapareció por completo.