La Sala de la Casa Blanca, habitualmente un espacio de discusiones estratégicas militares y decisiones de alto nivel, estaba ahora impregnada de una sensación palpable de ansiedad.
El tiempo se les estaba acabando y no sabían cómo solucionarlo al menos dentro del corto plazo.
Las paredes parecían resonar con el eco de las recientes noticias que habían llegado desde lo más alto de Vought.
Alguien clave, puente para mantener la paz entre los héroes y el gobierno había caído, asesinado por su propia creación.
Stan Edgar, la figura clave que había mantenido un delicado equilibrio entre los superhéroes y el gobierno, estaba muerto. Y no había duda de que la mano detrás de esa muerte era Homelander.
Lo confirmaron con la información que sus espías les proporcionaron hace unos días. Sin mencionar, las exigencias ridículas del nuevo director.
En torno a la mesa de conferencias se encontraban el presidente de los Estados Unidos, el secretario de Defensa, los principales asesores de seguridad nacional, y Mallory, el veterano de guerra y hombre que había estado al frente de la lucha encubierta contra los superhumanos desde hacía años.
Nadie en la sala se sentía cómodo, de hecho, todo lo contrario. Todos sabían lo que estaba en juego, y ya no tendrían tanto tiempo para poder lograr el objetivo que estaban elaborando desde hace años.
El presidente, con su rostro marcado por los años de presiones políticas y estrategias elaboradas para estar al nivel de vought, apoyaba las manos en la mesa de caoba mientras observaba los rostros de su equipo. Su mandíbula estaba tensa, y su mirada revelaba una profunda preocupación.
El presidente ya no pudo permanecer en silencio.
—¿Cuáles son nuestras opciones? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio sepulcral que había caído sobre la sala.
¿Que pregunta era esa? Ya no tenían opciones, ni soluciones para contrarrestar esta usurpación de poder clandestina por parte de vought.
Ni siquiera sus propios superhombres tenían el nivel para derrotar a homelander, ni siquiera tenían una mínima posibilidad de si quiera hacer algo de daño.
El secretario de Defensa, un hombre robusto y canoso con la voz ronca, fue el primero en hablar.
—Señor presidente, estamos ante una situación extremadamente volátil. Homelander está fuera de control. Edgar mantenía a los supers a rraya, pero con él fuera del juego, no sabemos qué puede hacer Homelander de aquí en adelante. Lo que está claro es que ya no está dispuesto a negociar o mantener nuestros acuerdos tácitos. Sus demandas de esta mañana no son negociaciones. Son amenazas veladas.
Todos en la sala conocían esas demandas. Homelander quería que Yocajú, el héroe extranjero considerado enemigo público por el gobierno estadounidense, fuera autorizado a ingresar al país.
El presidente no pudo evitar dejar escapar una risa de impotencia, de aceptar esta situación sería como la peor humillación jamás registrada en la historia del país.
¿Siquiera aceptaría yokaju asistir? De no ser así ¿Cómo se lo tomaría homelander la noticia?
Al nuevo director de vought se le había ocurrido la brillante idea de celebrar su ascenso sangriento.
Y para eso, Homelander deseaba que yokaju participara en una celebración pública en su honor, como un acto de reconciliación entre el super héroe y el gobierno estadounidense. Pero lo que realmente le preocupaba era la amenaza que Homelander había lanzado: si el gobierno no accedía, habría consecuencias.
Existían un millón de formas en las que homelander podía actuar como represalias a la negación de sus demandas.
—¿Estamos hablando de una guerra abierta entre supers y el gobierno de los Estados Unidos? —preguntó el consejero de Seguridad Nacional, con evidente incredulidad.
—No lo sabemos —intervino Mallory, su rostro curtido por años de experiencia en el campo de batalla y operaciones clandestinas contra los Súper —. Pero Homelander es impredecible. No podemos permitirnos subestimarlo, Ya ha demostrado lo que es capaz de hacer. Si decide que el gobierno de este país es un obstáculo para él, lo derribará. Y no tenemos cómo detenerlo, aún.
Mallory dejó que sus palabras flotaran en el aire un momento. Y si bien Su equipo, conocido como "Los chicos", había estado trabajando en las sombras para contrarrestar la amenaza de los superhumanos, esta sin embargo, era una nueva dimensión del problema.
Este problema no solamente representaba La amenaza de yokaju, sino también que sus enemigos de igual o mayor amenaza aprovecharían esta oportunidad para desmoronar el país y Su economía.
Rusia aún no había olvidado el hecho de que ellos habían rasgado a su nación en un montón de pedazos de territorios, mientras colocaban a sus propios gobernantes títeres En beneficio para los intereses estadounidense.
Si ellos mostraban alguna debilidad, este podría ser el fin de los Estados Unidos. No podían permitirse tal error.
La muerte de Edgar había desatado una cadena de eventos que nadie en esa sala había previsto, o mejor dicho, no estuvieron preparados aún para afrontar una situación de tal magnitud.
El presidente pasó una mano por su frente, visiblemente agobiado por la situación.
—Lo que Homelander está pidiendo es inaceptable. Yokaju es una amenaza para este país. No, no solo nuestro país, si no también al mundo completo. Si Permitimos que un héroe extranjero que ha desafiado nuestras leyes, que ha socavado nuestros intereses y nos ha humillado públicamente entre a nuestro territorio, y no solo estaremos cediendo a las demandas de Homelander, sino que estaremos perdiendo toda autoridad. No solo toda autoridad, perderíamos la credibilidad de nuestras palabras ante el mundo. Hemos trabajado tanto para tratar de abrirle los ojos a las personas, demostrar La amenaza que representa ese super soldado mexicano, y nos tragaremos nuestras propias palabras si aceptamos esto.
Mallory asintió, completamente frustrado por la situación.
—Lo entiendo, señor presidente. Pero Homelander es la verdadera amenaza aquí, en estos momentos. Yokaju puede ser un problema, posiblemente el problema más grande de la humanidad, pero no es un problema inmediato. Si Homelander decide que no somos aliados, no tenemos defensa. Si accedemos a sus demandas temporalmente, al menos ganamos tiempo. Y no solamente eso. Podríamos aprovecharnos de la manera en cómo trabaja yokaju para usarlo como red de seguridad en caso de que homelander desee hacer algo fuera de lugar. Lamentablemente, debemos recordar que yokaju es el único super humano capaz de enfrentar y posiblemente matar a homelander. Aunque nos duela aceptarlo, ese extranjero es nuestra única opción. Mi equipo, por otro lado, está trabajando en una solución, pero necesitamos más tiempo.
Las palabras de mallory fueron como un balde de agua fría cayendo sobre las cabezas de cada persona dentro de la sala oval.
Podía ser humillante, estresante, podrían estar en desacuerdo total. Pero era la única opción que tenía hasta el momento.