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Remus el Gemelo

En una sala con grandes ventanales, una mujer dio a luz a un niño.

El bebé, como si fuera bendecido por los dioses, nació con la piel tan blanca como la porcelana.

Es tal la belleza del bebé, que incluso el emperador vino de visita.

El niño fue bautizado como Remus, Con significados como Remo o Gemelo.

¿Que tiene de especial tal nombre?

Se esperaba que el bebé llene el vacío causado por la muerte de su hermano mayor.

Murió al caer a una gran altura.

Era tan atractivo y distintivo entre la familia que al ver la belleza de tal bebé, se le comparó inmediatamente con Félix.

Al bebé crecer aprendió más sobre su familia, y por ende, de su hermano 'gemelo'.

Al llegar a cierta edad, se le transladó a la habitación de Félix.

Cuya apariencia no se tocó desde su muerte.

Claro está, tuvo a cabo una limpieza para prevenir insectos u otras criaturas que puedan enfermar al niño.

Curiosamente, de todas habitaciónes del castillo, la suya era la única sin libros.

Una cama blanca de tamaño gigante, armarios de madera vieja en los laterales, suelo de mármol con alfombra roja, una escultura de mármol adornada de oro de un hombre desconocido y una piedra de gran tamaño cortada por la mitad que reflejaba la imagen de Remus.

Es bonita. Pensó el niño.

Recibió esta habitación junto a un libro.

El libro fue entregado personalmente por su padre.

Un hombre viejo con poco cabello de color blanco y arrugas en su rostro. Tenía cincuenta años.

Una edad asombrosa para el resto del imperio.

En realidad no era tan asombrosa, según escuchó, todos los nobles tenían acceso a la formula de la juventud.

Remus no sabía si quería crecer tanto, vivió en el presente porque es lo único que conoce.

El libro era del tamaño de casi media persona y poseía un ancho de dos palmas.

Se mantenia cerrado con un lazo amarillo echo de tela.

No olía raro. Pero su apariencia era extraña cosa que hacía que al niño no le gustase.

Eso sí, lo colocó al lado de la estatua. Esperando algún día apreciarlo mejor.

Verán, su familia tenía una obsesión por los libros. El lo sabía.

Se le enseñó a leer desde que tiene memoria y a escribir también.

Es solo que ahora escribir le resulta tedioso. Porque cansa a su muñeca derecha.

El es zurdo pero se le prohibió usar su izquierda así que tendrá que aprender a controlarse todo el tiempo para no quejarse.

Remus abrió el libro.

No había nada.

Fue una decepción.

¿Que sentido tiene un libro sin palabras?

Su segunda madre le explicó que con su pluma podría escribir su día a día.

Es una tarea que tenía que cumplir.

Fue para que en caso de que muriera como Félix, dejará un recuerdo a la familia.

Según escuchó, su hermano mayor no hizo nada parecido mientras el estuvo vivo.

Pero sus siguientes hermanos mayores empezaron desde su nacimiento.

Es curioso lo que puede afectar una persona la muerte.

Como Remus mismo, ya que acabo con la vida de su madre al nacer.

Por suerte, su padre pudo casarse nuevamente, está vez con la prometida de mi hermano muerto.

No sé si al final quieren recordarle o olvidarse de él, se quejó Remus.

Normalmente se hace una tumba para el difunto pero a Félix no se le hizo ninguna.

Un invierno, mientras el frío congelaba el exterior y toda la familia se reunía, puso la pregunta sobre la mesa.

Su viejo padre sonrío con compasión y me dijo las palabras que marcaron mi futuro.

"Tu hermano siempre estará contigo."

"¿Conmigo?¿Donde?"

"Pues claro que en tu libro "

"¿ Mi libro? ¿Como?"

Mi hermano mayor, con treinta y tres años me respondió con su sonrisa orgullosa característica.

"Fue echo con la piel de tu hermano, dado a que no te podía dejar ningún recuerdo, decidimos inmortalizarlo para ti."

Remus estuvo en silencio el resto de la comida.

Su familia siempre alegre ahora se veía horrible a sus ojos.

Tuvo alucinaciones, viéndoles como a los demonios que podrían ser.

La noche transcurrió como de costumbre.

Pero está vez Remus no pudo evitar querer quedarse despierto observando al libro.

Solo logró pegar ojo una hora al día.

Cada día viendo a ese libro por las noches.

Ya pasó una semana y su estado alertó a toda la familia.

Tenía ojeras pronunciadas en su limpia cara.

Querían que el duerma más pero no lo lograban.

Llamaron a un mago al castillo.

Dijeron que ayudaría.

Y así lo hizo.

Con unos cuantos susurrós por noche, Remus se quedaba soñando cada luna sobre el mismo en la misma habitación con ese mismo libro, ya daba igual, si en la realidad o en los sueños, el solo queria vigilar a su hermano.

"¿Tienes idea de lo que estás haciendo?"

*Cough* *Cough* *Cough*

Su padre viejo y enfermo le preguntó al mago.

Estaba enfadado, y yo lo comprendí.

Aunque durmiera, mis ojeras no desaparecían.

En mi piel blanca se veía aún peor.

Pero el mago también estaba indefenso.

El mago se quedó conmigo una noche esperando ver lo que sucedía.

Según él, tenía talento para la magia, y aunque me duerma, mi espíritu despertaba para mirar al libro nuevamente.

Pasaron dos años, durante este tiempo, mi familia me otorgó más libros relacionados con la magia esperando que aprenda de estos.

Leía desde la salida del sol a su ida.

Al no aprender nada, la familia miró con desagrado al mago, creyendo que se inventó las razones de mi estado.

Y yo que estaba hartó de leer libros de magia sin resultados, entrené mi cuerpo.

Cada vez me parecía más a mi hermano Félix.

Y curiosamente, a los retratos del mayordomo también.

Aunque este también envejecía y ahora se veía tan viejo como mi padre.

Durante la oscura noche, mientras que el mago me hablaba sobre lo asombroso de la magia antes de dormir, se escucharon los ladridos de los lobos domésticos del castillo.

Lo ignoramos, hasta que la puerta se abrió de golpe y entró un hombre joven de cabello rubio pálido por la puerta, se veía familiar.

"¿Que haces aquí? ¿Quien eres tú?" Preguntó el mago.

El hombre no esperó a la siguiente pregunta de mi maestro y con una bofetada lo noqueó.

'¿Como puede el famoso mago ser derrotado tan fácilmente?'

No pudo evitar pensar el pequeño.

Después de eso el hombre se acercó a Remus y se arrodilló a su altura.

"¿Que vas a hacer?" Preguntó el niño con un ligero temor.

"Soy tu padre. Me tengo que ir, pero antes de irme, tengo que darte un regalo de despedida, si quieres volver a verme, búscame en el Olimpo."

El hombre vestido con su túnica negra agarró a Remus de su hombro y lo lanzó al libro.

Al ver los resultados de su acto se puso la capucha sobre la cabeza y su apariencia cambió a los ojos de Remus a la del mayordomo en un segundo antes de que el hombre encapuchado se desvaneciera con el parpadeo de Remus.