—Abrumado por el dolor, Desposeedor4 perdió todo sentido de la razón —continuó la narradora—. Su visión se oscurecía en olas mientras colapsaba débilmente en el suelo. Sangre envolvía su entera figura, el líquido rojo vertiéndose incesantemente de la herida en su abdomen.
—La sudadera de Jonathan se empapaba cada vez más, el rojo mezclándose con el azul en un marrón turbio —relató con detalle—. Con cada puñalada que infligía a Desposeedor4, una nueva herida aparecía en su propio cuerpo en la ubicación correspondiente.
—Apualó a Desposeedor4 varias veces, evitando cuidadosamente órganos vitales como el corazón y apuntando a áreas que causarían máxima pérdida de sangre en lugar de heridas mortales —explicó—. Después de todo, solo hay cierta cantidad de sangre en el cuerpo de una persona; si sangra lo suficiente, uno sucumbiría al shock y a la muerte.
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