Al mismo tiempo en el que Kain había salido la prisión, un escuadrón de 12 shinobis, mejor conocido como los 12 Guardianes corría a toda velocidad en su dirección. Yamamoto, el viejo líder veterano iba a la cabeza. Ya tenía más de cincuenta años y llevaba igual número de años sirviendo a los nobles. Lo seguían de cerca sus dos ayudantes, Tadashi e Ichiro, también sirvientes de nobles. Sin embargo, estos dos solo tenían treinta años. Los otros nueve guardianes solo tenían entre veinte y treinta años. Cada cierto tiempo morían parte de los 12 guardianes, de ahí que solo quedara Yamamoto como el único veterano. Sin embargo, si hacia bien su jugada, al igual que los otros 11 Guardianes, sus descendientes podrían probar la grandeza. Para eso seguían corriendo por los bosques y tratando de avanzar a una gran velocidad.
El sol estaba alto, dominando el cielo azul. En unas pocas horas sería de noche y a su vez, sería más difícil encontrar a los niños. No obstante, cuando estaban a cuatro kilómetros de Konoha, un grupo de shinobis los intercepto. Todos vestían túnicas negras y máscaras de animales. El grupo de los 12 Guardianes se detuvo entre las ramas de los árboles, con su capitán Yamamoto a la cabeza y tomaron posiciones de combate.
Los shinobis vestidos con capuchas negras se pararon sobre las ramas de los árboles del frente. Miraban a los 12 Guardianes hacia abajo, como si hubiera un mundo de diferencia entre shinobis reales y los que fueron criados en cautiverio, por lo nobles. Uno dio un salto bajando hasta la altura de la tierra y los 12 Guardianes sacaron sus armas. Lanzas, katanas, kunais y cadenas con bolas de acero, las cuales hacían girar.
-Espera- dijo el shinobi con la túnica negra, se acercó un poco más y fue posible ver una máscara de mono. El tipo saco de sus ropas un pergamino y dijo -estas son ordenes de nuestro líder. Ya lo conoces-
El viejo Yamamoto frunció el ceño, bajó del árbol, se acercó al shinobi sin nunca perderlo de vista y tomo el pergamino en un gesto temeroso. Después dio un saltó para volver con sus subordinados y estos tomaron posturas defensivas alrededor del viejo. Por mientras, Yamamoto extendió el pergamino y lo comenzó a leer. Después de leer el pergamino, Yamamoto derramo grandes lágrimas y le paso el pergamino a sus ayudantes. Ellos también se alegraron. Yamamoto se apartó de su grupo que había perdido todo signo de nerviosismo y se acercó al anbu con mascara de mono -dígale a Tobirama-sama que haremos nuestro mejor esfuerzo-
El anbu asintió y volvió con sus compañeros, después se fueron saltando de rama en rama mientras los 12 Guardianes los quedaban mirando.
-o-
Cuando Yahiko escucho la gran explosión del jutsu de Kain, se lanzó a correr como si su vida dependiera de eso. Avanzó por el bosque a toda velocidad, sintiendo que el agarre de Kasumi en su espalda era más débil. Frunció el ceño y trato de imprimir más velocidad. Al mismo tiempo, los clones de sello de Kain lo alcanzaron.
-Debes bajar la velocidad- dijo uno de los clones. Yahiko miró hacia el lado y vio al niño de pelo blanco correr a su misma velocidad. El clon continuo -te queda un largo trayecto y debes conservar tú fuerza. Solo te podremos acompañar durante media hora, después nos desvanecernos-
-Entiendo- dijo Yahiko poniendo su atención en el camino y reduciendo un poco la velocidad. Escuchaba la respiración agitada de Kasumi y trataba de contener sus ganas de aumentar su velocidad. Continuaron avanzando hasta que Yahiko noto que los cuatro clones de Kain se adelantaron y se detuvieron cinco metros por adelante.
-¿Qué sucede?- preguntó Yahiko preocupado y se detuvo a dos metros de los clones
-Estamos rodeados- dijo uno de los clones alzando su vista a las ramas de los enormes árboles. Yahiko se puso tenso y el clon noto que un brillo obsidiana se dirigía hacia Yahiko. Se dio la vuelta, corrió y saltó para atrapar un kunai en el aire. Los otros tres clones también fueron atacados por kunais, pero también tuvieron la suficiente presteza para atrapar los kunais.
-¿Qué hacen los anbus atacando a la familia real?- preguntó el clon que salvo a Yahiko del kunai
De lo alto de los árboles, emergieron sombras vestidas con largas capas negras. En total, se contaban doce shinobis vestidos como anbus, pero su intención era poco clara, hasta que uno con máscara de pájaro saco un kunai.
-No sé qué hayas hecho, Yahiko- dijo el clon de Kain más cercano a Yahiko -pero es mejor que empieces a correr con todas tus fuerzas. Estos tipos te quieren matar-
Yahiko abrió los ojos amplios y grito asustado -eso es imposible, son los agentes de Tobirama-sama-
Kain hizo una pequeña sonrisa y le dijo -Tobirama tiene más de un grupo de agentes-. Entonces saltó e intercepto un kunai que volaba con dirección a Yahiko -ahora corre- grito en el aire.
Yahiko dudo durante unos segundos, pero sintiendo la débil respiración de Kasumi en su espalda, decidió salir corriendo con todas sus fuerzas. Varios anbu saltaron para interceptarlos, pero fueron interrumpidos.
Los cuatro clones Kain hicieron los sellos respectivos y gritaron al unísono -Katon, gokakyu no jutsu- y lanzaron grandes bolas de fuego a los anbus. De los doce, solo cuatro pudieron esquivar el masivo ataque. Sin embargo, y pese a la perdida de sus compañeros que cayeron gritando envueltos en llamas azules, los anbus siguieron corriendo.
Los clones los siguieron a la cola, mientras los anbus lanzaban kunais tratando de herir a Kasumi o ralentizar Yahiko. Uno de los clones de Kain imprimió más velocidad que el resto y alcanzo a uno de los cuatro anbus. Lanzó una patada a la cabeza y el anbu se agacho evitando el ataque. Después saco la espalda corta que llevaba bajo la túnica negra y lanzó un corte en horizontal, aprovechando que Kain estaba en el aire. Kain tomo el kunai que llevaba en la mano derecha y lo volteo con el filo hacia atrás, en una forma defensiva para soportar el ataque. El choque de metales genero un sonoro tañido, empujando al mismo tiempo al clon de Kain hacia atrás. Sin embargo, a pesar de su superioridad física, el anbu decidió mantener su postura sin nunca apartar los ojos del clon. Este último y el anbu habían quedado en un punto muerto. Ambos se miraban el uno al otro, pero ninguno se atrevía a dar el primer movimiento.
-o-
Al mismo tiempo en el que los supuestos anbus decidieron atacar a Yahiko. Kain estaba jadeando del cansancio. Este tipo, Ryoma, parecía incansable. Su chakra parecía eterno. Kain se preguntó si esta era la legendaria constitución física de los Uzumaki.
Ryoma estaba de pie sobre la cabeza de la serpiente y lo miraba desde lo alto de forma despectiva. Se cruzó de brazos y le preguntó -¿Ya te cansaste?-
-Para nada- respondió Kain haciendo una pequeña sonrisa
-Eso es bueno- le dijo Ryoma, entonces empezó a hacer una seguidilla de sellos muy diferente de su anterior invocación y le dijo -espero que te gusten los insectos-
Kain hizo una sonrisa incomoda, pensando en que esta vez invocaría a un enjambre de mosquitos o algo por el estilo. Pero cuando Ryoma realizo la invocación, el tamaño de la nube de humo blanco fue desproporcional. Casi tan grandes como la serpiente en la que estaba parado. Una vez que se desvaneció la nube de humo quedaron a la vista tres grandes ciempiés. Sus cabezas y patas poseían una coraza anaranjada mientras que el resto de su cuerpo era negro.
-¿Qué pasa?- preguntó Ryoma en tono burlón -¿No te gustan los insectos?- después se puso serio y apunto a Kain con el indicé ordenándole a sus invocaciones -vayan-
Los tres ciempiés se lanzaron de frente y Kain dio un largo salto para alcanzar uno de los grandes árboles que había alrededor. Aplico chakra en sus pies y quedó pegado al tronco, mirando a los gigantes ciempiés que lo habían perdido de vista.
-Allá está- grito Ryoma, sobre la cabeza de la serpiente y al instante siguiente los ciempiés miraron hacia arriba. Se subieron por diferentes ángulos del árbol y comenzaron a trepar. Kain empezó a correr con todas sus fuerzas hacia la copa del árbol, escuchando el incesante cliqueo de los ciempiés a sus espaldas. Después saltó y en el aire, realizo la seguidilla de sellos de manos para lanzar una gran bola de fuego.
-Katon, gokakayu no jutsu- grito Kain y soplo fuego por su boca hasta que este se condenso en una enorme bola de fuego y voló golpeando a los tres ciempiés. Los insectos chillaron de forma desagradable y cayeron hasta el suelo. Kain también cayó a tierra y miró como los tres ciempiés se retorcían. Entonces sintió que algo se movía a una gran velocidad y dio un enorme salto dando una pirueta. Aun de cabeza y a medio vuelo, vio la gran cabeza de la serpiente pasar a pocos centímetros de su cabello y después sintió un poderoso golpe en su estómago.
Kain hizo un arco de treinta metros y cayó cerca del árbol gris, a donde se había originado la lucha. Reboto varias veces hasta estrellarse contra el árbol gris. Solo ahí se detuvo.
-¿Qué pasa, pequeño demonio Uchiha?- pregunto Ryoma de buen humor sobre la cabeza de la serpiente. Al mismo tiempo, la serpiente iba avanzando a un ritmo lento y los ciempiés lo seguían a la cola. Ninguno había sido seriamente lastimado.
Por otro lado, Kain se levantó adolorido y miró hacia Ryoma. Esto pintaba mal, se preguntó si los jounin de elite de otros clanes eran así de fuertes. Todos creían que los Uchiha y Hyuga eran los más fuertes. Sin embargo, estos dos clanes tenían la aterradora ventaja de sus ojos ¿Pero ¿qué pasaba si le quitabas sus ojos? La diferencia con un jounin de un clan sin poderes oculares era abrumadora. Así de milagroso era el poder de los ojos mágicos.
Kain pensó que era hora de ponerse serio, ya había visto los alcances de este tipo y había aprendido un montón de un maestro de invocaciones. Luchar uno solo contra un numeroso ejercito era un infierno. Sin embargo, Kain tenía la fuerza.
Kain se puso de pie y comenzó a realizar sellos de mano; rata, buey, perro, mono, jabalí y tigre -Katon- grito a vivida voz.
Al mismo tiempo Ryoma ordeno a sus ciempiés pararse por delante de la serpiente para que recibieran el ataque.
Kain continúo gritando -Goka Messhitsu-. Lleno sus pulmones de aire hasta su máximo y después soplo un terrible torrente de llamas golpeando de lleno a los ciempiés, a la serpiente y al propio Ryoma. El fuego los arrastro mientras ellos proferían gritos de agonía. Sin embargo, las llamas siguieron avanzando y calcinando todo su paso.