—¡Mierda! ¡Mierda, mierda, mierda! —pensaba para mí mientras corría hacia Arianne, quien yacía en el suelo. El miedo me invadía mientras corría, la imagen de su cuerpo inmóvil atormentando mis pensamientos.
—¡Mierda! —maldije de nuevo al llegar a su lado—. Caeden estaba de rodillas junto a ella, las lágrimas recorrían su rostro mientras gritaba para que su madre despertara. Sus pequeñas manos temblaban mientras la sacudía suavemente, suplicándole que abriera los ojos. Mi propio corazón se dolía ante la vista, la desesperación en su voz me cortaba como un cuchillo.
—¡Mamá, despierta, mamá, por favor! —Caeden suplicaba pero Arianne aún no se movía ni se molestaba en abrir los ojos.
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