Ring~
La campana del colegio sonó indicando el fin del recreo. Tsubaki fue salvada por la campana, literalmente. Soltó un suspiro lleno se alivio.
-¡Oh! ¡Ahora mismo tengo un examen de inglés, deséame suerte! -exclamó el chico con una gran sonrisa, esperaba que este examen le fuera bien.
Contra todo pronóstico Tsubaki se acercó a él y le besó suavemente en la mejilla derecha, dejándole con los ojos abiertos en el proceso.
-Suerte... sé que lo harás muy bien -comentó Tsubaki intentando ocultar su sonrojo pero no lo consiguió. De todas formas, ya no tenía dudas.
Goku le gustaba, y mucho.
-¡Claro! Hablamos luego Tsubaki -se despidió Goku corriendo hacia la salida de la azotea pero se detuvo repentinamente a medio camino.
-¿Qué ocurre? Si te queda aquí llegarás tarde -preguntó Tsubaki con una pequeña sonrisa, si bien le habría gustado estar más tiempo con él tenía un examen pendiente y no debía faltar.
Ella era la vicepresidenta del consejo de estudiantes por lo que gozaba de algunos derechos privilegiados, podía faltar cuando quisiera aunque evitaba hacerlo a menudo.
-Sé que has sufrido mucho en el pasado y que por eso querías evitar que me pasara lo mismo, pero nunca dejes de sonreír... pase lo que pase te protegeré -profirió el azabache mirándola.
Antes de que ella pudiera decir algo Goku se había marchado, dejando el corazón de Tsubaki palpitando a la máxima velocidad posible.
"No permitas que el mundo cambie tu sonrisa, haz que tu sonrisa cambie al mundo"- Tsubaki recordó las palabras que su abuela le dijo hace años.
Se llevó la mano al pecho sintiendo los latidos de su corazón. Sólo Goku era capaz de hacer que se sintiera así y sólo él avivaba su corazón.
Estaba segura de que no encontraría a nadie más perfecto que él. Lo único que quedaba era confesarle sus verdaderos sentimientos...
En otro lugar.
Asia suspiró con bastantes nervios. Hoy es cuando, según Azazel, vendría una persona para llevarla a su nuevo hogar donde podría ser feliz.
Le habría gustado quedarse viviendo en Kuoh pero según Suzaku no era un lugar seguro pese a que Goku protegería su vida sin lugar a dudas.
Eso aumentó todavía más la expectación que sentía hacia el lugar donde residiría a partir de este día. ¿Acaso sería el Vaticano? ¿En Roma?
-Tranquila Asia-san... ya verás que todo saldrá bien -habló Suzaku en tono suave y Asia asintió.
También estaban para la ocasión, aparte de Azazel, Tobio y Lavinia. Todavía debían investigar el asunto de Satanael pero antes estaba el tema de Asia y su nuevo hogar...
-Aquí viene -habló Azazel mirando un destello níveo en el cielo y antes de que alguno pudiera darse cuenta una luz apareció de repente.
La luz cegó a todos durante unos segundos hasta que se desvaneció. Frente a ellos estaba un hermoso ángel de doce alas doradas.
Su cuerpo estaba cubierto con un atuendo níveo prístino, y un velo blanquecino que enmascaraba su apariencia, únicamente mostrando unos ojos azulados tan hermosos y bellos como el cielo.
La pequeña porción de piel revelada era tan blanca como el jade blanco, y también como un parche de nieve impecable. Bajo el vestido níveo, su figura era agraciada y conmovedora, sumamente delicada. Ella era elegante, noble y sublime como una diosa del séptimo cielo.
Por desgracia estaban en un descampado y nadie tendría la dicha de apreciar con sus ojos la inimaginable belleza que desprendía este ser.
Nadie salvo ellos.
Asia sintió como si estuviera en un lugar sumamente sagrado y su presencia no era más que inmundicia frente a la hermosura de ángel.
-¡Hola hermana! ¡Mucho tiempo sin vernos! -exclamó Azazel con despreocupación mientras se acercaba a ella ante la mirada de todos.
-Saludos Azazel, a mí también me alegra verte -la voz del ángel fue tan dulce como la miel y la sonrisa en sus labios tan bella como una flor.
-Asia, ella es mi hermana mayor Gabriel, estoy seguro de que habrás oído hablar de ella -habló Azazel mirando a la monja, que estaba en shock.
¡Claro que había oído hablar de ella!
Asia no perdió ni un segundo más y se postró ante ella, pero Gabriel le hizo un gesto diciéndole que se levantara del suelo. Eso era innecesario.
-Sólo soy una humilde sierva de Dios como tú asia, no te arrodilles ante mí -habló suavemente Gabriel desvelando una pequeña sonrisa.
-¡C-cómo usted diga Gabriel-sama! -Asia nunca antes había estado tan nerviosa y hasta le costó levantarse sin que le temblaran las piernas.
-Sé que has pasado por mucho y lo lamento, lamento no haber intervenido antes -declaró Gabriel mirándole- Por eso lo haré ahora, me gustaría que vinieras conmigo al cielo Asia.
"..."- Asia era incapaz de procesar nada en este momento, su mente se había colapsado al oír las ultimas palabras que había dicho Gabriel.
-¿Y-yo? ¿P-por qué G-Gabriel-sama? -preguntó la monja sumamente intrigada respecto a aquello.
-Porque a pesar de todas tus peripecias tú te has mantenido fiel al Señor, y eso merece una recompensa... -respondió Gabriel sonriendo- Además, hay otra cosa, pero lo sabrás luego.
Los ojos de Asia se llenaron de lágrimas y sin poder evitarlo lloró a los pies de Gabriel, quien acarició su cabello con una sonrisa gentil.
Suzaku sonrió tiernamente al ver la escena, sabía que para una cristiana como Asia esto representaba el anhelo de toda una vida.
-G-gracias Gabriel-sama... ¡muchísimas gracias! -exclamó Asia entre lágrimas mientras se ponía en pie con la ayuda de la hermosa Seraph.
-Tranquila Asia, ahora debemos irnos -profirió Gabriel antes de atisbar a Azazel y los demás- Gracias por cuidar de Asia, nos vemos Azazel.
Gabriel inclinó la cabeza en señal de respeto y tanto Suzaku, como la princesa de hielo y Tobio correspondieron el gesto con el mismo respeto.
Al instante Gabriel y la monja desaparecieron del plano terrenal terrestre, hoy una nueva vida comenzaría para Asia en lo alto del cielo...
Al día siguiente.
El último día de clase.
Ese día donde los nervios estaban a cien pues uno no sabía del todo si iba a suspender o iba a aprobar. Todo estaba en manos del destino.
Muchos se mordían las uñas esperando suspender la menor cantidad de asignaturas posibles en este penúltimo trimestre.
Otros estaban tranquilos sabiendo que habían hecho un buen trabajo y que por tanto aprobarían. Estos no tenían preocupaciones.
Aunque Goku no estuviera preocupado no sabía si iba a aprobar todas las asignaturas, suspendió tres el primer trimestre. Sí o sí debía aprobar.
Los padres de cada alumno estaban ahí presentes, salvo dos que eran Aika y Goku. Ambos eran huérfanos de padre y madre y ninguno tenía tutores legales que vinieran.
Aunque en ocasiones Aika solía venir con su hermana mayor y la escuela lo sabía, por eso le permitía recibir sus notas por sí misma.
Goku era un becado y la escuela también sabía que su único tutor legal murió hace medio año, así que también se le permitía coger sus notas.
-Estoy segura de que aprobarás, no sé que ha pasado pero en la última semana tus notas han sido extraordinarias -dijo Murayama sonriendo.
-Eso espero jajaja -se rió Goku rascando su nuca- Lo mismo para ti y Katase, sus notas son bastante altas, desde luego van a aprobar.
-Pero en comparación con las tuyas apenas podemos competir... -habló Katase haciendo que Goku se rascara la nuca riendo nerviosamente.
"Son Goku"
El profesor tutor, que estaba frente a todos los alumnos, llamó su nombre haciendo que todas las miradas se centraran en el azabache.
"Vamos Son, este es tu momento"- pensó Goku levantándose de su asiento y caminando hacia el frente, ya listo y dispuesto a coger sus notas.
Aika le miró con ojos brillantes, sabía que en los últimos días se había esforzado y como su amiga, de momento, le deseaba lo mejor.
Issei también le miraba, pero estaba más ansioso por saber cuáles serían sus notas. Sus padres se encontraban sentados a su lado.
-¡Tengo que decir que estoy muy sorprendido! -exclamó el profesor y aquello fue escuchado por todos- Son Goku pasó de tener unas notas mediocres a ser el mejor alumno del trimestre.
"¡Ooohhh!"
Ninguno de los presentes pudo evitar soltar un alarido de sorpresa y al instante siguiente estallaron en aplausos dirigidos a Son Goku.
Era la prueba de que con esfuerzo uno podía lograr grandes cosas, cada uno lo entendía así.