1 de mayo del 2011
Luisa
Casi no dormí en toda la noche, me puse a organizar el plan perfecto para hacer que se enamorara de mi nuevamente, cada día haría una cita recordando un momento importante para nosotros, así recordaría porque nos enamoramos y porque tendríamos que seguir juntos.
No queria separarlo de su hijo, solo quería separarlo de ella como ella lo seprado de mi.
Con el plan en marcha me levanté a arreglarme, acordé la cita para esta tarde en una neveria muy popular que estaba dentro de un centro comercial.
Antes de bajar a almorzar con papá, me puse un atuendo parecido al que tenia cuando nos conocimos por primera vez Juan y yo, un sueter cafe con azul que no era muy grueso para no matarme de calor; con mis defensas bajas por la enfermedad, sabía que estar en una heladería me provocaría frio, así que el sueter era buena opción, me coloqué unos vaqueros azul oscuro y deje mi cabello suelto y rebelde como solía hacerlo la mayor parte del tiempo, me coloque un poco de maquillaje para ocultar la palidez de mi rostro y listo, me miré al espejo sintiendome bella.
Estaba tan segura de mi plan que el dolor que sentí anoche habia desaparecido. No dudaba de mi capacidad ni por un segundo.
—Buenos dias, que rico huele— me acerqué a la barra para observar el festin que mi padre había preparado.
Como siempre habíamos sido solo él y yo, tuvo que desarrollar su lado culinario para poder alimentarme y debo admitir que mi padre cocina de maravilla.
—Prepare tu desayuno favorito para hacerte sentir mejor— pone un plato delante de mi con unos panqueques con tocino que lucían espectacular.
—Se ve delicioso.
—No solo se ven, estan tan deliciosos como tu padre— me quiño un ojo.
—Wacala papá— reímos juntos.
*Wacala: palabra mexicana que se usa para decir "que asco" pero no de forma grosera.*
Apesar de haber crecido sin una madre mi papá se habia encargado de que nada me faltará, él siempre fue honesto conmigo respecto a porque ella nos dejo.
Él solía tener problemas con el alcohol y le dejaba toda la responsabilidad a ella sola sobre mi, mi madre era joven no sabía que hacer conmigo enferma cada día, se canso de esperar a que papá cambiara y se marchó, la odié por abandonarme pero gracias a eso papá realmente cambió y vivimos una vida rodeada de medicos, pero felices.
Terminamos de almorzar y nos pusimos a charlar un rato, papá me estaba contando que se descargo una aplicación de citas y estaba hablando con algunas mujeres, me daba risa escucharlo hablar sobre eso, yo le di la idea, quería que el conociera a alguien mas y no se quedara solo cuando yo muriera.
Después de eso, mi día transcurrió lento, ese típico momento en el que ansias que se llegue una hora específica pero los minutos pasan mas lento para hacerte sentir aun mas nervios y ansiosa.
—Tranquila— dijo papá sujetando mi pierna que no dejaba de mover.
—Estoy nerviosa por esto.
—Solo calmate, ya has salido con él antes, es tu esposo.
—Lo sé, pero siempre me pongo nerviosa cuando se trata de él.
Sobo mi espalda y se marcho a la cocina a limpiar lo que habia desordenado cuando cocino.
Yo lanzaba un par de miradas al reloj cada minuto hasta que por fin se llego la hora de la cita.
Tomé mis cosas y cogí el auto de papá prestado, ya que Juan se había llevado el nuestro. Llegue al centro comercial y separe una mesa cerca de la ventan, un apuesto mesero se acerco a tomar mi orden pero le dije que esperaría a alguien mas y se alejó a antender otras mesas.
Paso una, dos, tres, cuatro horas y Juan no aparecía, no dejaba de mirar a la ventana para que no me vieran llorar, ya habia oscurecido y casi no habia gente, pero igual quería mantener un bajo perfil.
—Disculpa— se acercó alguien a mi mesa —Vamos a cerrar en veinte minutos.
Solo asentí con la cabeza, limpié mis lagrimas con la manga de mi sueter, tome mi bolso y me dirigí a la puerta sin levantar la mirada.
—Espera— alguien tomó mi mano y me giré para encontrarme con el mesero lindo que intento tomar mi orden hace un rato —Toma— me entrego una malteada.
—No ordené nada.
—Es de mi para ti, una malteada de frezas con crema para endulzarte el mal momento que te hizo pasar el idiota que te planto.
—Muchas gracias— baje el rostro apretando los labios para contener las lagrimas.
—No bajes tu cara— me tomó de la barbilla obligandome a verlo a los ojos —Que la baje el por atreverse a plantar a una chica tan linda.
—Gracias— las ganas de querer llorar hacian que la voz se me quebrara y las palabras sonaran temblorosas.
—Si algún día te vuelven a plantar o quieres salir con alguien que no lo haga, solo házmelo saber— giró la malteada para que viera lo que habia escrito en el brode del vaso.
*Si te sientes sola o aburrida, aqui tienes tu mejor medicina. Servicio las 24 horas.*
Su detalle me hizo reír, recibí la malteada y me fui atesorando esa pequeña escena como de película. Pero el amargo en mi boca seguía presente tras la plantada que me habían pegado.
Llegué a casa para encontrar a papá viendo la televisión, supongo que esperaba mi llegada ya que odia ver televisión.
—¿Que tal te fue?— apago el aparato en cuanto notó mi presencia.
—Una cosa le pedí y no puedo cumplirla.
—¿Qué paso?.
—Me dejo plantada y no fue nisiquiera para llamarme y avisarme, estuve como tonta esperando por horas hasta que otro chico se acercó y me dio su número por lastima— dije mostrando el vaso que ya estaba vacío.
—Ese perro desgraciado.
—Lo sé, Juan es un estúpido desgracia...
—No, Juan no— me interrumpió arrancandome el vaso de las manos —Este perro desgraciado— apuntó al número escrito en el borde —Quien se cree para coquetear con mi hija.
—Papá no estamos hablando sobre eso, Juan me dejo plantada concentrate.
—Lo siento, mis celos de padre.
—no entiendo porque me dejo plantada— comencé a llorar.
—Hija tal vez lo mejor sea dejarlo ir— acarició mi cabello con mucha delicadeza.
—Me niego a hacerlo.
—No tiene caso seguirte lastimando así cuando él ya dejo de amarte.
—No lo voy a aceptar, que tu te hayas dado por vencido con mamá no quiere decir que yo haga lo mismo.
—¿Qué?— se apartó de mi lado para verme fijamente.
Sus palabras me habían hecho sentir muy furiosa y no estaba midiendo lo que decía.
—Fuiste un cobarde cuando ella decidió irse, no la buscaste, no le rogaste, la dejaste ir haciendo que yo creciera sin el amor de una madre, tu estupido orgullo me arruino la vida.
Era muy tarde para arrepentirme, mis palabras lo habian dañado, lo vi en sus ojos. Se dirigió a la puerta pero antes de salir volteó a verme.
—Yo nunca me di por vencido, pero aprendí que no puedo luchar por alguien que no quiere que luchen por ella— puso el vaso sobre la mesita que estaba en la entrada —Guarda su número, lo vas a necesitar cuando te sientas sola— y se fue sin decir nada mas.
Comencé a llorar por lo que habia pasado, en toda mi vida nunca habia discutido con mi padre y mucho menos le había hablado como lo hice hoy, me sentía horrible, pero ya era tarde para sentir arrepentimiento.
Mi teléfono comenzó a sonar varias veces y lo ignore sin ver quien era, pero era tanta la insistencia que al final decidí contestar sin ver de quien se trataba.
—Lu perdóname de verdad, es que Yuvia ha tenido mucha tencion en el embarazo y hoy tuvo un accidente en la casa y la lleve al hospital, apenas nos dieron el alta asegurando que todo esta bien pero...
"¿Yuvia?, ¡Yuvia!"
—Tienes otras prioridades ahora y lo entiendo, creo que fue un error pedirte una semana a modo de despedida— se quedo callado ante mis palabras —Puedes decirle a tu abogado que venga mañana, tendre el divorció firmado y seras libre.
—Lu de verdad perdóname.
—No hay nada que perdonar, cuida de tu mujer, descansa.
Colgue la llamada antes de que el llanto comenzara a impedirme el habla. "Su mujer soy y sigo siendo yo, no ella" , pero ahí esta preocupado por ella mientras yo experimento los peores dolores que viví en mi vida.
Mi mamá me abandono, mi esposo me abandonó y ahora no contaba ni con el apoyo de mi padre. ¿Por qué insisto en quedarme si no tengo nada?.
—Llevame de una vez— dije en voz baja para mi misma —Llévame ya, ¿que estas esperando?— grité mirando hacia arriba —¿Que karma estoy pagando yo para sufrir así?.
Cerré los ojos abrazandome a mi misma, consolando mi dolor y la ansiedad que estaba sintiendo. Escuche un leve toque y me mantuve en silencio un segundo para analizar si habia escuchado bien o si acaso ya estaba comenzando a volverme loca, pero el sonido del golpe a la puerta volvió a aparecer.
Me levanté, limpie mis lagrimas pero mis ojos seguian inchados y aun así fui a abrirla, esperaba las disculpas por parte de mi padre, en estos momentos lo quería cerca, así que no jugaria a ser orgullosa y menos con él.
—Perdoname— la expresión que Juan tomó al verme me removió algo dentro.
—No estoy así por ti, no te creeas el centro del mundo— lo miré tomando todo mi esfuerzo para aguantar el llanto.
—Entonces, ¿que pasa?.
—Tuve una discusión con papá.
—¿Quieres hablar sobre eso?.
La verdad si quería, pero con él no podia hacerlo, porque al hacerlo tendira que darle contexto sobre mi enfermedad y ya no estaba del todo segura sobre querer contarle; así que solo negue con la cabeza.
—Esta bien, entonces vamos a sentarnos en el balcón a mirar las estrellas y comer helado hasta que te calmes.
Cuando normalmente me sentía enferma y debil, no podia contarle lo que me pasaba y él nunca me obligo a hacerlo. Solo me llevaba al balcon a mirar las estrallas y comer helado hasta que el episodio pasaba y me hacia sentir mejor.
Que me volviera a pedir eso, despues de tanto tiempo, me hizo imposible negarme.
—Por favor.
Tomo mi mano guiandome al balcón, nos sentamos en el suelo y me rodeo con una manta, me dio una cuchara y destapó una gran tina de helado solo para los dos.
—No quería dejarte plantada hoy.
—No tienes que disculparte.
—Yo quiero disculparme.
—Esta bien.
—No, no esta bien, fuiste el amor de mi vida, me pediste solo una cosa y no pude hacerlo— me miró a los ojos y los encontró cristalizados por las lagrimas —No firmes el divorcio aún, terminemos la semana como querías.
—¿Estas seguro?.
—Claro, te prometo que me comprometere mas con esto, es mas para compensar lo que paso hoy, yo planeo el día de mañana. ¿Trato?— extendió su mano hacía mi.
Que el cambiara una de mis citas me arruinaba un poco lo que ya tenía planeado, pero no estaba dispuesta a desaprovechar esta oportunidad.
"Lo siento papá, pero yo si pienso luchar por lo que amo"
—Trato— extendí mi mano estrechandola junto con la de él para así dar por comenzado el plan "7 días para enamorarlo".