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Capítulo 1: Ceremonia demoníaca

Capítulo 1

Ceremonia demoníaca

"Así que"

Ese susurro era muy conocido, al oírlo su conciencia volvía en sí. Cuando Jeff despertó, sus pensamientos eran confusos como si no supiera su identidad.

Abrió los ojos de golpe, asustado y temblando, no evitó sentir un escalofrío recorrer su cuerpo helado.

Quiso llorar, las lágrimas estaban por bajar de sus ojos, pero las contuvo ante una sensación de impotencia. A su lado vio que en una mesita de noche se encontraba un reloj. Podía apreciar la hora.

4:01 AM

"Ya es hora"—Pensó

No se sentía seguro, no sabía si podría hacerlo. Ese era un día muy importante para él y para todos sus compañeros.

Su mirada se enfocó en la puerta que se hallaba detrás de él, cuando escuchó a alguien patearla, su sentido de alerta se activó, provocando que, de un salto, saliera de la cama.

Fue rápido para abrir la puerta, su sorpresa fue grande al no ver a nadie por los extensos pasillos. Un silencio paranormal se encontraba fuera.

Tenía pesadez y sueño, su cuerpo le dolía por lo ocurrido el día anterior.

Por un momento, pensó que se lo había imaginado. Si, eso debía ser, estaba estresado por la ceremonia demoníaca, una actividad para despedir a los que salían de la preparatoria.

Luego de prepararse, se dirigió a la puerta, pero, cuando estaba a punto de abrirla, un gruñido que provenía de debajo de su cama llamó su atención.

—Oh, Balpa. ¿Cómo está mi pequeñín? —Se asomó para ver lo que estaba pasando.

Su mirada se llenó de ternura al ver una cabeza muy parecida a la de un perezoso salir por debajo de la cama.

Por como Jeff le hablaba, se podía apreciar su docilidad.

—Seguro ya tienes hambre, te traeré algo luego de la ceremonia —le prometió con pena en sus ojos.

Aquel entusiasmo no se podía guardar. Al salir de su habitación, se encontró con un corredor de color beige.

Miles de puertas se extendían a cada lado, además de otros miles de encapuchados caminando por los pasillos.

Cuando salió, empezó a escuchar los pasos de una criatura enorme.

Balpa se agrandó gracias a su poder mágico, Jeff se detuvo y le silbó para que lo siguiera. Era claro que al ver a muchos encapuchados en todo el edificio iba a hacer que se perdiera.

Cuando lo vio, se hizo más pequeño para poder seguirlo por el pasillo, mientras avanzaban, vieron una escalera que llevaba al primer piso.

Por ahí subía un muchacho rubio que se abotonaba una destellante camisa rosa.

Tras percatarse de Jeff siendo perseguido por la inmensa criatura, huyó espantado, sin embargo, antes de poder bajar, vio a dos sombras sobrevolar su cabeza.

Balpa se encogió hasta poder entrar en la manga de Jeff y él aterrizó en un escalón a punto de caerse.

No obstante, si no hubiese sido por el muchacho, se hubiera caído y muy seguramente, roto la pierna.

Lo sujetó de la camisa azul y lo mandó hacia atrás para poder ayudarlo.

—Casi me mato al caer por las escaleras. Gracias, Yuri —Sonrió Jeff, tocándose la nuca con emoción por ver a Yuri.

—No tienes que agradecer —Se alegró por los, pero sus ojos se abrieron—. Espera, ¿No te dije que dejaras a Balpa en tu cuarto?. Sí lo ven, lo volverán un chaleco  —Lo tomó de los hombros y lo sacudió.

—Nadie lo quería cuidar —Jeff estaba algo cansado.

—Hmm, sí, algunos son muy irresponsables —Yuri giró los ojos con indiferencia.

—¿Nos vamos? —Jeff señaló hacia atrás emocionado.

Bajaron a toda velocidad la escalera para llegar al vestíbulo. Estando ahí, Yuri, con solo tocar la manija de la puerta, hizo aparecer un elevador.

La puerta se abrió permitiéndoles ingresar, unos segundos después,  salieron a una bella ciudad.

Una brisa oceánica chocó con sus cuerpos moviendo el cabello negro de Jeff y el amarillo de Yuri. Sintieron ganas de descansar.

La ciudad en la que estaban tenía un estilo colonial, los callejones y barrios se encontraban pintados de diferentes colores.

Incluso, había mucha vegetación que chocaba con los edificios de la ciudad. Tenía una similitud con el país de Brasil, pero con los edificios que se podrían encontrar en París, la ciudad del amor.

Ese era el país de Stahara, un país gobernado por un emperador, a diferencia del resto que tenía presidentes.

Por esa calle llegaron a la gran plaza de la tortuga azul, aquella que tenía la forma de una tortuga. Un hombre estaba parado en medio de esta, los logró apreciar. Aquel sujeto estaba vestido con una túnica negra.

—¿Qué horas creen que son estas de llegar? —Guardó su reloj de bolsillo y les dio una mirada inquisitiva. Les habló con decepción.

—Perdone, nos levantamos apenas sonó el reloj —Yuri lo miró cansado y con su largo cabello siendo arreglado por él mismo.

—No importa, pónganse sus capas. Rápido, antes de que los vean —De una bolsa sacó unas simples capas negras y se las entregó.

Los tres se dirigieron a un edificio algo extraño, la apariencia de este no era muy colorido como los otros edificios. Cuando entraron, vieron como un salón iluminado por la luz natural se manifestaba enfrente de ellos.

A cada lado, habían unas dos filas de bancas similares a las que se podían encontrar en una iglesia. En medio del blanco piso, se veía un largo camino rojo que guiaba hasta un altar, en él se podía ver un gran agujero.

Muchas personas estaban sentadas, los magos y magas jóvenes estaban emocionados porque en ese día obtendrían sus criaturas místicas.

Aquellos monstruos eran un recuerdo de todo lo que hicieron.

Los jóvenes caminaron hacia el frente de la fila de bancas.

—Qué nervios — Jeff tenía los hombros encogidos y la cabeza agachada. Varias cosas pasaban por su mente.

—Ni me lo digas, en este momento estoy bajo mucha presión  —Yuri miraba al frente con una sonrisa nerviosa.

Ambos se pusieron las capuchas de sus capas para evitar ver a sus compañeros.

No era necesario, aun así, sentían las miradas de sus compañeros, los cuales tenían miedo por lo que pasaría.

Al llegar, tomaron asiento, todo estaba en silencio a excepción de unos murmullos que provenían de todas partes.

—No veo a las chicas por ninguna parte —comentó Jeff, giraba su cabeza a diferentes lados.

En ninguna de las bancas encontraba a las dos hechiceras que él conocía muy bien.

—Creo que aún no se despiertan —le dijo Yuri con un tono burlón.

—Seguro que la fiesta de ayer estuvo buena —Se reía Jeff muy animado—. Si, seguro bebieron hasta saciarse.

Ambos se empezaron a reír. Ellos entendían que las chicas estarían durmiendo por una fuerte resaca,  producto de la fiesta de la noche anterior, a la cual, no fueron por la ceremonia.

—¿Así que... eso creen? —Un susurro con ira retenida se acercó a los oídos de Jeff.

Ambos se quedaron petrificados ante esa voz. Una chica que ataba su largo cabello verde estaba enojada.

Cuando se dieron la vuelta, se encontraron con Samantha, la persona con la que Jeff estaba saliendo. Sé podía ver como sus ojos naranjas estaban llenos de ira.

—Perdona —Jeff estaba asustado.

Samantha, con solo hacer un movimiento de dedo, le quitó el habla e hizo que todo el cabello de Jeff se tiñera de azul.

—Ahora guarda silencio, la ceremonia ya va a empezar —Ella se sentó y cruzó sus piernas con una expresión desinteresada.

Unos  cánticos muy extraños empezaron a resonar en la habitación. Todos vieron como unos encapuchados con túnicas plateadas entraron sujetando unas velas.

Se detuvieron al posicionarse enfrente de todos de forma horizontal, dos a cada lado del maestro que estaba con las manos en la espalda.

El ambiente se volvió muy tenso, como si algo malo estuviera a punto de suceder.

—¡Queridos alumnos, en este día muy especial vamos a....!

—¡Espere!

La gran puerta del auditorio fue abierta fuertemente. Con una entrada muy ruidosa, aquella chica caminó rápido hacia el frente, su mirada estaba afilada.

Cuando llegó, se puso delante de Jeff que se mostraba algo confundido por la actitud de Sabrina, la bruja delusionista. Ella lo observaba de forma amenazante.

—Quítate de mi lugar —Estaba sonriéndole de forma agresiva.

—¿Qué? —Jeff inclinó un poco la cabeza demostrando que no entendía lo que pasaba.

De pronto, Sabrina lo sujetó del cuello y con una fuerza sobrehumana, lo lanzó hacia arriba, para luego, estrellarlo contra el suelo.

La dura cerámica de aquel elegante piso fue donde su cuerpo se estrelló, dejándolo aterrado por lo fuerte que ella era.

Una atmósfera de tensión se alzó sobre todos. Jeff pudo sentir el pie de Sabrina en su espalda. La suela de sus botas militares lo aplastaban cada vez más.

—¿Y?, ¿Me darás tu lugar, Jeff? —Tenía un tono amenazante y lascivo. Jeff inclinó la cabeza.

—Pe-Pero es mi sitio —Jeff quiso levantarse, pero no pudo, tenía miedo.

—Como quieras  —Presionó sus botas contra su cuerpo. Se sentó—. ¡Ah!, mucho mejor  —Exhaló fuertemente mostrando que estaba muy relajada.

—Ah, Sabrina... ¿Podrías devolverle su sitio a Jeff? —Yuri intentó hablarle.

Sabrina lo observó severamente.

Yuri no pudo evitar sentir miedo ante aquella joven. Sin duda, le temía a su compañera, teniendo una extraña presión en su pecho.

—Orden en la sala, señorita, deje de molestar a sus compañeros —Reclamó el profesor con molestia.

Ya estaba cansado de resolver los problemas de Jeff y Sabrina.

Ella sólo lo miró para luego sonreírle y con un gesto de «no tengo remedio», volteó su rostro, para luego, hacerle un gesto de desprecio obsceno.

Gracias a la intervención del profesor, Jeff pudo levantarse al fin, su cuerpo le dolía por aquel golpe, pero, una vez de pie, escuchó un silbido por detrás.

Dirigió su mirada a Sabrina, quien, dio unos golpecitos a un espacio disponible y una sonrisa algo engañosa que le daba escalofríos, conocía todos sus gestos.

—Vamos, siéntate —Sabrina puso las manos en sus piernas con una mirada afilada y juguetona.

—Ah, este... —Jeff se incomodó al ver algo detrás de ella.

Samantha tenía los ojos muy abiertos y parecía que iba a explotar de celos.

Tanto Jeff, como toda la sala, se podían percatar de los celos que tenía Samantha ante el nivel de amistad que Sabrina poseía con su supuesta pareja.

Desde pequeños, habían hecho todo al lado del otro. Incluso, tenían tanta confianza, que dormían juntos y usaban la ropa del otro.

Jeff se sonrojó ante ese gesto, recordaba que ella siempre actuaba tanto agresiva, como dulce con él, pero esto le incomodaba por cómo reaccionaba Samantha.

—Señor Jeff. ¡Siéntese! —El profesor le gritó para llamar su atención.

Al verlo, Jeff fue hacia su asiento algo asustado y sin decir alguna otra palabra, se puso al lado de Sabrina.

Ella soltó una pequeña risa, parecía que susurraba algo al oído de Jeff para molestarlo, pero, se detuvo cuando él dijo:

—Kōun no majo.

Que significaba "bruja de la fortuna", provocando un cambio de personalidad en Sabrina.

Tal cambio no era de menos, después de todo, los hechiceros ilusionistas eran los más orgullosos.

Jamás había visto a alguien hablar bien de otro. En el caso de la familia Shetza, la familia de Sabrina, eran los magos ilusionistas más importantes de todos.

Eran hechiceros muy retraídos, centrados en sus trabajos y hasta inspiraban miedo por sus peculiares personalidades, pero, Sabrina era completamente diferente.

Ella siempre fue muy destacada en sus estudios, pero no se podía perder las salidas con sus amigas y molestar a Jeff a escondidas de su madre.

Como la vez que le había hecho creer que lo escuchaba, cuando en realidad,  se encontraba en el cine.

—¡Escúchenme!, ¡La ceremonia acababa de comenzar! —El maestro levantó la voz para que se le pudiera oír—. Deberán invocar a sus criaturas legendarias.

Esto provocó que la tensión se hiciera presente en todo el salón, habían sentimientos de ansiedad por lo que estaba por pasar.

La invocación era algo que sólo hechiceros de nivel avanzado podían efectuar por poseer una gran cantidad de energía mágica o maná.

No obstante, todos en esa sala pasaron un régimen de entrenamiento que les daba más energía, por lo que, era posible.

—Heishin Ace, pasa al frente —El profesor leyó una lista.

Heishin tragó saliva y procedió a subir al estrado, todos lo veían muy nervioso ante lo que podría suceder. En ese punto, solo podía recordar lo que leyó en un libro sobre eso.

Para invocar algo, se debía usar un elemento natural al que se le puede dar una gota de sangre, mientras usaba un conjuro.

Sin embargo, en la actualidad, se usaban sellos de invocación y objetos personales, pero, en esta ocasión, no se usarían.

Al llegar a donde estaba su profesor, sacó un collar, lo dejó caer al pozo antes de susurrar unas palabras provocando que sangrara.

Dejó caer una gota de su sangre, al momento en que bajó por ese pozo, se volvió una brasa poderosa.

Un silencio se hizo presente en la sala, todo estaba muy tranquilo, pero de pronto, un rugido hizo eco en todo el salón sembrando el temor.

De la nada, una criatura alargada como una serpiente y con rasgos felinos salió de aquel abismo, y sin aviso, aterrizó detrás de Heishin.

Pegó un rugido, su cabeza y la parte delantera de su cuerpo eran las de un gato, pero, el resto era de serpiente.

Ambos se miraron fijamente. Heishin sentía como su vida se estaba yendo por la idea de ser la última vez que vería a su familia.

Tragó saliva sin dejar de ver el futuro de todos sus familiares en los ojos de aquella criatura.

Todos parecían ser felices, reían y cantaban ante su ausencia. Estaba congelado por la visión insensible de todos olvidándolo, pero, de pronto recordó a su tío.

Ltas lágrimas que se extendían por su rostro fueron limpiadas con una sonrisa que todos interpretaron como que estaba loco.

Aquella criatura ronroneo y se preparaba para atacar. Todos estaban aterrados, era la primera vez que veían algo como eso.

La bestia acercó su cabeza con mucha lentitud hasta Heishin, quien, observaba con detenimiento todo lo que hacía aquel serpenteante felino.

Sin alejar la mirada, puso sus manos detrás de su espalda, y de su manga derecha, conjuró un artículo que le podría servir en esta situación.

Ante sus ojos, la cobra gato saltó sobre él y como si se tratase de una serpiente, de sus colmillos salió un veneno que Heishin pudo esquivar fácilmente lanzándose hacia un lado.

Su criatura aterrizó delicadamente gracias a sus reflejos felinos, para luego, sujetarlo con su alargada cola enrollando sus piernas y dejándolo sin escape.

Heishin se dio vuelta para ver a aquella criatura. Podía escuchar que mientras avanzaba, su ronroneo se hacía más fuerte.

Los rostros de ambos se encontraban cara a cara, su respiración hizo que se despeinara y volviera a temerle.

Aquellos ojos, con un tono de serpiente, se volvieron más afilados.   Parecía que sería su fin.

Sin embargo, ya furioso, sujeto muy fuerte el periódico enrollado que conjuró, y golpeó con fuerza la nariz de su bestia haciendo que retrocediera liberándose.

—¡Atrás!, ¡Atrás he dicho!. ¡Gato malo! —Heishin se levantó gritándole con tono autoritario.

Mientras avanzaba hacia su gato, este se agachaba apenado. Sus ojos reflejaban los de un niño pequeño dándole a entender que se volvió manso.

Heishin se quedó viendo a su criatura mientras fruncía el ceño, pero, dejó de hacerlo cuando recordó la vez que  lo castigaron por romper un vaso.

De alguna manera, podía sentir lo mismo que sentía su criatura.

Se puso algo nostálgico, se disculpó con su criatura, lo miró con una cálida mirada y con su mano, empezó a llamarlo para que se acerque.

Lentamente, su gato se levantó, al mismo tiempo, Heishin se le acercaba con la mano alzada.

Poco a poco, empezó a tocar la nariz de su enorme mascota, era una sensación cálida y húmeda.

La suavidad de su pelaje provocó que se tumbara sobre él y le dijera que lo quería. De pronto, el cuerpo de su criatura comenzó a brillar. Se levantó para ver bien lo que estaba ocurriendo.

Su criatura se acurrucó en el suelo para empezar su transformación envuelto por un recubrimiento dorado que lo encogió hasta ser como un llavero.

Heishin se agachó para tomar la hermosa pieza decorativa. Antes de levantarse, lo puso en su bolsillo y se retiró a su asiento.

La atmósfera del salón se llenó de curiosidad por lo acontecido, las miradas de sus compañeros tenían un brillo singular en ellas.

La ceremonia siguió con normalidad. El profesor comenzó a llamar a cada alumno por orden de lista, y todos los alumnos empezaron a subir al estrado uno por uno.

Cada alumno obtuvo su propia criatura demoníaca mediante objetos personales.

Muchos de estos monstruos no eran totalmente híbridos de animales, también habían seres con aspecto humanoide y otros tenían apariencia de objetos.

Una vez que la mayoría de los estudiantes cumplieron con su deber, salieron del salón.

Jeff se tuvo que retirar para ir al baño,  mientras tanto, , Yuri obtenía su criatura, la cual, era una quimera.

La parte superior era de un hurón y sus patas traseras las de un cangrejo, además, su cola era un tentáculo.

Al principio, no lo quería, pero al ver como le recordaba a él cuando conoció a  Jeff a los siete años, aceptó quedárselo.

—¡Simón Vipers! —Dijo Maestro.

Simón, un chico con un pasado talentoso, se levantó de su asiento y se dirigió muy seguro de sí mismo al estrado.

—Ya sabes lo que tienes que hacer —Dijo Yuri tras despeinarle su cabello azabache con emoción.

—Sí, sí, no te preocupes, yo me encargo —Exclamó areglandose el cabello y algo molesto.

Las palabras del confiado chico no convencían al profesor. De su bolsillo sacó una foto que estaba doblada a la mitad, y no revelaba su contenido.

La lanzó y de pronto, él fuego del interior de la fosa se apagó y fue remplazado por la presencia de llamas de color negro tan intensas, que de ellas, emanaba una energía negativa.

Sin tiempo para pensar en lo que pasó, Simón puso su mano sobre las brasas dejando caer una gota de sangre.

Aquella herida no cicatrizaba como las de sus compañeros. Un dolor indescriptible se apoderó de él.

La preocupación se hizo presente en la sala.

De las brasas oscuras salían unas nubes de humo, cada una más siniestra que la anterior. A diferencia de aquella vez, en esta ocasión, el ambiente se volvió tenso.

Las chicas, Yuri y su maestro empezaron a sentir ansiedad con un apetito extraño.

Simón pudo ver a su alrededor siluetas de sus compañeros, quienes se sentían muy ansiosos y su maestro gritaba por un dolor de cabeza insoportable.

De pronto, el humo se acumuló en una esfera que poco a poco tomó la forma siniestra de una masa de helado.

Se desparramaba solo un poco. De todos lados emergieron muchas bocas con colmillos, también, en medio aparecieron dos ojos, uno arriba y otro abajo.

Era como ver un hombre de nieve hecho de helado con dos ojos verticales y con miles de bocas en el cuerpo.

Simón tragó saliva ante la tenebrosa figura. Todos estaban asqueados por la apariencia de esa bestia.

—No te muevas —Susurró su profesor, sentía que algo andaba mal.

Esta criatura no era lo que parecía. Esta aura no representaba una criatura de paz, más bien, era una energía que le daba el deseo de matarse.

En ese instante, al profesor se le ocurrió algo, pero, al mismo tiempo, Jeff regresó más aliviado.

Todos se quedaron con los ojos abiertos, le pidieron a Jeff huir, pero él fue hacia Simón y quiso salvarlo usando dos hechizos.

Ilumited, Podah

El primero era un destello que salió de la nada segando al monstruo. Mientras que el segundo era una esfera de fuego negro que disparó contra su rival, pero, esta no le hizo nada, solo fue absorbida.

Juntó las manos y de ellas salió una esfera oscura que se introdujo rápidamente en aquella criatura, pero no pasó nada.

Lo único que sucedió, es que la masa de aquella criatura empezó a temblar preocupando a todos.

—¡Imbéciles!, ¡Corran! — Gritó Sabrina a todo pulmón muy asustada.

Por alguna razón, Jeff no reaccionaba.

De la boca del monstruo, salió disparada la esfera de hace un momento impactando con el pecho de Jeff.

La fuerza con la que lo golpeó fue como la de una bala.

De la espalda de Jeff, salieron cinco rayos de luz, uno de ellos dañó levemente a Simón.

De pronto, de ese monstruo salió un tentáculo viscoso que sujetó a Jeff fuertemente, y  lo lanzó contra una pared, mientras todos querían ayudarlo, pero algo se los impedía, se sentían impotentes.

No lo podían creer, iban a ser comidos por esa cosa.

—Debo hacer algo —Simón se puso firme.

Levantó la mano e intentó acercarse, pensaba en hacer un vínculo con aquella criatura. Lo único que le daba miedo de aquel monstruo eran sus múltiples bocas y sus ojos.

Así que cerró los suyos para poder tocarlo. Una sensación viscosa y fría podía sentir en toda su mano. De pronto, una voz delicada diciendo su nombre lo hizo ver.

Desde la perspectiva del hechicero, una chica rubia estaba en frente, pero la realidad era que, estaba siendo absorbido.

Todos sus compañeros e incluso su maestro estaban aterrorizados por lo que veían. Simón fue consumido por completo.

Fue una situación que preocupaba a su profesor.  Tenia un alumno herido y otro muerto y solo uno tenía padres.

De pronto, la criatura se estiró hasta el techo, para después sacar varios tentáculos rosados que en la punta tenían unas navajas muy afiladas.

Y sin darles tiempo de actuar, todos fueron atravesados rápidamente, fue tan rápido que Sabrina no tuvo tiempo de hacer una ilusión, incluso Jeff.

La sensación de vómito inundó la boca de Jeff, provocando que su relleno estomacal, al igual que mucha sangre, saliera a fuera.

Parecía que todo esto fue el final de este grupo de hechiceros.

Ese monstruo reía con un tono diabólico, era como si un hombre con voz gruesa, seguido por tres voces agudas se rieran.

Mostraba que le gustaba el sufrimiento de otros para alimentar su propio apetito.

Aquellos cuerpos fueron absorbidos por sus tentáculos y se aseguró de no dejar ningún rastro de ellos.

Al parecer, había triunfado o eso es lo que parecía.

—Manténganse callados — Susurró el maestro.

—Fiu, gracias Samantha —Jeff estaba acostado en el suelo.

—No hay de que —Samantha intentaba calmarse.

—¿Ahora que profe?. Ya no soportó más —Sabrina estaba cansada.

Lo que parecía ser una derrota segura, terminó siendo una ilusión por la magia heredada de Sabrina.

Gracias a su poder, Proyección de segundo escenario, le permitió crear una ilusión perfecta proyectando un escenario, el cual, debe materializar con su mente.

Es como si estuviera viviendo una película, la cual, ella misma edita en tiempo real poniendo los efectos especiales y los sonidos.

Lamentablemente, no es capaz de mantener una ilusión por mucho tiempo, y menos cuando debe improvisar.

Todo lo visto por aquella criatura se hizo al momento de cada uno de sus movimientos. Era como si alguien respondiera o hablara con la mente en blanco.

El grupo se encontraba en la puerta principal del gran salón.

El maestro y los demás se encontraban detrás de Sabrina, quién intentaba mantenerlos escondidos.

El maestro felicitaba a la exhausta hechicera susurrando, incluso Jeff les agradece a las dos chicas. Sabrina intentaba no gritar, aquella proyección no tardaría en desaparecer.

—Sabrina, mantenga unos segundos más la ilusión —Se puso de pie—. Yuri, cuando yo le diga, cargue a su compañero y salgan de aquí —Caminó de frente.

Él maestro entró al rango de la ilusión, su determinación era increíble. Un sentimiento de miedo se apoderó de él, pero también, unas ganas de defender a sus alumnos.

Miró a los ojos a esa criatura, la cual, no pudo evitar lamerse los múltiples labios que poseía.

La criatura sacó varias lenguas que querían devorarlo, pero, el profesor, con una calma extraordinaria, las esquivó de un salto y sin que el monstruo pudiera ver algo, las lenguas fueron cortadas.

El profesor cayó al suelo de forma heroica antes de ir contra su rival, quién se lanzó en un torrente contra él mago, sin embargo, cuando tocó su palma izquierda, el torrente salió disparado contra una pared.

Ante esto, Simón salió de entre los desperdicios de helado que apestaban horriblemente, pero, eso no le importaba al profesor.

Gritó para que Yuri se apresurara, tomara a Simón y saliera de ahí junto a los que quedaban.

El profesor respiró bajando sus hombros, aliviados por la huida de sus alumnos, pero, una sensación extraña lo mantenía alerta.

Y no era de menos, los pedazos de ese monstruo se juntaron formándolo nuevamente, y con una risa escalofriante, dejaba los huesos del profesor temblando.

—Quién hoza hacer enfadar a Gula —Exclamó esa cosa con la voz muy profunda. Con uno de sus tentáculos, se percató de la falta de sus dientes—. Mis dientes. ¡Humano!, Maestro es tu nombre, ¿Verdad?.

"¿Por qué me pusieron ese nombre?"

—Si, mi nombre es Maestro —Dijo molesto.

—Quítate de mi camino, él Heredero debe ser consumido por mí. El sabor del Capa Sombría siempre lo quise probar.

La manera con la cual hablaba le causaba asco a Maestro. Chasqueo provocando que su ropa cambie a su uniforme de Rey Mago.

—No te dejaré acercarte a mis alumnos. Quiero que te quede bien claro, esto no lo hago por que me importen esos estudiantes, todos son molestos —Unas lagrimas, acompañadas de una voz que se rompía, se manifestaban.

" Cuando murió, murieron mis ganas de seguir defendiendo a otros —Puso una mano en su pecho.

" La oscuridad se apoderó de mi mundo, pero, el tener a esos tres chicos en mi salón, me hace llorar de felicidad, es como tenerlos a ellos conmigo —Su sonrisa estaba por romperse.

"Te diré el lema de los profesores de la academia Merlín —Se acercó con una mano levantada, y de esta salió una pistola—. "Cualquier ser que quiera dañar nuestros tesoros, prepárense, por que los cuervos les quitarán los ojos"

Su mueca de tristeza cambió por una de felicidad. La sonrisa de Maestro era una que expresaba locura y una felicidad que era inspirada por algo misterioso.

Fue hacia adelante al igual que Gula, quién lanzó un grito junto a sus tentáculos.

◇◇◇

Pasadas unas horas, Maestro salió del lugar muy herido para ser auxiliado por los alumnos, en su mente, repetía que protegió su tesoro con unas lágrimas y sonrisa.

"Como se los prometí, chicas, los cuidaré como si fuera más que su Rey Mago"

Fin del capítulo 1...