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—¿Qué travesura estará planeando esta vez esa diablesa? —se preguntó Aurora mientras miraba a Tina como intentando adivinar lo que diría.
Tina sonrió con suficiencia, y en ese momento, Aurora supo que no le iba a gustar lo que le pediría hacer.
—Aquí está, mi amor... Vas a ser mi sirvienta durante una semana. Elijo una semana porque no quiero que pienses que soy una mala persona cuando estamos divirtiéndonos. Todo es diversión, ¿de acuerdo? —informó Tina.
Aurora y Katie se sobresaltaron al mismo tiempo.
—¿Perdón? ¿Ser tu sirvienta durante una semana? ¿Por qué aceptaría una idea tan ridícula? ¿Estás loca? —Aurora se enfureció.
—Aceptarás lo que yo quiera porque perdiste conmigo en este desafío y había un acuerdo. Si hubieras ganado, ¿no pedirías algo como ganadora? —Tina le preguntó.
—Eh, sí, pediría algo pero no algo tan ridículo como lo que estás pidiendo. ¿Ser tu sirvienta? Eso es una locura —protestó Aurora.
—Bueno, eso es lo que quiero y vas a cumplirlo te guste o no, porque si no lo haces, vas a pagarlo muy caro y te arrepentirás de no haber aceptado ser la sirvienta durante una semana. Es muy sencillo y considerado en comparación con otras cosas que podría hacerte hacer —declaró Tina.
—¿Es eso una amenaza? —preguntó Katie con tono monocorde.
—No realmente, mi amor. Simplemente estoy explicando cómo sería. Deberías saber que consigo lo que quiero, sin importar qué. No me pruebes, Aurora —dijo Tina como un consejo.
—Extranjero, debes saber que si no aceptas por tu propia voluntad, te obligaremos a obedecer como su sirviente, y eso no será placentero. Sabes lo que podemos hacerte donde nadie está mirando, ¿verdad? Muchas cosas terribles te habrían pasado antes de que viniera un salvador por ti —Gracie le susurró al oído a Aurora.
—¡Deja de llamarme extranjero! No soy un extranjero —Aurora exclamó enfadada.
—¿Qué están haciendo todavía allí? Lleven a Aurora a la clínica inmediatamente —El jefe guerrero llamó luego de volver la vista y ver que seguían conversando en grupo.
—Vas a volver al trabajo hoy, mi amor. Me comunicaré contigo cuando necesite a mi sirvienta. Ahora, ve y límpiate. Estás sangrienta. No podemos permitir que pierdas mucha sangre, ya sabes, para que puedas volver al trabajo —Tina le dijo y comenzó a caminar fuera del centro de entrenamiento.
—¡Felicidades por tu nombramiento como sirvienta, Extranjero! —Clara se burló. Ella y Gracie siguieron a Tina, contoneando sus caderas mientras salían del salón.
—¿En qué te has metido, Aurora? Te dije que te alejaras del camino de esas chicas. No son más que malas compañías. Muy traviesas. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Deberíamos informar a tu padre? Sin duda intervendrá para advertirles que te dejen en paz —Katie sugirió, preocupada. Habían comenzado a caminar fuera del salón, dirigiéndose a la clínica para que la trataran.
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—No —afirmó tajantemente Aurora.
—¿No? ¿Quieres decir que vas a ser una sirvienta durante una semana completa en vez de aprovechar la posición de tu padre? —preguntó Katie, mirándola como si hubiera crecido dos cabezas.
—¿Cómo voy a involucrar a mi padre en algo tan trivial como esto? Sabes lo manipuladora que es Tina, sin duda se las arreglará para salir de esta sin ser encontrada culpable y después me hará parecer la mala. Además, tengo que aprender a defenderme y ocuparme de mis asuntos sin involucrar a nadie. Involucrar a mi padre me hará sentir como la débil que todos piensan que soy. Necesito mantenerme firme contra ellas, por mí misma. Debo ser independiente —señaló Aurora.
—Hay otras maneras de actuar de forma independiente y demostrar que no eres una debilucho, Rory —intentó hacer que cambiara de opinión y pidiera ayuda Katie.
—No, Katie. Me voy a ayudar a mí misma sin pedir la ayuda de nadie. Estaré bien. Lo tengo todo controlado, mejor amiga —aseguró a su amiga con firmeza Aurora.
—Eres muy terca. Bueno, tendré que dejarte de ser tu amiga durante el tiempo que seas sirvienta. Ya sabes, no puedo ser amiga de una sirvienta —dijo en broma Katie. Aurora se rió.
—¡Ni se te ocurra dejarme de ser amiga! Si me dejas de ser amiga, yo te haré mi amiga por todos los medios, ¡incluso a la fuerza! —bromeó Aurora.
—¡Pillina! —dijo Katie y le dio un golpecito juguetón a un lado. Aurora se quejó de dolor. Katie había tocado sin querer donde estaba lesionada.
—¡Dios mío! Lo siento mucho, mucho, mucho, querida —se disculpó inmediatamente, sintiéndose culpable.
—Está bien. Sé que no fue a propósito. Mira tú que querías dejarme de ser amiga, todo preocupada y alterada porque me quejé de dolor —dijo Aurora, bromeando con su amiga.
—Deja de hablar, vamos a que te traten. No quiero que te desmayes en mis brazos —dijo Katie.
—Agradezco a la diosa de la luna por bendecirme con una amiga como tú —expresó agradecida Aurora y se sonrieron mutuamente.
Unas horas más tarde, tras ser tratada y sentirse mucho mejor, Aurora había ido a casa y logró evitar explicarle a su familia cómo se había lastimado, porque no había nadie en casa.
—Mi mamá quiere enviarme a hacer un recado al mediodía. Iré a verte cuando vuelva. Cuídate mucho y relájate bien —había dicho antes de irse Katie.
Así que decidió dormir durante la tarde, pero Tina tenía planes para ella.
—Tina quiere que me sigas inmediatamente. Dice que necesita de ti. Quiere que estés lista para tu primera tarea como su sirvienta —uno de los sirvientes de la casa de Tina había venido a entregarle el mensaje.
—¿Qué podrá ser la primera tarea? —murmuró Aurora, apretando la mandíbula.