Él la dejó en la cama, pidiendo a los médicos que la revisaran de inmediato, informándoles que acababan de tener un accidente de coche en su camino hacia allí. Aunque protegió totalmente su cabeza, aún así pidió que la sometieran a una radiografía para asegurarse doblemente de que estaba bien.
—Alex... Estoy bien, eres tú quien
Alex se inclinó abruptamente y besó sus labios, impidiéndole hablar. —Calla, Abigail… no tienes que preocuparte por mí, ¿de acuerdo? No estoy herido en absoluto.
—Alex por favor, estás empapado de sangre… —insistió, preocupada a muerte por él
Las mandíbulas de Alex se apretaron, pero la miró con una mirada tierna. —Esto no es nada, créeme —insistió y Abi negó con la cabeza nuevamente.
—¡No lo es!
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