Alex la buscó y para su alivio, finalmente la encontró.
Nadó hacia ella y la cogió por la cintura para llevarla a la superficie.
—¿Estás bien? —preguntó, con las manos en su trasero levantándola. Pero Abi le parpadeó mientras él la miraba.
—Estoy bien. Por qué… espera… ¿crees que me ahogué? —preguntó Abi. Y cuando Alex se dio cuenta de que hizo algo innecesario, carraspeó y apartó la mirada.
Sin embargo, su reacción hizo que Abi se riera y, sin pensar, extendió la mano y tomó su cara, pellizcando sus mejillas ligeramente. —Vaya… eres un preocupón —dijo, pero pronto se dio cuenta de lo que acaba de hacer y su sonrisa se desvaneció lentamente.
Intentó apartar la mirada y alejarse de Alex, pero el hombre no la soltó. En cambio, la sostuvo más fuerte mientras la llevaba a la parte menos profunda de la laguna donde podía ponerse de pie.
Abi se dio cuenta de su posición. Estaba siendo acunada por Alex.
—Ehm… Alex, ya puedes soltarme —le dijo cuando…
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