—Um... ¿fui demasiado indulgente con mi castigo? Muy bien entonces, Klaus, ¡te sentencio a revelar tu verdadero nombre ante nosotros! —dijo el rey.
Kaizen sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal ante la petición del rey. Sabía que revelar su verdadero nombre era información peligrosa que podría poner en peligro no solo su misión, sino también su propia vida.
Con una expresión serena, Kaizen miró directamente a los ojos del rey y respondió:
—Comprendo la gravedad de la situación, pero no puedo revelar mi verdadero nombre. Hay fuerzas oscuras que buscan mis pasos y podrían utilizar esta información en mi contra y en contra de aquellos que busco proteger. Pido perdón por mi negativa, pero es una cuestión de supervivencia.
Los consejeros, aún indignados por el castigo originalmente propuesto, se mostraron aún más disgustados por la negativa de Kaizen. El asesor a la izquierda del trono se adelantó furioso:
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