—Basil Jaak escuchó la voz de Xenia Wendleton y giró la cabeza para explicar —N...no, no es nada.
Inesperadamente, su mirada se fijó en la forma de Xenia, incapaz de apartar la vista durante mucho tiempo.
En ese momento, Xenia llevaba puesto un batín de satén. Recién salida de la ducha, sus mejillas suaves tenían un rubor. Perfectamente espejando los melocotoneros en flor de marzo, su piel clara y tierna exudaba un toque de encanto.
Bajo la mirada inquebrantable de Basil, el vivaz rubor de Xenia se intensificó, extendiéndose por su cuello lechoso.
—Hmph, ¿qué estás mirando? ¿No has visto una belleza antes? —incapaz de resistirlo más, Xenia riñó a Basil de manera coqueta.
Basil solo sonrió.
—He visto bellezas antes, pero esta es la primera vez para una belleza que se declara tal repetidamente. ¿Alguna vez has oído hablar de la modestia? —dijo él.
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