Gustave miró a Yetta Astir con una sonrisa provocadora, claramente preparado para deleitarse con su vergüenza.
Naturalmente, Yetta no podía tragarse ese insulto. Se acercó a Basil Jaak, preguntando —¿Puedes aparcar el coche dentro? ¿Estás seguro?
Basil escuchó la conversación de Yetta con Gustave desde el coche y comentó con despreocupación —Yo tenía la intención de aparcar el coche aquí; fuiste tú quien me pidió que lo moviera.
—... —Yetta reflexionó. Para lidiar con esta chica loca Gustave, lo soportaría.
—¡Guapo, tú puedes! —Yetta animó a Basil con alegría, esperando que pudiera aparcar el coche audazmente para callar a Gustave.
—¡Mejor será que te apartes! —gritó Basil.
Yetta negó con la cabeza —Quiero sentarme en el asiento del pasajero y ser testigo del momento milagroso.
—Como quieras, solo no digas que no te advertí. Después de aparcar el coche, no podrás abrir la puerta del pasajero —dijo Basil con indiferencia.
Unterstützen Sie Ihre Lieblingsautoren und -übersetzer bei webnovel.com