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Capítulo 15: Brindando por el Éxito

Diego se encontraba en la cocina del castillo, inmerso en la tarea de limpiar los utensilios de cocina utilizados durante el día.

Con una espátula rudimentaria, Diego raspó los restos de comida y suciedad visibles de los platos y ollas, asegurándose de eliminar cualquier vestigio de la última comida preparada en la cocina del castillo.

Luego, sumergió los utensilios en un balde de agua fría, permitiendo que el líquido fluyera entre los pliegues y grietas, eliminando los restos sueltos y los residuos más grandes que quedaban en la superficie.

Con una mezcla de arena fina y cenizas recogidas de la chimenea, Diego frotó vigorosamente cada utensilio, aplicando presión para eliminar los residuos de comida pegados y la suciedad incrustada. El sonido áspero de la arena contra el metal resonaba en la cocina mientras trabajaba con determinación.

Después de frotar con abrasivos, Diego enjuagó los utensilios nuevamente, esta vez con agua caliente, asegurándose de eliminar cualquier resto de arena o cenizas que pudiera haber quedado, dejando los utensilios relucientes y libres de impurezas.

Una vez limpios y enjuagados, Diego colocó los utensilios sobre un paño limpio y los dejó secar al aire.

Con los utensilios limpios y en proceso de secado, Diego se detuvo un momento para reflexionar sobre el día que había transcurrido en el castillo. Mientras observaba los brillantes platos y ollas dispuestos sobre el paño limpio, una idea comenzó a formarse en su mente.

"Sería una buena idea invitar a los cocineros a la taberna esta tarde", pensó Diego para sí mismo. "Han trabajado incansablemente para asegurarse de que el cumpleaños de hoy fuera un éxito, y creo que se merecen un momento de descanso y celebración."

Con esta decisión tomada, Diego continuó con sus labores de limpieza con renovada energía, sintiéndose satisfecho por la oportunidad de reconocer el arduo trabajo de sus compañeros. Mientras secaba el último de los utensilios y los guardaba en su lugar, su mente estaba llena de planes para la velada que tenía en mente.

Una vez que la cocina estuvo ordenada y lista para el próximo día, Diego salió de la estancia y se dirigió hacia la taberna, donde sabía que encontraría a sus colegas cocineros.

Mientras caminaba por los senderos empedrados del castillo, repasaba mentalmente las razones por las cuales quería invitar a sus compañeros a compartir una bebida y una comida.

"Todos han trabajado duro para preparar la celebración del cumpleaños de la señorita Sancha", reflexionó Diego. "Desde la elaboración de los manjares más exquisitos hasta la atención meticulosa a cada detalle, han demostrado su dedicación y habilidad en la cocina. Creo que merecen un momento de relajación y camaradería, para celebrar juntos el éxito de la jornada."

Con esta motivación en mente, Diego llegó a la taberna y entró con paso seguro, buscando a sus colegas entre los clientes habituales del establecimiento. Una vez que los localizó en una mesa al fondo, se acercó con una sonrisa en el rostro y los saludó con entusiasmo.

"¡Buenas tardes, amigos!" exclamó Diego, captando la atención de los presentes. "¡Espero que estén listos para una velada de celebración y buenos momentos!"

Los cocineros, sorprendidos pero encantados por la invitación, respondieron con entusiasmo y se prepararon para disfrutar de una noche de relajación y camaradería. Con la promesa de buena comida, bebida y compañía.

Diego se acomodó en una silla en la mesa donde se habían reunido los cocineros, ansioso por comenzar la velada de celebración. Observó a su alrededor, disfrutando del bullicio y la atmósfera animada de la taberna, mientras sus compañeros conversaban y reían entre ellos.

Sin embargo, sabía que antes de poder disfrutar plenamente de la noche, necesitaban asegurarse de tener algo para beber. Con una sonrisa decidida, Diego se puso de pie y levantó la mano para llamar la atención de la camarera que se movía entre las mesas ocupadas.

"¡Oye, tú!" exclamó Diego, levantando la voz para hacerse oír por encima del ruido de la taberna. "¡Trae seis cervezas, las más grandes que tengas!"

Hizo señas con la mano en dirección a la barra, indicando la cantidad de cervezas que querían y esperando captar la atención de la camarera ocupada.

La camarera, ocupada tomando pedidos en otra mesa, levantó la mirada al escuchar la voz de Diego. Con una sonrisa amistosa, asintió en señal de entendimiento antes de volver rápidamente a su tarea actual.

"¡Bien, ahora voy!" respondió la camarera, apresurándose a atender el pedido de Diego mientras continuaba atendiendo a los demás clientes de la taberna.

Diego se sentó nuevamente con una sensación de satisfacción, sabiendo que pronto tendrían algo para beber mientras esperaban decidir qué más pedirían para acompañar la velada. Mientras esperaban, aprovechó para conversar y compartir risas con sus colegas cocineros, disfrutando de la compañía y el ambiente acogedor de la taberna.

La camarera regresó con un portentoso bandeja cargada con seis jarras de cerveza, cada una rebosante con el líquido dorado y espumoso. Con una sonrisa radiante, depositó las jarras sobre la mesa frente a Diego y sus compañeros cocineros, asegurándose de que estuvieran bien posicionadas para su fácil alcance.

"Aquí tienen sus cervezas, caballeros", anunció la camarera con un tono jovial. "¿Y qué desean para acompañarlas?"

Diego contempló las opciones, sabiendo que querían algo para picar mientras disfrutaban de sus bebidas. Con un gesto de asentimiento, respondió con confianza: "Vamos a empezar con algo ligero. ¿Podrías traernos un poco de pan, preferiblemente de buena calidad, y una tabla de quesos? Además, unas pasas y algunos frutos secos también serían estupendos."

La camarera asintió con entendimiento y tomó nota del pedido de Diego antes de partir hacia la barra para organizar los aperitivos solicitados. Mientras tanto, Diego y sus compañeros se dispusieron a disfrutar de sus cervezas recién servidas, charlando animadamente y compartiendo anécdotas del día.

Poco después, la camarera regresó con una bandeja llena de delicias: un generoso surtido de pan recién horneado, acompañado de una variada selección de quesos que emanaban un aroma irresistible. Las pasas y los frutos secos se distribuyeron estratégicamente alrededor de la tabla, agregando un toque de dulzura y textura al festín improvisado.

Con una sonrisa de satisfacción, Diego agradeció a la camarera por su diligencia y se dispuso a disfrutar de los deliciosos aperitivos en compañía de sus colegas cocineros. La taberna resonaba con risas y conversaciones animadas mientras compartían los manjares y brindaban por el éxito del día y la camaradería entre amigos.

Después de saborear las primeras cervezas y devorar los deliciosos aperitivos, Diego notó que las jarras se estaban vaciando rápidamente. Observó con atención cómo el nivel de líquido descendía en cada vaso, señalando silenciosamente que era hora de pedir otra ronda.

Con una sonrisa, Diego llamó nuevamente a la camarera, quien se acercó con prontitud, lista para atender sus necesidades.

"¿Podrías traernos otra ronda de cervezas, por favor?" solicitó Diego con cortesía, señalando las jarras casi vacías sobre la mesa.

La camarera asintió con una sonrisa comprensiva y se retiró rápidamente para cumplir con el pedido, regresando poco después con otra bandeja repleta de jarras de cerveza fresca y burbujeante.

Diego y sus compañeros agradecieron el gesto y brindaron por la generosidad de la camarera y la buena compañía. Bebieron con satisfacción, disfrutando del refrescante sabor de la cerveza y la calidez de la amistad compartida.

Una vez que hubieron terminado la segunda ronda, Diego llamó de nuevo a la camarera para pedir la cuenta. Con una sonrisa de gratitud, hizo la pregunta inevitable:

"¿Cuánto será en total?"

La camarera respondió con amabilidad: "Son 20 de plata por la comida y 1 dinar de oro por la cerveza, señor."

Diego asintió con agradecimiento y sacó la cantidad correspondiente de su bolsa, entregándola a la camarera con una sonrisa de satisfacción.

"Gracias por tu servicio," dijo Diego, expresando su gratitud por la atención y la calidad de la comida y la bebida.

La camarera recibió el pago con una sonrisa y se retiró con la satisfacción de haber brindado un excelente servicio a sus clientes. Diego y sus compañeros se despidieron con alegría, satisfechos por la velada de celebración y camaradería que habían disfrutado en la taberna.