Un pesado silencio dominó todo el lugar durante largos minutos. William sabía que aceptar tal hecho no iba a ser fácil para ellos, para nadie. Así que simplemente continuó empujando el viento con su técnica de movimiento de bola de cañón, mientras les daba tiempo suficiente para absorber y aceptar esta verdad.
Mientras tomaban su tiempo para aceptar esto, William aprovechó para pensar en lo que acababan de revelar.
—¿Un mundo pequeño con maestros que no pueden activar sus cuerpos espirituales? ¿Qué diablos es exactamente ese mundo? ¿Cómo sobreviven los maestros a los monstruos sin tales armas letales? —su mente vagaba por diversas ideas, y sin embargo, cuando volvía a fijarse en ellos, no podía evitar centrar su mirada en la burbuja brillante de luces que los mantenía a salvo.
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