Así que William siguió corriendo en caminos semicirculares, atrayendo gradualmente a los monstruos lejos de las escaleras. Luego, cuando acumuló sus ataques veinte veces, movió su espada, corrió rápidamente hacia el grupo de cientos de estos monstruos, antes de asestar un golpe feroz contra el suelo.
*¡Retumbo!*
El suelo tembló violentamente mientras aparecía un profundo cráter. Esto siempre era algo que venía como predeterminado con su técnica. A medida que apilaba muchos ataques juntos, el cráter era de decenas de metros de profundidad, sin superar cincuenta metros como máximo.
En medio de este estruendo, William podía escuchar ruidos chirriantes provenientes de todas partes. El polvo ya volaba por todos lados, bloqueando su visión.
Pero estaba seguro de que esos monstruos habían sido golpeados, y ahora era su oportunidad de escapar.
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