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Epílogo.

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| EPÍLOGO. |

Aquella oscura habitación solo hacía a su mente divagar en recuerdos que llegaban a romperle el corazón. ¿Cuánto tiempo llevaba en esa habitación?

No tenía idea. Quizá horas o días, solo podía recordar el día que llegó a ese horrible lugar.

Sollozo ante el recuerdo que pasó por su mente, su mentor. Él debería de estar muy preocupado por ella, aunque también había la posibilidad de que creyera que es una traidora.

La puerta de aquella habitación se abrió dejando ver a un moreno de gafas grises.

—Levántate, Lord Aizen quiere hablar contigo— ordenó con seriedad.

La pelinegra limpió sus ojos, mientras le levantaba con un semblante serio. Los odiaba, a los tres. Aquellos hombres a los que tanto admiró, ahora solo le provocaban repulsión.

Llegó hasta una especie de sala del trono, donde Aizen se sentaba en aquel trono. Mirándola con diversión, a su lado se encontraba un peliblanco quien solo desvió la mirada. Se sentía tan culpable de haberla metido en todo esto.

—Tara— habló el castaño con una sonrisa que pretendía ser amable.

—Aizen— dijo ella sintiendo asco con tan solo decir su apellido —¿Qué mierda quieres?— preguntó molesta.

—Uy, esa boquita. Creo que Ichimaru debería disciplinarte— agregó riendo burlonamente.

—Ja, ja, que divertido— dijo sarcástica mientras miraba al castaño con rencor —¿Qué hago aquí?

—Sinceramente, solo estas aquí porque sabes mucho sobre mi plan— mintió —Eres un peligro— agregó para convencerlos.

¿Cuál era la razón de Aizen para tener a Tara ahí?

La respuesta es fácil, Ichimaru. Es era su única razón, desde aquel día donde fue a tomar con el peliblanco y éste le contó sobre los sentimientos que tenía hacia la pelinegra.

Desde ese día, su plan cambió; solo para ver feliz a su estudiante. Esa felicidad que él nunca pudo tener.

—Tienes dos opciones— levantó dos de sus dedos, índice y medio —Bueno, que sean tres— agregó como tercero al anular —La primera, te mueres. La segunda, te unes a mí. Y la tercera, Gin se encargará de vigilarte— habló mirando a la pelinegra —Tú eliges.

—Prefiero morirme a ser parte de tu plan— respondió molesta la pelinegra.

—Muy bien, entonces Gin te vigilará— sonrió ante una respuesta que claramente Tara no escogió.

—¿¡Acaso estas sordo imbécil?!— gritó ella alterada —¡Te dije que prefería morir!

Sin hacerle mucho caso, Aizen se levantó de su trono y se dispuso a salir de aquella habitación.

—Toda tuya Gin. Encárgate de darle clases de modales— dijo saliendo de la habitación —Tōsen— llamó al moreno quien rápidamente se fue atrás del castaño.

Dejando solos a Gin y Tara, con un extraño sentimiento en su pecho. ¿Culpa? ¿Odio? ¿Rencor? ¿O amor?