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4.

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Querido capitán:

Quisiera decirle que no soy la mejor con las palabras, tampoco soy la mejor controlando mis emociones. Lo cual es un gran problema para mí. Pero no hablaremos de eso.

Cuando lo vi borracho me sorprendí, usted no es así. También me declaró que estaba celoso de mis salidas con el capitán Hitsugaya; él es solo mi mejor amigo, y me duele que le dé esperanzas a mi pobre corazón cuando usted solamente ama a la teniente Matsumoto.

Y lo acepto, Rangiku me ganó. Acepto la derrota, trataré de olvidarlo. Gracias por todo capitán.

Atentamente:

"Una Shinigami cualquiera"

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| CAPÍTULO CUATRO. |

Ichimaru leyó aquella carta con frustración, esa mañana le llegó la noticia de que su teniente había sido transferida al décimo escuadrón por lo que ahora Matsumoto sería su teniente.

No le molestaba, Rangiku era su mejor amiga desde hacía siglos; eran eso, amigos.

Ella estaba enamorada del teniente del noveno escuadrón.

Él no estaba seguro de quien estaba enamorado, solamente se encontraba molesto por aquella declaración. Ahora lo sabía, las cartas encajaban perfectamente, la información, su letra, las expresiones que usaba; todo era de ella.

—¿Gin?— Matsumoto entró a la oficina —¿Estás bien?— preguntó preocupada.

El peliblanco no respondió, simplemente guardo silenció antes de levantarse de su asiento y tirar todo lo que había en su escritorio en un ataque de furia.

Por los pasillos del décimo escuadrón caminaba una pelinegra, si bien había sido transferida al escuadrón que su mejor amigo lideraba. Ella aún se sentía incómoda al estar allí, todos la trataban con respeto y admiración; pero no era lo mismo que en su antiguo escuadrón.

—¿Capitán Hitsugaya?— preguntó mientras tocaba suavemente la puerta.

—Pasa Kobayashi-san— respondió él dándole el permiso para pasar.

La chica entró con una leve sonrisa, cerró la puerta a sus espaldas y camino hacia su mejor amigo el cual se encontraba revisando una pila de papeles.

—¿Por qué pediste tu transferencia al décimo escuadrón?— preguntó mirándole —No me molesta que estés aquí, pero no es propio de ti alejarte de él— agregó mientras continuaba firmando.

—Tōshirō-kun...— el peliblanco levantó la vista al instante escuchando la voz de su amiga quebrarse —Él no me ama, él ama a Matsumoto-san— dijo mientras retenía sus lágrimas.

—Tara...— el peliblanco se levantó de su asiento y camino hacia su mejor amiga abrazándola.

Eso era lo que necesitaba. Un abrazo, le ayudaba a sentirse tranquila. Pero por más que su mente quería borrar todo lo que le recordase al capitán del tercer escuadrón, su corazón no lo permitía.

—Tranquila— habló el capitán mientras suavemente pasaba su mano por el cabello de la chica.

El ambiente era tan tranquilo que ya no recordaban cuanto tiempo habían estado abrazados. Su acto fue interrumpido cuando la puerta de la oficina fue tocada.

—¿Hitsugaya-kun?— Momo se encontraba del otro lado de la puerta.

—Pasa Hinamori-san— respondió Tōshirō separándose de su amiga.

La teniente del quinto escuadrón entró, sorprendiéndose de ver a su amiga Tara llorando. Rápidamente corrió hacia ella, dejando de un lado la situación por la que había ido.

—¿Qué te pasó Tara-chan?— preguntó preocupada.

—No es nada...— respondió con una leve sonrisa mientras limpiaba sus lágrimas —¿A qué venías?— preguntó tratando de olvidar el tema anterior.

—Oh cierto, el capitán Aizen los invita a tomar el té y comer— agregó con una sonrisa.

Ambos, capitán y teniente se miraron entré sí.

—Está bien, ahí estaremos— respondió el peliblanco.

—¡Muy bien!— exclamó con emoción —Es a las 4— agregó mientras se alejaba —Nos vemos ahí.

Dicho esto, la pelinegra salió de la oficina dejando ambos chicos en la misma. El silencio los invadió, pero no era uno incómodo.

—Deberíamos comenzar con el papeleo para poder ir al quinto escuadrón— habló Hitsugaya regresando a su escritorio.

Ambos comenzaron con el papeleo, completando y revisando algunos expedientes. Hasta que después de dos horas por fin terminaron.

—Vaya fue más rápido de lo que creí— dijo el peliblanco con sorpresa.

—Bueno me iré a cambiar para ir al quinto escuadrón— habló Tara mientras se levantaba de su asiento —Nos vemos en un rato Tōshirō-kun— agregó con una leve sonrisa.

La pelinegra salió de la oficina, para dirigirse a su habitación; se sentó en el escritorio que tenía aún lado de su cama para escribir.

—Ciertamente capitán— habló como si el peliblanco estuviera ahí con ella —Se me hizo una costumbre escribirle cartas— agregó mientras comenzaba a escribir.