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12.

﹏﹏﹏﹏﹏♡⋋♡⋌♡﹏﹏﹏﹏﹏

| CAPÍTULO DOCE. |

Tara no podía creer lo que sus superiores habían decidido, Rukia Kuchiki sería ejecutada por el Sōkyoku en 25 días. Mayor fue su sorpresa al escuchar que su hermano el capitán Byakuya Kuchiki estaba de acuerdo con aquella condena.

Suspiró mientras trataba de buscar ideas para detener aquella sentencia.

—¿Qué tienes Tara-chan?— preguntó preocupado el peliblanco a su lado.

Ambos se mantenían en silenció mientras caminaban hacia su escuadrón después de aquella reunión.

—Nada solo...— miró a su superior —Gin, no debemos permitir que Rukia muera. Ella no hizo nada malo— agregó en un tono de suplica.

—No podemos hacer nada, el capitán General ya ha dado la sentencia...— soltó un suspiró.

Si tan solo supiera que todo lo que estaba pasando era culpa de Aizen, Tōsen y suya.

—Tara— habló él incómodo ante tanto silenció.

Sentía la culpa de todo lo que estaba pasando, sabía que ella lo odiaría cuando supiera. ¿Sería mejor alejarla desde un inicio?

—¿Qué pasa Gin?— preguntó la pelinegra mirándolo.

El capitán estaba a punto de hablar cuando llegó Hitsugaya.

—Tara necesito hablar contigo— dijo éste seriamente mientras fulminaba a su compañero capitán con la mirada.

Ichimaru se mantuvo calmado, con aquella sonrisa zorruna aún en su rostro. Ocultando su incomodidad y culpa con indiferencia.

—Los dejaré solos— habló este mientras se alejaba bajó la atenta mirada de ambos.

Tara miró a su mejor amigo, ¿por qué miraba a su capitán así?

—¿Qué pasa Tōshirō-kun?— preguntó la chica con seriedad.

—Ichimaru está tramando algo, Tara no confíes en él— habló el peliblanco tomando a su amiga de los hombros.

—Oye que te pasa— molesta se soltó de su agarré —Mi capitán no está planeando nada. ¿Tienes pruebas?— le miró con seriedad.

El capitán del décimo escuadrón guardó silencio ante aquella pregunta. No tenía pruebas sólidas que confirmarán sus sospechas, solo había escuchado una conversación bastante sospechosa entré el capitán Aizen e Ichimaru.

—No hables mal de él si no tienes pruebas que afirmen lo que dices— bufó molesta, continuando con su camino hasta el tercer escuadrón esperando pronto poder reencontrarse con su amado capitán.

Abrió la puerta de la oficina esperando verlo, pero ni siquiera estaba ahí. ¿A dónde se había ido?

—¡Kira-kun!— exclamó la pelinegra mientras corría para alcanzar a su compañero.

—Kobayashi-san, ¿pasa algo?— preguntó confundido.

—¿Has visto al capitán Ichimaru?— preguntó ahora ella —No lo encuentro por ningún lado— agregó ignorando la pregunta del rubio.

—No— respondió este aún más confundido —¿Ya buscó en el quinto escuadrón? Es probable que este con el capitán Aizen— agregó.

—Tienes razón— sonrió la teniente —Gracias Kira-kun, ¡nos vemos!— exclamó mientras comenzaba a correr.

Desde que Tōshirō le había dicho aquella sospecha que tenía de su novio, se preguntaba si era verdad. Su peliblanco amigo no siempre se dejaba llevar por su intuición, no sin antes tener alguna prueba de que estaba o al menos estaría en lo correcto.

—Pero qué dices Tara. Estas dudando de tu capitán, tu novio— se dijo mentalmente mientras golpeaba su frente levemente alejándose aquellos dudosos pensamientos.

Suspiró aliviada al poder encontrarlo, saliendo del quinto escuadrón con aquella sonrisa zorruna. Pero había algo raro, su ceño estaba fruncido y su mandíbula tensa.

—¿Gin?— preguntó llamando la atención del peliblanco.

—Tara— sus expresiones desaparecieron para mostrar una dulce sonrisa de ojos cerrados.

—¿Pasó algo malo? ¿Necesitas ayuda?— preguntó preocupada.

Ichimaru sonrió aún más, su dulce novia siempre se preocupaba demasiado. Eso demostraba lo amable y gentil que ella era. Aquello lo hacía dudar.

¿Enserió la merecía?

—No, claro que no la merezco. Ella es un ángel y yo solo un vil y cruel demonio— pensó.

—¿Gin?— la chica se acercó preocupada acariciando su mejilla cuando estuvo enfrente de él —¿Qué te pasa?— preguntó —Me preocupas— agregó mirándolo.

—No pasa nada Tara— sonrió el peliblanco fingiendo –como siempre– que todo estaba bien.

Tara le miró, las palabras de su mejor amigo seguían en su mente. Su cerebro trabajaba a un ritmo impresionante para encontrar todas aquellas pistas en el comportamiento de su amado capitán, necesitaba respuestas, tenía que saber si Ichimaru realmente tramaba algo.