webnovel

Como los viejos tiempos

"La muerte no es la mayor pérdida en la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos". Norman Cousins

Ahí estaba yo, manejando en las carreteras vacías de la ya abandonada ciudad de Nueva York. La muerte se sentía en el aire, el olor a putrefacción me daba náuseas, mi corazón palpitaba tanto que podía oírlo retumbar en mi pecho y el sudor recorría mi cuerpo.

—¿Estás bien?

Una voz me preguntaba por mi bienestar, pero mi mente estaba perdida en mis pensamientos y preocupaciones. La voz seguía insistiendo, pero se oía lejana y al mismo tiempo estaba tan cerca que podía oírla susurrar en mi oído.

Cuando volví a mirar la carretera ya no me encontraba manejando, sino que estaba de pie enfrente de un puente, con mi uniforme militar puesto, tenía mi rifle en la mano y mi pistola en mi correa, aunque hace un momento estaba sola, de repente estaba rodeada de soldados y periodistas, se me hacía familiar la situación, sentía que ya la había vivido.

—Sargento, recibimos noticias del frente —me dijo un soldado de aspecto joven.

—¿Noticias del frente? —le pregunté confundida al soldado.

—Sí, sargento, los bombardeos han sido inefectivos —el soldado respondió con un firme tono militar.

Sin embargo, una sombra nebulosa revoloteaba alrededor de mí. No sabía qué era, solo percibía su tenue mensaje: —"No".

—¿Soldado... qué... día... es hoy? —pregunté, no podía evitar tartamudear.

Alrededor de mí, una sombra nebulosa repetía:

—"Por favor, no".

—Sargento, hoy es 1 de enero del 2023 —respondió el soldado.

Las caras de los soldados, que antes no podía distinguir, comenzaron a aclararse. Aquellos soldados eran mis compañeros y el que estaba enfrente de mí, era Dilan.

Pero antes de que pudiera darme cuenta, ya no me encontraba hablando con Dilan, sino que estaba con el cuerpo en el suelo y con mi rifle en la mano, en medio de las fortificaciones que estaban en el puente de Manhattan. Simplemente esperaba. El silencio cortaba, mis manos temblaban.

—¡Sargento, 5 minutos para el contacto! —gritó el soldado que sostenía la radio.

"Tenemos que correr". —Escuchaba el murmurar en mi cabeza.

—¡1 minuto!

—¡Sargento, los tenemos enfrente!

—¡Weapons free! —Mi voz salió de mi boca por sí sola.

10 segundos pasaron, sin enemigos.

15 segundos... nada.

30 segundos...

—¿Dónde están malditos hijos de perra?

Un gruñido infernal respondió al instante, resonando en mis tímpanos.

—Grrr —

Ahí estaban ellos, habían llegado, no fueron 10 ni 30, fueron miles, había tantos que cubrían el horizonte.

—"¡Bang!" "¡Bang!" —empezaron los disparos

Las balas comenzaron a escucharse, los soldados empezaron a vaciar sus cargadores a cualquier maldita cosa que se moviera. Yo hice lo mismo.

—¡Mueran bastardos! —grité, para después apretar el gatillo y vaciar cientos de balas a los infectados que rápidamente tomaban terreno.

Una mano agarró mi hombro fuertemente, miré hacia atrás y ahí estaba parado... Dilan. Al verlo, mi corazón quería salirse de mi pecho. Me dolía tanto, Dilan estaba desfigurado, sus órganos colgaban de su estómago, sus ojos me transmitían tristeza.

Aquella voz volvió a sonar en mi cabeza:

—"¿Por qué?"

Los labios del soldado Dilan no se movían, pero su voz estaba en mi cabeza.

—"¿Por qué nos abandonaste?"

No quería escuchar, puse mis manos en mis oídos, pero su voz seguía resonando en mi cabeza.

—"¿Por qué corriste?" "¿Por qué tuve que morir sargento?"

Su voz se detuvo y Dilan ya no estaba ahí, pero una sombra proveniente de atrás de mí se había hecho presente.

Lentamente, decidí darme la vuelta mientras mantenía mi vista baja, no podía ver sus pies, la sombra parecía flotar, alcé mi mirada.

—"No, por favor". —Ahora era la teniente Jones.

Su cuerpo inerte y frío estaba ahí colgado, justo enfrente de mí.

—"Chloe, ¿Por qué sigues viva?"

Los ojos de la teniente Jones me miraban mientras permanecía colgada, inerte.

—"¡Por qué!" —gritó Jones, su voz era tan alta que mis tímpanos comenzaron a sangrar.

Antes de que pudiera reaccionar, los cuerpos de mis camaradas muertos comenzaron a agarrarme y arrastrarme hacia el fondo del infierno.

—¡Chloe! —gritó una voz conocida despertándome.

—¡Sí! —grité por la sorpresa.

—Joder, ¿estás bien? —me preguntó John, se veía genuinamente preocupado.

—Sí, sí estoy bien —le respondí mientras pasaba mi mano por mi cara en un intento de limpiarme el sudor.

—¿Acaso interrumpí un sueño húmedo? —preguntó John en tono de broma.

—Sí, estaba con las malditas Kardashian —le respondí.

—Lo siento, parecía un buen sueño —Mientras reía a carcajadas, John se disculpaba.

—Tú solo enfócate en el camino, Johni —le dije a John, estaba manejando y ni siquiera miraba hacia adelante.

—¡Sí señora! —respondió John con tono militar en broma.

—Idiota —murmuré para mí misma mientras dejaba salir una pequeña sonrisa.

Miré atrás de la ventana y pude ver los edificios con vegetación y flores en ellos. ¡Se veían tan hermosos! Los paisajes floridos de la ciudad deshabitada me llevaban a pensar, que tal vez no sería tan malo que los humanos desapareciéramos.

—¿Cuánto nos falta para llegar a la zona muerta? —le pregunté a John, mientras seguía mirando al exterior.

—Alrededor de dos horas —respondió John.

Seguí mirando por la ventana y vi unos cuantos ciervos corriendo en los alrededores, lo extraño era que uno de los ciervos estaba sangrando como si le hubieran disparado recientemente.

—¿Quieres escuchar una broma? —me preguntó John.

—Uhm, claro.

—¿Qué le dice una taza de café a otra? —me preguntó John mientras se aguantaba la risa.

—¿Qué le dice? —le pregunté para seguirle el chiste.

—¿Qué tazaciendo? —dijo John mientras se descojonaba de risa.

Simplemente continué mirando por la ventana, no tenía comentarios. Todavía era capaz de oír a John descojonarse de risa con su propio mal chiste.

Lo que sucedía más adelante llamó mi atención. Había una persona. Estaba tirada en la calle.

—Ayúdenme... —suplicaba. Era un hombre. Parecía herido. Al parecer lo habían lanzado en medio de la calle.

John, sin dudarlo dos veces pisó el acelerador.

—¡¿Qué diablos haces?! —confundida, le grité a John.

—¡Nos intentan robar! —respondió John mientras giraba violentamente el volante.

Después, unas personas armadas desde los tejados de los edificios comenzaron a dispararnos.

—¡Mierda! —maldije mientras intentaba agacharme dentro del carro para cubrirme.

Al doblar a una esquina, uno de los saqueadores lanzó un bote de pintura en el parabrisas haciendo que John perdiera el control y se estrellara contra una librería.

El olor a plomo y metal inundó mis pulmones, sentí en mi cara algo líquido y húmedo bajando por mi frente, pero aun así decidí juntar mis fuerzas para estirar mi brazo a los asientos de atrás y agarrar el rifle que John me dio antes de que partiéramos, después pateé la puerta y salí.

Las balas volaban y chocaban con los estantes de la librería. Para no ser impactada, corrí a unos de los muros cerca de las ventanas para cubrirme, entonces vi a John cubriéndose en uno de los pilares de cemento.

—Johni, ¿estás bien? —le grité.

—Sí, como nuevo —respondió John—. Chloe, tengo tres del lado derecho, uno con un rifle y los otros dos con pistolas. ¿Qué hay de tu lado?

Me asomé un poco por encima del muro, bajé mi cabeza rápidamente antes de que una bala casi me la volara.

—Tengo 4, 3 con pistolas y uno con un bate. —grité a John.

John revisó que su M4 estuviera cargada, después miró hacia mi dirección y con señales de manos me dejó saber que comenzaríamos a disparar a las 3.

"1"..."2"..."3"...

—¡Ahora! —gritamos simultáneamente.

Comencé a disparar a los saqueadores, una de mis balas impactó a uno de los 4 en la pierna y otra le voló los sesos a otro. Uno de ellos devolvió los disparos y me obligó a tomar cobertura. Ya había matado a uno de los saqueadores y ahuyentado a otro, pero sentía que había algo que estaba pasando por alto.

A mi derecha, el saqueador del bate apareció y corrió hacia mí. Intenté levantar mi rifle, pero el saqueador cortó distancia rápidamente y con un balanceo golpeó mis manos, logrando que arrojase mi arma.

—¡Ahora te tengo perra! —gritó el saqueador antes de balancear nuevamente su bate, pero lo esquivé y logré agarrar el bate para intentar mantener el control de él—. ¡Suelta perra!

El saqueador forcejeaba intentando que dejara de sostener el bate, pero yo, en vez de ceder, decidí empujarlo hasta golpear uno de los estantes, seguimos luchando por el control.

—¡Sí, dispárale a la perra! —gritó el saqueador, sin saber a quién le gritaba.

Miré un poco hacia mi derecha para darme cuenta de que se me había olvidado el saqueador con la pistola, el cual en ese momento estaba justamente a centímetros de mí, apuntándome a la cabeza con su arma.

—Muere pequeña perrita rubi...

— ¡Bang! — antes de que pudiera terminar su frase, un disparo le voló los sesos al saqueador.

Velozmente, le di una patada en la entrepierna al saqueador que tenía el bate, haciendo que se arrodillase. Me alejé y de mi correa saqué mi M18.

—Espera...

—¡Bang! —antes de que pudiera terminar lo que iba a decir, puse una bala entre sus cejas.

La sangre chapoteaba en mis zapatos.

—¿Te encuentras bien, Chloe? —me preguntó John mientras me miraba transpirar fuertemente.

—¡Eso fue intenso! —dije mientras seguía transpirando—. Casi no la cuento.

Miré a los sujetos que nos atacaron.

—¿Quién diablos son? —le pregunté a John.

—Saqueadores —respondió John mientras se acercaba a la camioneta—. Bueno, al parecer tenemos que caminar desde aquí.

—¿Está muerta? —le pregunté mientras él revisaba los agujeros que los saqueadores le hicieron a nuestra camioneta.

—Sí, esos ladrones mataron nuestra camioneta —respondió John alejándose del vehículo.

—Genial —dije en frustración.

—Bueno, quejarse no hará que lleguemos al CDC —dijo John lanzándome mi mochila y poniéndose la suya—. Andando, tenemos un largo camino por delante.