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Li Xuekai todavía desconocía el bullicio y la risa en el laboratorio.
Estaba sentado como sobre agujas en la mesa del comedor. No podía esperar para escapar de esta familia.
No podía entender cómo su familia podía ser tan calculadora.
Frunció el ceño al ver cómo el señor Li elogiaba a Li Xuelei y comía en silencio.
Si no fuera por el cumpleaños de su abuelo, se habría ido hace tiempo.
Justo cuando estaba sumido en sus pensamientos, un par de palillos cogieron un trozo de costilla de cerdo y lo colocaron en su tazón. Li Xuekai levantó la vista y vio la mirada preocupada de su abuelo.
—Xiao Kai, has perdido peso. No has comido bien últimamente, ¿verdad? Come más —Li Xuekai se quedó atónito y asintió.
Li Xuelei y el señor Li se miraron el uno al otro.
El señor Li continuó.
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