—¿Alteración de raza? ¿De qué diablos estás hablando? —preguntó Colmillo Afilado, frunciendo el ceño.
Pero cuando levantó las manos para mirarlas, jadeó.
Donde su piel roja había sido anteriormente encallecida por el balanceo repetitivo de su hacha, ahora la había reemplazado un cuero de aspecto robusto. Y en el dorso de sus manos, escamas rojas brillantes decoraban sus manos y brazos.
—¿Qué demonios? —exclamó en voz alta.
Al tocarse la cara y el cuerpo, Colmillo Afilado se dio cuenta de que su cuerpo entero había cambiado a este exterior escamoso. Pero ese no era el cambio más grande.
Su cara lo era.
En lugar de un rostro con apariencia humanoide, con dos grandes colmillos que sobresalían de su labio inferior, ahora tenía un hocico alargado, con una línea de la mandíbula irregular, y picos que sobresalían de ella. Desde la parte trasera de su cabeza, dos grandes cuernos ligeramente curvados hacia adentro.
Y lo peor, lo descubrió al girar sobre sí mismo para mirar sus piernas.
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