—Xavier, ¿puedes o no puedes lanzar ese hechizo? —preguntó un hombre alto.
—Creo que puedo. Pero si lo hago, sabrán dónde estamos. Solo hay un intento para esto —respondió Xavier.
—Ya no importa. Nos encontrarán eventualmente. Es solo cuestión de tiempo. Lanza el hechizo —dijo el hombre alto, con tono definitivo.
—Está bien. Pero no puedo ser perturbado en lo más mínimo. Podría arruinar el hechizo —dijo Xavier, exhalando.
—Me aseguraré de que te dejen solo —dijo el hombre alto, saliendo de la habitación.
Xavier entonces empezó a tomar objetos de los estantes frenéticamente. Mezcló algunas pociones antes de formar un patrón en el suelo con el líquido.
Luego colocó objetos en ciertos puntos del patrón que comenzaba a iluminarse con una luz azul brillante. El último objeto, lo depositó en el centro de su patrón similar a un glifo.
Este objeto pertenecía al hombre alto. Se suponía que fuera el catalizador para enviarlo de regreso.
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