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El sabor d eun beso

-¿Me besaste? -Zack lo miro.

Neil sobrepuso su cabeza en el hombro de Zack. Neil estaba cansado.

-Sí...

-¿Te duele algo?

-No...

-¿Quieres quedarte un momento así?

-Solo un rato.

[°°°]

Amelia veía enfadada la escena a través de su bola de cristal.

-¡No! ¡Esto no es posible! -Amelia aventó todo lo que había en la mesa.

-Mi señora. -la misma persona que atacó a Neil estaba ahí. Extendió la mano hacia Amelia. Dejando ver dos hermosas hebras de cabello dorado. Amelia sonrió y se acercó.

-No habrá un final feliz en esa familia. Jamás. Antes muerta que ver que esos desgraciados tengan un cuento de hadas.

-Debido a esto, ¿qué más podemos hacer?

-Bueno, supongo que nuestro príncipe irá a Maravillas, cambiar el cuento y regresarlo con su verdadera dueña.

-¿Planearemos evitarlo?

-No, tenemos suficiente, esperaremos qué estos maravillosos héroes consigan el polvo. Si bien, la magia de las hadas es tonta, es poderosa. Y la más poderosa es la magia de los cuentos. -Amelia tomo en su mano los cabellos dorados. Los miro y sonrió.

[°°°]

-¡Lo besaste! -Acalia corrió al lado de Neil.

Neil levantó su rostro en dirección a la de su hermana. Ella estaba realmente emocionada. Zack se levantó y le tendió la mano a Neil.

Neil lo miro fijamente, lentamente guio su mano a la de Neil, se levantó. Acalia abrazó a su hermano con muchas fuerzas, casi dejándolo sin aire.

-Acalia, más cuidado. Tu hermano cayó desde muy alto.

-Pero veo que los rumores eran correctos, no estás nada mal, Zack. Por mí puedes casarte con Neil.

-Aún no tengo planeado eso... -Zack observó dulcemente a Neil.

Los tres apresuraron a subir a la habitación donde sus padres estaban discutiendo sobre el acontecimiento sucedido.

Cuando llegaron, la madre de Neil corrió hacia él, observó su rostro y lo llevo con los médicos.

-Me alegro mucho que ya estés en una mejor forma, príncipe Zack, lamentamos mucho lo que paso esta noche, se supone que la seguridad estaba totalmente reforzada.

-No debe disculparse sobre eso, era un simple lacayo de la bruja qué me hechizo. Amalia, la reina de las sombras.

-Conocemos bien sobre ella, los rumores se esparcieron, ella derribó al rey de su pueblo y se autonombró reina. La gente intento escapar, pero en vez de eso fueron convertidas en sombras frías y sin corazón.

-Eso es horrible. -Acalia se acercó a la ventana, la gente salía del castillo en carruajes y caballos -. ¿La volveremos a encontrar?

-Lo más seguro es que nos la encontremos en nuestro camino. Debemos suponer que ya sabe sobre maravillas. -Zack miro con tristeza el suelo.

-Me encantaría enviarles un guardia, más personas para que los salven. Pero, no puedo, te quiero encargar a mis dos hijos, a ti, Zack.

-¿No puedes enviar guardias?

-Dado lo que paso, debemos hacer revisión. Hasta que me asegure qué todos son de fiar, no puedo quedarme con la idea que uno de ellos esté dispuesto a atacarlos en su viaje.

-Comprendo su preocupación.

-Acalia, lleva al príncipe con los médicos, debemos asegurarnos qué todos estén saludables para el viaje de mañana. Después vayan a dormir. Les espera un viaje muy largo.

Acalia asintió y llevo a Zack con los médicos. Al entrar Neil estaba siendo atendido por los médicos

-¿Algún problema? -Acalia miro a su madre.

-Ninguno, solo ramas y pequeños rasguños qué sanarán.

Neil se levantó y se sobresaltó al ver a Zack frente a él. La camisa de Neil estaba desabrochada. Dejando ver así su pecho descubierto y su abdomen marcado sutilmente.

-Tú lo pensaste, yo lo pensé, ¿mi hermano está sabroso, no crees? -Acalia le dio un leve codazo en el brazo a Zack.

Zack trago grueso y levantó su mirada sonrojada -Nadie es feo, simplemente hay que descubrir su belleza interior.

Neil empezó a abotonarse su camisa. El rojo en su rostro era sutil pero muy visible.

-Eso dices, pero qué lindo, tus orejas están rojas.

-Acalia, deja en paz a los chicos.

Zack se acercó lentamente a Neil. La madre le pidió al médico y a Acalia qué salieran del lugar.

-Me alegro de que no te hayas lastimado.

-También yo, caer desde esa altura... Y más cuando creí iba a perder el cabello.

-Pero no lo hiciste, sigue intacto. -Zack paso delicadamente su mano sobre el cabello de Neil. Sin notarlo, detuvo su mano al tacto suave del cabello de Neil. El calor de Zack que su oreja sentía hacía subir la temperatura de su cuerpo. Ambos se miraron nuevamente a los ojos. Un sentimiento empezaba a flotar. Aunque ambos sabían que un cuento puede atraer a la pareja sin importar qué. De eso se trataba el amor a primera vista.

-Creo que deberías darte un vistazo, tras un encantamiento no se sabe si hay reacciones adversas. -Neil intento mover la mano de Zack, aunque rápidamente Zack la alejo de su rostro. Inmediatamente, negó con la cabeza.

-Sé que estoy muy bien. Gracias a ti.

-Te he dicho que no me agradezcas.

-No podré agradecerte lo suficiente. Dime, si no te importa, cuál es el sabor de mis labios.

Neil rio y se empezó a alejar de él, tomo la manija de la puerta y la giro. Al abrir la puerta el pasillo se encontraba solitario.

-¡No es broma! Me han dicho que saben a piña.

-No lo sé ¿Qué sabor tienen los míos?

-¿Seguro que quieres saber?

Neil se acercó -Me intriga saber -respondió mientras miraba de manera desafiante a Zack.

-Sabes a miel. Una miel dulce y...

Zack estaba intentando acercarse más, acortar el espacio entre los dos. Bajo lentamente su cabeza hasta poder encontrar la distancia perfecta entre sus labios y los de Neil.

-¿Tratas de seducirme? -Preguntó mirando a sus labios

-La miel es mi dulce favorito.

-Apenas me conoces.

-Me bastó con verte una vez.

-No te creo.

-Esperaré. Espero que si me lo permites, mi beso no sea una despedida.

-¿A qué intentas jugar?

-A la búsqueda del amor.

-¡Eres un! -Zack se alejó y salió corriendo. -Ven inmediatamente Zackarias.

No tardó en encontrarlo y dale un golpe sutil en la espalda. Aunque ahora, el viaje más importante estaba por comenzar. Y mucha gente iba a sumarse para lograr terminar en el cuento correcto. Aunque muchas veces lo correcto es equivocarse.