—Señora, todo lo que quiero es que guarde esto en secreto hasta que sepamos con certeza qué estaba pasando. Si no, ¿cómo se lo explicaremos al maestro? —Hazel podía sentir la súplica en su voz y no quería ser molesta al seguir insistiendo.
Aunque sabía que no tenían nada que explicar y ya había decidido mantenerlo en secreto, asintió de inmediato, finalmente haciendo que el hombre se sintiera aliviado.
—Deberías volver al interior del carruaje ahora. Estamos a punto de entrar en el palacio —ella asintió mientras él detenía el carruaje, y ella bajaba del asiento del cochero y caminaba hacia el área de asientos.
El lugar era un desastre, revelando que había más de una persona en el carruaje.
Recogió los cojines y los colocó de vuelta en el asiento pero no pudo hacer más que eso. Por alguna razón desconocida, su corazón latía cada vez más fuerte y sus manos se volvían sudorosas cuando pensaba en ver a Rafael y en la idea de que podría ser ella la que él estaba buscando.
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