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9) Terminando el desastre

Nos reorganizamos, tratando de ocultarnos entre nuestras cosas, aunque sea poco efectivo. No creo poder engañar la nariz de un lobo, ni siquiera sus ojos y oidos, no teníamos mucho lugar donde escondernos, pero esperábamos que el cadáver fuera del campamento fuera suficientemnte atractivo para darnos una oportunidad. 

Esperamos por lo menos 20 minutos, con cinco personas empuñando los únicos 5 arcos que teniamos, y las flechas repartidas, dejando mas a los cazadores quienes tenían mayor habilidad con ellos. Fueron varios minutos de ansiedad, que terminaron, o mejor dicho, emporaron nuestras emociones cuando vimos dos figuras saliendo de los bosques hacia el cadáver.

Conteníamos la respiración, temblando, con miedo de hacer el más mínimo ruido que pudiera llamar la atención de estos dos nuevos depredadores. Los lobos se abalanzaron sobre el cadáver fresco y empezaron a devorarlo. Nos aferrábamos a nuestras armas, esperando la señal de los cazadores para que dispararan.

Los otros tres arqueros, sin experiencia real en el manejo de arcos, solo podían tensarlos y esperar lo mejor cuando llegara el momento. Los cazadores dieron la señal.

*¡Swish! Swish... Swish...*

"¡Ah...ah...!"

Las flechas de los cazadores volaron primero, seguidas de las de los demás, y los aullidos de los lobos confirmaron que algunas habían dado en el blanco. No intentábamos un asesinato inmediato, pues fallar en ese intento habría sido un desastre. El objetivo era que las flechas impactaran sin importar dónde.

De las cinco flechas, solo tres acertaron, y apenas dos causaron un daño real. Los arqueros recargaron rápidamente mientras los lobos, que antes nos ignoraban por el hambre, ahora nos percibían como amenaza. Normalmente, al verse heridos y frente a un grupo numeroso, las bestias habrían huido, pero estos lobos tenían algo diferente en su mirada; parecía que solo veían un camino posible: matarnos.

Corrieron hacia nosotros con una ferocidad aterradora, haciendo que algunos de los esclavos en primera línea intentaran escapar hacia los lados. Sin embargo, los grilletes aumentaron repentinamente su peso, volviéndose un obstáculo para su huida. No obstante, no lograron evitar el ataque de los lobos, que recibieron una segunda oleada de flechas, menos efectiva que la primera.

Los lobos saltaron sobre la gente al frente, pero a estas alturas estaban heridos y rodeados. Lograron hundir sus garras y colmillos en algunos de los esclavos, quienes servían como escudos de carne, pero ya no había salida para ellos. Palos, garrotes, hachas y flechas caían sin tregua sobre los lobos, que intentaron defenderse, aunque estaban siendo atacados desde todas las direcciones.

No resistieron mucho más. Lucharon con todas sus fuerzas, pero fue en vano; aunque hirieron a varios de los nuestros, no lograron evitar que los golpes se tornaran mortales. Ahora teníamos dos cadáveres de lobos más en el suelo, pero también cinco heridos entre nosotros, dos de ellos en estado grave. Podrían sobrevivir con tratamiento adecuado, pero no estoy seguro de que puedan obtenerlo.

Nos reagrupamos una vez más, colocando a los dos heridos al frente de nuestro grupo. Sabían que los estábamos sacrificando y lloraban, resistiéndose, pero no teníamos opción. Con el paso del tiempo, su situación solo empeoraría; las heridas causadas por los lobos, sumadas a las que provocamos nosotros al intentar mantenerlos como escudos humanos, les provocarían una muerte inevitable o una pérdida de conciencia por el desangrado.

Esperamos otra vez, rogando que no tuviéramos que enfrentarnos a algo aún más difícil. Sabía que esos lobos agotaban nuestras fuerzas; no eran un enemigo fácil de manejar. Mientras aguardaba, miré el contador que mostraba nuestro progreso, pero los números me desconcertaron.

[4/15]

¿4? No concordaba. Los cadáveres de lobos eran solo tres, pero no tuve mucho tiempo para cuestionarlo, porque justo treinta minutos después del último ataque, surgieron de nuevo.

Esta vez eran tres lobos, que como antes, se dirigieron al cadáver. Sin embargo, había algo diferente: uno de ellos no parecía tan debilitado como los anteriores. Aunque no estaba en óptimas condiciones, su cuerpo mostraba signos de mayor fortaleza. Esto se evidenció cuando, al llegar al cadáver, levantó la vista, nos notó y adoptó una posición agresiva. A diferencia de los otros dos, que se lanzaron a devorar el cuerpo de inmediato, este lobo estaba alerta.

Cuando lo vimos aullar para llamar la atención de sus compañeros, supimos que debíamos actuar rápido, ya que con ese grito había roto su distracción inicial y ahora todos estaban alertas a nuestra presencia. Los arqueros lanzaron sus flechas; una de ellas alcanzó a un lobo, haciéndolo caer en su avance, aunque no fue suficiente para matarlo. Los otros dos continuaron, y nosotros cumplimos nuestro plan de usar a los heridos como obstáculo para frenar su carga.

La lucha comenzó de nuevo, y esta vez fue más feroz. Sin el factor sorpresa y con uno de los lobos en mejor estado, la batalla se volvió un desafío mayor. No dudábamos de nuestra victoria; éramos muchos y estábamos armados, pero el verdadero problema era cuántas vidas costaría.

Palos, hachas y cuchillos caían continuamente sobre los lobos, que esquivaban y atacaban, ignorando sus heridas de una manera salvaje que nos hacía retroceder. Los arqueros, posicionados sobre los carros para obtener mejor visibilidad, continuaban disparando desde arriba.

El primer lobo en caer fue el que había sido alcanzado por las flechas al inicio; esa herida lo debilitó de tal manera que apenas logró defenderse. Sin embargo, los otros dos fueron mucho más difíciles. Aunque lográbamos asestar algunos golpes, sus ataques nos forzaban a retroceder, alargando el combate más de lo que deseábamos. En un momento, uno de los lobos saltó sobre la garganta de uno de mis hombres, arrancándosela de un mordisco brutal.

Incluso yo, quien había permanecido detrás para evitar ser atacado, terminé manchado de la sangre de los lobos en medio de la refriega. Aunque éramos muchos y los derrotamos, el precio que pagamos fue alto, y la batalla dejó en claro que aún nos quedaba un largo y agotador camino por delante.

Cuando terminamos, observé a mi gente agotada, cubierta de sangre, un cadáver y algunos heridos que quizá no sobrevivirían sin tratamiento. Pero no teníamos tiempo; era probable que otra amenaza estuviera en camino. Si los lobos llegaban en mayor número, especialmente en mejores condiciones como el último, la próxima horda podría ser de cuatro, y la siguiente de cinco. Si venían los nueve restantes de una vez, sería un desastre total.

[8/15]

"¿¡Qué!? ¿Por qué el contador cambia otra vez? ¿Tienen distinto valor cada lobo?"

[9/15]

"¿¡Subió de nuevo!? ¿Qué está pasando? No hemos hecho nada… Toda mi gente está aquí, ¿qué está ocurriendo?"

Reuní a todos nuevamente, permitiendo que los menos heridos se trataran como pudieran. Aquellos demasiado debilitados permanecieron preparados para luchar un poco más, a pesar de todo. Nos colocamos en posición. Aunque éramos menos, la tensión crecía. Teníamos que resistir; solo esperaba que esta prueba no nos despojara de todo lo que teníamos.

Mientras esperábamos, el contador continuaba aumentando. Cuando llegó a [14/15], sentí un mal presentimiento, como si una aguja de miedo se clavara más y más profundo con cada segundo que pasaba.

[15/15]

Finalmente, alcanzó el máximo. No quedaban lobos… o eso esperaba. La buena noticia era que ya no había peligro de lobos; la mala, que algo los había eliminado y yo no sabía qué. La sensación de inquietud no dejaba de crecer.

No mencioné a mis hombres que el contador estaba completo. Les pedí que permanecieran alertas. La sensación de peligro solo aumentaba, no desaparecía, y cuando lo hizo, no fue porque el peligro se hubiera ido… sino porque ya estaba aquí.

"¡Hay alguien ahí!", Señaló uno de mis hombres.

Todos levantamos la vista. Algo avanzaba entre los árboles. Aún era de día, pero la luz no tranquilizaba: lo que se acercaba no era simplemente una persona.

Una figura emergió de los bosques, apenas humana. Su estructura era antropomorfa, semejante a la de un hombre adulto, pero solo podía describirse como algo salido de una pesadilla.

Desnudo, sin rasgos sexuales visibles, su piel era una mezcla enfermiza de tonos rojizos y pálidos, color que ningun cuerpo sano tendria.Su cuerpo estaba cubierto de músculos, pero desproporcionados, formando bultos asimétricos y grotescos. Tenía piernas cortas y brazos largos, terminados en dedos largos o garras. Era calvo, con una enorme boca que se extendía de lado a lado en su cara, llena de dientes cónicos y una lengua afilada y grotesca.

Caminaba con torpeza, lo cual solo lo hacía más terrorífico, y estaba cubierto de sangre, con mechones de pelo atrapados entre sus dientes. La visión de aquella criatura nos congeló a todos en un miedo helado.

"¡ATAQUEN! ¡ATAQUEN! ¡ARCOS!", grité, mi voz saliendo más aguda de lo habitual por el terror que sentía al ver esa cosa acercándose lentamente.

Mis hombres temblaban al ver a esa criatura, pero lograron tensar sus arcos y disparar. Era un blanco grande y mucho menos ágil que los lobos, un objetivo relativamente fácil. Ver las flechas clavarse en su carne fue alentador al principio, pero el terror nos invadió cuando nos dimos cuenta de que no parecían afectarlo en absoluto. La criatura continuaba avanzando con las flechas sobresaliendo de su piel como si fueran meras astillas.

"¡Sigan disparando!", ordené, decidido a no dejar que esa cosa se acercara más, aunque parecía inútil.

Era lenta, y una persona común podría huir de ella si corría. Sin embargo, cuando estuvo lo suficientemente cerca, todos retrocedimos, sujetando con fuerza nuestras armas, listos para atacar.

Uno de los nuestros, el más valiente, saltó hacia la criatura y hundió su hacha en su carne. Pero, en un instante, la criatura reaccionó con una velocidad que no habíamos anticipado. Extendió sus largos brazos y, con sus enormes dedos, atrapó a Goy, el valiente guerrero. Con un solo movimiento brutal, arrancó su brazo y abrió esa enorme boca capaz de devorarle la cabeza de un mordisco. Casi lo hizo: mordió su cuello.

"¡AAAAAHHHHH!", gritó Goy mientras parte de su garganta era arrancada.

Vimos cómo el cuerpo de Goy era despedazado y lanzado al suelo sin esfuerzo por la criatura. El horror nos hizo gritar, y la cosa pareció fijarse en nosotros, moviéndose en nuestra dirección mientras agitaba sus brazos llenos de garras.

Retrocedimos rápidamente. Algunos huyeron despavoridos, mientras otros tropezaban intentando escapar. El miedo me paralizó momentáneamente; la sangre estaba por todas partes y el rugido de la criatura me ensordecía. Cuando salí de mi estupor, esperaba ver el suelo cubierto de cadáveres de mis hombres, pero no era así.

La criatura continuaba atacando en todas direcciones, casi como si girara en círculos. Noté que parpadeaba constantemente, tratando de dirigirse hacia los gritos más fuertes, solo para perder el rumbo cuando otro sonido lo distraía.

Nuestros cazadores no dejaban de disparar sus flechas, y poco a poco el monstruo comenzaba a parecer un puercoespín. Aun así, no mostraba señales de verdadero daño, y nuestro temor crecía al ver que nada parecía detenerlo.

Aparte de unos pocos, nadie escuchaba ya mis órdenes; todos estaban demasiado alterados. Solo, y quizás en un momento de estúpida valentía, me acerqué al monstruo, que seguía atacando al aire con movimientos confusos. Me deslicé hacia él en silencio, con el garrote en mano, hasta quedar justo fuera del alcance de sus garras. Cuando me dio la espalda, aproveché el momento y le asesté un golpe en su cabeza calva.

Sin esperar a ver el resultado, salí corriendo sin mirar atrás. Incluso al tropezar, me arrastré para alejarme lo más rápido posible de esa cosa horrible. El monstruo se giró, buscando a lo que lo había golpeado, pero para mi suerte, los gritos de sorpresa de las mujeres que me vieron acercarme llamaron su atención, y volvió a perder su objetivo.

Vi que mi plan había funcionado, aunque no fue suficiente para hacer la diferencia. Sin embargo, vislumbré una oportunidad. Corrí hacia los hombres que aún permanecían cerca y les expliqué mi idea. Aunque reaccionaron con miedo al riesgo, ya nadie quería terminar como Goy. Pero no teníamos opción; estábamos atrapados, en medio de la nada y con esa cosa. Teníamos que matarla o alejarla del campamento, aunque prefería eliminarla para no dejar un peligro así merodeando cerca.

Notamos que la criatura no podía ver bien y se guiaba por el sonido. Mis hombres la rodearon, gritando a intervalos para mantener su atención y hacer que siguiera un patrón. Cuando le daba la espalda a uno, este lo golpeaba o le arrojaba algo, para luego retroceder rápidamente. No importaba si perdían el arma en el proceso; atacaban fugazmente y se retiraban, mientras los arqueros seguían disparando, ahora desde más cerca, sabiendo el alcance de los movimientos del monstruo.

Mientras mi gente mantenía esta estrategia, fui en busca del resto de los que habían huido aterrados, reuniéndolos para recolectar más armas y buscar formas de atacar. Logré reunir a todos los que pude, aunque fue difícil convencer a los esclavos; pocos tenían la clase [Esclavos] bajo el poder de [Amo de esclavos]. Así iniciamos una guerra de desgaste contra la criatura. Usamos todo lo que teníamos a mano: armas, piedras, incluso fuego. Aunque el fuego parecía irritarla más que dañarla, no pudimos mantener las llamas sobre ella sin arriesgarnos demasiado.

Oscureció, y todos estábamos agotados. Dos personas habían muerto, pero finalmente comenzamos a ver el fin de este combate. La criatura, llena de heridas y con la cabeza golpeada una y otra vez, ya apenas podía moverse. Finalmente cayó al suelo, sin poder levantarse.

En ese momento, mis hombres recobraron el valor, se acercaron y empezaron a golpear al monstruo en el suelo, con más firmeza que antes. Sin necesidad de retroceder, aseguraron cada golpe. Con cada hachazo, el daño se volvía más evidente, hasta que la criatura dejó de moverse del todo. Justo entonces, una notificación apareció ante mí:

[Has derrotado a una criatura sobrenatural en la etapa inicial, logrando un gran logro.]

[No posees aún el "Libro de Registros de ???", no se puede mostrar el logro.]

[No has sido tú personalmente quien acabó con la criatura sobrenatural, no puedes crear/cambiar/modificar una clase para especializarla en tu logro.]

[No has sido tú personalmente quien acabó con la criatura sobrenatural, no puedes usar este logro para intentar un ascenso heroico.]