En el calor del momento, Yao Si no fue ni un poco comprensiva, apilando una ficha sobre la otra, y entonces... el juego terminó.
¡Ejem! ¡Hizo añicos al gran príncipe!
Si Mu Xuan no se hubiera desmayado de repente, ella habría continuado para siempre. De todos modos, cuando ella recuperó la cordura, el gran príncipe vanidoso y engreído era un desorden de sangre y carne expuesta que cubría toda su cara.
Con el tiempo, Yao Si se ponía cada vez más ansiosa porque Mu Xuan no había despertado ni siquiera después de tres días enteros, y su deseo de golpear al gran príncipe comenzó a arder dentro de ella una vez más.
—¡No te preocupes! —le dijo Lin Long con calma—. Si las razas puras pudieran morir tan fácil, no sufriríamos tanto solo por encontrar a nuestros beneficiarios. Solo está en un sueño temporal después de sobrecargar su habilidad y fuerza mental.
—¿Cuándo se despertará?
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