Para ése momento no lo notaba, pero necesitaba de Naomi. No de una manera económica o social, y diría que tampoco de una manera emocional, pero ella fue tan discreta que yo no pude ni darme cuenta de lo profundo que llegó en mi mente en tan poco tiempo.
Ella era un virus, no notabas que estaba allí hasta ya muy tarde.
•|| Dominick Grossman ||•
Junio 01
21:10
Las pequeñas niñas de secundaria frotan sus cuerpos contra el tubo del escenario. En su momento no pensé con detenimiento lo que es éste evento, más allá de la drogas, alucinógenos y exhibicionismo, existe la prostitución de niñas. Si. Niñas. Eso es lo que son en comparación con los hombres lanzándoles billetes.
Observo la pantalla de mi celular, casi son las nueve y media de la noche, y Naomi no aparece en el lugar. Está considerablemente lleno con personas bailando y bebiendo con sus exóticos y eróticos disfraces.
Me gustaría bailar con Naomi.
—Original, eres un gladiador. Seguramente has tomado el mantel de la cocina como último recurso.
—¿Un antifaz?, eso no es erótico.
—¿Y ser un gladiador lo es? —Finalmente ha llegado, Naomi está aquí. Su disfraz es modesto, un vestido rojo sobre las rodillas y un antifaz del mismo color de lentejuelas escarlatas.
Rojo, el color del pecado.
—¿Salimos? —Cuestiona tomando mi mano, la piel, especialmente la de la nuca, se me erizó totalmente. Sus manos son tan frías, pequeñas y suaves a comparación de las mías, rasposas y grandes.
—¿Tengo otra opción?
—Realmente no.
A lo largo del trayecto en escalera su vestido subía y bajaba, casi como tentándome a ver debajo de él. Quiero hacerlo, pero no debo. No es correcto.
—¿Vas a contarme lo que tienes en mente?
—Al salir de aquí. —A diferencia de lo que creí nos desviamos a mitad de camino, en el sótano uno. El lugar está baldío y destrozado, como la planta baja donde está algo similar a un recibidor.
—¿Por qué no seguimos por la escalera? —Cuestiono, está demasiado oscuro y puedo ver la silueta de Naomi dudar en donde pisar, así que enciendo la linterna de mi teléfono iluminando un poco el suelo escombroso.
—No quiero que me vea cierta persona.
—¿Naomi Benet evadiendo personas? No me lo creo. —Mis burlas hacen que me aprete los dedos con fuerza lastimandome un poco. Me rio descaradamente mientras la sigo, no hay nada que pueda hacer para lastimarme.
—¿Dominick Grossman siendo un idiota?, vaya novedad. —Se burla tropezando levemente con uno de los cristales rotos. Hay vidrios por todas partes, y los tacones negros de Naomi no parecen ser la mejor opción para caminar sobre ellos.
—Cuidado. —Advierto.
—Me habría sido de más utilidad antes de tropezar. —Comenta colocando su tacón al pie de otra escalera, no sabía que eso estaba acá.
Siendo sincero, es mi segunda vez aquí.
—Naomi, ¿Habías venido antes aquí?
—Una vez, sólo para asegurarme que estaba abandonado. —La escalera nos llevó al exterior, era una compuerta en el suelo por la cual salimos.
—No entiendo...
—¿Quién crees que organiza las fiestas? —La pregunta fue retórica, se distingue en su voz.
—¿Desde cuándo lo haces? —Salimos a la calle, lejos del edificio.
—No tiene sentido ni relevancia que sepas eso. —Responde soltando mi mano para que caminemos a la par por las desoladas calles.
Mi mano comienza a enfriarse, su mano ha calentado la mía a pesar de estar fría. La cálida sensación de seguridad que daba se va yendo poco a poco.
—¿Vas a contarme? —Insisto nuevamente. —Ya estamos arriba, es más, ya estamos a dos calles del edificio. —Ella suspira con lentitud, como si se le oprimiera el pecho lentamente.
—Debes prometerme algo primero, Dominick.
—Claro, lo que sea. —Ni siquiera hubo lugar para la duda, hablé antes de pensar si quiera en la seriedad de lo que haremos pronto.
—La responsabilidad de ésto es demasiado grande y tendrás que ocultarme el tiempo que sea necesario. Te pagaré, lo único que debes hacer es no echarte para atrás, ¿puedes hacerlo?
—Completamente, y no necesitas pagarme.
—Dominick, no estoy jugando. ¿Sabes la gravedad del asunto? Quizá llegues a ser sospechoso de secuestro, así que debo estar totalmente segura que no arruinaras nada.
—Yo no arruinaré nada. —Aseguro, es la primera vez que la veo cuestionar tanto sobre el mismo tema, es tan linda.
—Dominick, una equivocación será mi fin, así que debes ser serio. —A diferencia de mí, ella vive con la soga a cuello cada día, una equivocación para ella le traerá una gran consecuencia seguramente.
—Lo soy, Naomi.
—Bien —Se relaja un poco apartando el antifaz de su cara. —. Hagamos un pequeñito acuerdo —Ella eleva el debo meñique de la mano izquierda.
Me rio y acerco mi mano derecha con el meñique levantado.
—No puedo creer que hagas la ridiculez del meñique. —Cuestiono entre risas pequeñas mirando su mano, pero me detengo a ver su cara sonriente.
Un profundo escalofrío recorrió cada parte de mí.
—No me refiero a la ridícula promesa de éste siglo. Hace tiempo, muchas culturas hacían ésto para guardar secretos o hacer tratos, una falla por parte de alguno indicaba una sóla cosa-
—Cortarse el meñique. —Interrumpo para completar su frase. Aún no entrelazados nuestros dedos.
—No me mentirías, ¿verdad, Dom? —Pregunta, su expresión se volvió más suave y rozando la inseguridad. A diferencia de su comportamiento excéntrico, puedo ver que también es alguien normal.
Alguien normal con emociones y problemas reales.
—Jamás te mentiría. —Entrelazo su dedo con el mío en una promesa simbólica. Definitivamente la ayudaré cueste lo que cueste.
—Tu parte será realmente fácil: Sólo debes esconderme y que nadie sepa de mí. Es lo único que harás por mí.
—De eso soy consciente. Lo que quiero saber son los detalles de lo que harás en concreto.
—Cuando hagas tu parte, sabrás el resto. Estaremos bajo el mismo techo después de todo, ¿no? Solos tú y yo. —Ella libra nuestros meñiques para acariciar mi cuello e ir descendiendo hasta mi pecho descubierto por el disfraz.
—Sí, puedo esperar.
Ella me sonríe pasando sus brazos por mi cintura dándome un abrazo. Sus mejillas calientes se estrechan con mi piel y apreta sutilmente para sentirme más cerca.
—Gracias, Dom —Susurra con un hilo de voz, un hilo de voz que roza en la genuina inocencia. —. De verdad lo aprecio, lo aprecio mucho. —Rodeo su pequeño cuerpo con mis manos, la tela de su vestido es realmente suave y delgada, puedo sentir el broche de su brassier debajo de la tela.
Un sútil sollozo y la caricia de una lágrima sobre mí me hacen mirar a Naomi. Ella está llorando con sus mejillas sonrojadas y apretándome contra ella.
¿Realmente Naomi es una mala persona?, no creo que lo sea, no aquí. No ahora.
—Te sacaré de ahí, Naomi. Lo más pronto posible. —Hundo mi mano en su cabello y lo arreglo suavemente. —Falta poco, sólo dos semanas más.
—Sí... debo irme, Dominick. —Ella se aparta y se aleja, la veo irse como muchas otras veces. Veo como se aleja de mí a cada paso. Está a unos metros de cruzar por la solitaria esquina y desparecer nuevamente.
—Hey, ¿Quieres que te lleve? —Ella vacila, pero se detiene. —Puedo llevarte en mi auto.
—Está bien, Grossman.
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23:33
—No sabía que tuvieras auto, mayormente te veo caminando. —Comenta jugando con la ventana, bajándola y subiéndola.
—No veo la necesidad de usarlo todo el tiempo. —Respondo sin rumbo fijo, Naomi es quien me dice a dónde ir.
—Aqui a la izquierda —Señala. —, avanza dos calles y detente.
—Como quieras — Miro de reojo sus piernas descubiertas y vuelvo mi vista al frente deteniéndome en el lugar indicado. —. Bien, aquí estamos —Una de sus piernas pasa sobre mi hasta apoyarse al otro lado. —. ¿Que haces?
—Quiero hablar contigo.
—¿Sobre qué? —Sus manos toman las mías para colocarlas alrededor de su cintura y luego sus manos van a mis hombros.
—Sobre algo importante, sólo los detalles de nuestra huida. —Dice mirándome a los ojos con esa mirada penetrante e intimidante.
—Soy todo oídos.
—En dos semanas será catorce de junio, ese día por la mañana, alrededor de las 8:30, necesito que estés a una calle de la parada del autobús. ¿Puedes hacerlo?
—Claro que si, esperaré en el auto.
—Quítale la matrícula y colócale otra, la que sea. Sólo por precaución.
—Está bien, tú padre es policía, ¿no?
—Sí, lo es, por eso no podemos cometer ningún error. —Sus manos van a mi cabello para acariciarlo con delicadeza, me envuelve en un cálido brazo nuevamente al que correspondo. —No quiero que te pase nada.
—¿Lo que percibo es empatía?
—Cállate, Grossman. Debo irme.
Sin más, baja de mí y del auto para perderse en la oscuridad de la noche. Ella debe volver a su lugar, y yo también, pero algo me lo impide.
—Dos semanas es demasiado. —Me inclino hacia adelanté para ver la calle vacía, es casi media noche y la mayoría de personas han de estar cumpliendo sus fantasías en aquél prostíbulo.
Todos menos yo. Mi fantasía no se encuentran allí, con esas jovencitas bailando en poca ropa, con las mujeres en disfraces eróticos, ni siquiera en esa habitación del pecado.
Mi fantasía está con Naomi. Mi fantasía es Naomi.
—Ésto está mal... —Me reclino en el asiento con un bulto entre los pliegues de la toga, una descarada erección está entre mis piernas. —No debería sentir estás cosas, al menos, no con ella.
Marcho sin un rumbo en particular, viendo las casas de la calle principal. Es media noche, el lugar se encuentra baldío, absolutamente nadie se encuentra fuera.
Luces apagadas, casas en completo silencio.
Parece un pueblo fantasma.
Pasó un rato hasta que salí del pueblo, el desgastado letrero me indicó que había dejado los límites del mismo atrás: Bienvenido a Savant, tierra de sagrada prosperidad.
Me detengo luego de unos kilómetros, no hay nada, nadie. Sólo kilómetros de hierva alta y montañas a la lejanía. La oscuridad es total en el lugar, exceptuando las luces del auto y la luz de la luna.
—No sé ni que hago aquí, debería volver... —Me digo a mi mismo mientras saco una caja de cigarros de la guantera del auto. Enciendo uno entre mis labios para tranquilizarme un poco, estoy estresado.
Necesito despejar mi mente antes de hacer lo que haré. La siguiente vez que estemos juntos, nos quedaremos juntos.
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Junio 02
2:01
Caliento un tentempié en el microondas, me siento en la barra de la cocina viendo el tiempo pasar en el pequeño temporizador digital del electrodoméstico. Con mi noveno cigarrillo en la mano espero pacientemente la comida precocida que saqué de una lata y arrojé en un plato.
La casa está hecha una porquería, debería limpiar un poco antes de que venga Naomi.
Saco la comida del microondas, cuando éste comenzó a sonar con ese irritante pitido, y la coloco sobre la mesa. Apago el cigarro en la palma de mi mano sintiendo el ardor característico de la quemadura.
Se siente algo... desolador comer a solas, en la profunda oscuridad de la casa, únicamente interrumpida para la luz del microondas.
Me fui de casa muy joven por lo que las cenas a solas han sido parte de mi vida desde hace casi veinte años. Interrumpir eso de repente, no sé cómo me afectaría.
Pero, supongo que los cambios son buenos. Al menos lo son si incluyen a Naomi.
•||•||•
Cada vez estaba más cerca de ella y eso me gustaba, quería pasar más y más tiempo junto a ella. Me fascinaba que me viera a mí y únicamente a mí. Amaba que fuera la única persona con la que compartiera sus pensamientos y emociones, sus verdaderos pensamientos y emociones. Aquéllos de los que nadie era consciente, nadie más que yo.
Definitivamente nadie me quitaría ese lugar, así que hice lo imposible por ella, después de todo, la siguiente vez que la viera, ella vendría conmigo. Y estaba tan emocionado por eso que cegué muchas cosas, cosas que eran demasiado obvias e importantes.