En alguna ocasión de nuestra vida hay un sentimiento agridulce de momentos que nos marcaron, un sentimiento que te trae un mal sabor de boca pero hay algo en sí mismo que te gusta recordar por alguna sensación que a ti o tu cuerpo recordó y reaccionó, pero llegas a preguntarte si de verdad está bien que una parte de ti quiera repetir ese momento.
Aquel día Morgan regresó junto con Daniel al internado, pero en cuanto entraron cada uno tomó un camino diferente, ella pasó por la enfermería donde habló con la doctora para pedir un inhibidor para su celo, claro que a Marina le extrañó su petición pero no preguntó nada más y se lo dio, la observó con ciertas marcas, agitada y somnolienta, por presevar la salud de la joven escribió un justificante para sus clases, necesitaba descansar y nuevamente controlar su celo y feromonas.
Llegando a su habitación no pudo evitar llorar, recordó las manos recorriendo su cuerpo, el olor de las feromonas de un alfa que la hicieron una completa sumisa, la mirada tan fría de la persona que amaba, sabía muy bien que era el abuso, por eso su llanto aumentó, él lo había hecho, la había tocando sin su permiso y después de todo solo la utilizó como si ser omega fuera algo tan insignificante.
Desde aquel incidente Morgan no se había topado con Daniel en absoluto, era claro que lo estaba evitando por miedo de lo puediera hacerle de nuevo. Sus amigos no sabían lo que había ocurrido ese día, sin embargo la notaron extraña, hablaba poco, no tocaba su plato de comida y si podía evitar verse con ellos en las tardes lo hacía.
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Dos semanas siguientes, Morgan notó algunos cambios en su cuerpo, era una joven muy delgada en los últimos días sus hábitos alimenticios no eran buenos pero ¿por qué estaba ganando peso? Quería preguntar a sus amigos pero ellos preguntarían la causa, ella más que nadie sabía que desde el incidente con Daniel su cuerpo a estado raro, de vez en cuando soltaba feromonas que no podía controlar, sus ojos dolían...
El jueves era un día muy calmado, sus clases estaban terminadas, pero era hora de hacer sus tareas pendientes. Sacó sus libros, tomó una pluma de color negro, en una libreta anotó la fecha, para tener un poco más de concentración puso música eran solos de violin que sonaban muy melancólicos pero eran sus favoritos. No mucho después tocaron a su puerta.
— Adelante —. Unas risas se escucharon al otro lado de la puerta y entraron tres caras familiares que ella conocía muy bien.
— Trajimos algo dulce que te encantará —. Viktor muy emocionado agitó una pequeña bolsa de papel.
— Es de tus sabores favoritos y además tiene mucha crema —. Vincent le sonrió muy dulce mientras tomaba de la mano a su gemelo.
— Lo compré para ti, te miras muy apática últimamente y queríamos alegrarte un poco —. Como si de un verdadero hermano mayor se tratara Pether cumplía esa función.
— No se que haría sin ustedes, los amo demasiado —. Le dieron la pequeña bolsa con el postre dentro y ello lo comió feliz.
Después de esas dos largas semanas de tener que recordar lo sucedido, de tener un sentimiento de suciedad en su cuerpo, de no poder contener las lágrimas, de dejar de ser ella y solo ser una chica que no dormía, lloraba y la ansiedad la consumía.
Los chicos llevaron sus libros para hacer tarea los cuatro juntos, hacía algo de tiempo que no se juntaban para estudiar juntos en una de sus habitaciones, era divertido, sonreían todos, Viktor contaba historias tontas, Pether seguía el juego y sólo eran un grupo de amigos que se divertían.
Pero ella no se encontraba emocionalmente bien, mientras reía, sus ojos se llenaron de lágrimas, ellos se dieron cuenta querían decir algo pero Morgan levanto su mano en señal de que no dijeran nada.
No sólo todo cambió desde su cumpleaños, un mes había cumplido con él, pero pasaron tres meses y el verano se acercaba, pensó que podía pasar algunos días con él antes de que se fuera a visitar a su familia, pero todo colapso y su relación se fue a la mierda.
— Saben... Es la primera vez que yo siento este tipo de cosas como el amar a otra persona, se que parezco una idiota al decir que lo amo en tan pocos meses pero Daniel me dio amor, me hizo sentir bien —. Colapsó en ese mismo momento dejando ver que tan dañada estaba por culpa de un hombre.
— Le di todo de mi, pensé en vestirme mejor, arreglarme mejor, dejar de ser una chica tan común solo para que él me viera mucho más, pero solo me lastima cada vez que puede, ¡No soy solo una maldita omega que sirve para tener hijos! ¡Soy Morgana! —. Los tres no soportaron verla de tal manera y solo la abrazaron.
Lloró hasta que se quedó dormida, pero Pether sintió que su temperatura subía, había entrado en fiebre y su cara estaba muy pálida, preocupado Vincent corrió a buscar a la doctora, era urgente.
Marina ayudó a que la joven a estabilizarse, comentó a sus amigos de su extraña condición, anemia, falta de fuerzas, poco apetito, aumento de peso, vómitos fuertes. Llegó a una conclusión no muy buena para una chida de su edad y la mejor opción era llamará a sus padres.
Gracias por leer.