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Memorias de otra vida

Un hombre solitario intenta suicidarse una vez más, para poner fin a su miseria espiritual, cuando a su lado aparece una hermosa adolescente que huyo de casa, y que le ofrece su cuerpo a cambio de un lugar donde dormir y un poco de comida. Aquellos que están condenados por un pecado capital, nunca vivirán en paz.

Delisir · Fantasie
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Revelación

Dentro de la oscura habitación, solo se podía escuchar nuestras respiraciones, él dormía profundamente en una silla y cuando se alteraba en su sueño parecía roncar con fuerza, de forma que me recordaba a un animal salvaje gruñendo.

No puede evitar reírme. Sin embargo, creo que está teniendo pesadillas, por momentos se calma y en otros hace muecas, es como si controlara hasta cierto grado su sueño, lo cual no me sorprendería.

Es un hombre tan extraño e irracional en tantos sentidos y al mismo tiempo es tan cuerdo y lógico en todo lo que hace.

"Ese hombre es el mismo apocalipsis"

Una voz sonó en mi cabeza, pero en la habitación ya no había nadie más que nosotros, así que no sabía de donde venía, el simple hecho de escucharla me erizaba la piel y sentía que empezaba a sudar frío.

"Perdón por eso, no hay otra manera de contactarnos, señorita de la Envidia"

No puedo diferenciar si es un hombre o una mujer la voz es tan suave y grave al mismo tiempo que me confunde…Siento que está en mi cabeza.

"Así es, comunicarme como los mortales no es lo mío tampoco tengo un género como ustedes. Simplemente soy lo que soy."

Intente levantarme de la cama, pero me fue imposible, mi cuerpo no reaccionaba y mis labios no permitían gritar. Gotas de sudor recorrían mi frente y mis manos temblaban con terror.

Intenté buscar por toda la habitación, pero en realidad estábamos solos, al buscar con la mirada a Balam descubrí que no se movía.

Mi pecho se hundió en la desesperación, como si mi corazón se detuviera. Él yacía inerte, completamente pálido y sin rastro de vida en su cuerpo. Como un títere al que le cortaron las cuerdas.

"El pecado de la Ira, tal vez el más corrosivo entre los pecados capitales, tiene una maldición o bendición, la perspectiva depende de su portador. No pueden morir tan fácilmente así que guarda la calma, lo necesito con vida."

Poco a poco el color regreso a su rostro y el fuerte latido de su corazón resonaba en la habitación, quería ir con él y abrazarlo para sentir su calor, saber que en realidad estaba vivo. La desesperación fue tanta que sentía mis músculos a punto de estallar al forzarlos a moverse.

"Mientras yo esté aquí no podrás hacer nada señorita. Así que vamos a lo importante, dime ¿Quién te trajo aquí?"

Las palabras de aquella voz, sonaron tan frías que me congele en el acto, la presión en mi cuerpo fue brutal, quería llorar, quería gritar. Solo quería ser libre. Que esta pesadilla por fin se acabará.

"Perdón, fui muy lejos. Te explicaré primero las cosas."

Frente a mí una sombra negra apareció, dos alas inmensas que apenas cabían en la habitación, se extendían de par en par. Cada una de las plumas tenía un patrón en forma de ojos, el rostro de aquel ser estaba cubierto de un largo cabello rizado de color rojo con mechones negros. Una gabardina negra desgastada ocultaba gran parte de su cuerpo, que en apariencia se veía delgado.

"Semi-dios, Héroe, Demonio, Conquistador, Devorador, Reich, Rey demonio, Asesino, Hijo del sol, Elegido, bla bla bla. Son tantos los nombres que los humanos han usado que ya he olvidado como los llamé en primer lugar."

Se acercó a Balam y toco su rostro con delicadeza.

"Hombres como él solo nacen una vez cada cien años, alguien capaz de ser consumido al cien por ciento por su pecado. Alguien que puede liderar el cambio en el mundo, ya sea por medio de la destrucción o la creación, me da igual como lo usen mientras eso ayude a mejorar este mundo en decadencia."

Las cosas que decía no las entendía por completo, mi mente era un caos y mi cuerpo seguía sin poder moverse.

"Fue en ese momento donde sentí algo distinto, alguien apareció, alguien que no debía estar cerca de él hasta el final, alguien que altero la historia en primer lugar."

Dirigió su rostro en dirección mía y podía sentir su sed de sangre.

"Señorita de la Envidia, tal vez no lo sabes, pero tu debías caer el sufrimiento absoluto, solo así serás el complemento perfecto para cuando él cumpla su cometido."

¿Sufrimiento absoluto? Entonces lo que había vivido antes, ¿No fue sufrir?

"En efecto señorita, aun eres una niña ilusa, lo que ustedes los mortales llaman sufrimiento, solo es un estado mental, que en algunos casos involucra dolor físico, sin embargo, es tolerable, la locura en la que llegan a caer es simple debilidad."

Un odio indescriptible quemaba en mi pecho, nunca antes me había sentido tan menospreciada. No sé si es la influencia de Balam, pero en lugar de sentirme mal por eso, solo sentía ganas de golpear a ese individuo.

"Con ese nivel de ira podrías despertar un segundo pecado señorita"

Su tono burlón me daba asco, si pudiera moverme lo golpearía, no importa quién sea no es correcto que diga esas cosas.

"Bueno, retomando el tema, este hombre al que tanto amas y él no te corresponde, es mi juguete, y curiosamente desde que llegaste a su vida de forma prematura, no ha usado su pecado en absoluto, a lo mucho breves instantes de ira controlada. Lo cual no me sorprende ya que tiene mucha práctica."

Sus alas se retrajeron en su espalda y se movió con libertad en la habitación de un lado a otro. Puso sus manos sobre los hombros de Balam y una luz morada empezó a brillar en los dos.

"Su Ira es impresionante consume todo a su paso, quema todo a su alrededor hasta convertirlo en cenizas, pero contigo a su lado, es un hombre relativamente normal, eso no me gusta. Arruina todos mis planes, al punto que me hace pensar solo una cosa. Tú deberías morir antes de tiempo"

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, desde la punta de mis pies hasta el último cabello en mi cabeza, sentí lo que llaman terror, hasta ahora no lo conocía en realidad. Esa sensación de estar muerta y no al mismo tiempo, en donde todo carece de sentido.

"Deberías, pero no lo haré, quien sea que te mando quiere jugar y a mí me gustan los juegos."

Sus palabras se perdieron en mi cabeza lentamente. Mientras se desvanecía en las sombras de la noche en silencio.

Fue en ese momento cuando por fin pude mover mi cuerpo y me levanté directo a los brazos de Balam que siga con los ojos cerrados.

Entre llantos y metiendo mi cara en su pecho, él se despertó con una mirada de odio que nunca antes había visto.

Lentamente me aparto de entre sus brazos, se levantó de la silla y se acercó a la ventana.

Esa aura morada que había visto en mis pesadillas ahora era real. Algo tangible y horroroso. Todo su cuerpo estaba envuelto en ese brillo, que en la oscuridad lo hacía ver como un monstruo salido de una película.

Cuando abrió la boca, su voz fue de ultratumba, brutal y horrorosa.

—La última vez que vino, fue cuando tu padre y yo peleamos a muerte. En aquellos días no entendía lo que pasaba. Tuve que morir algunas veces para lograr entender los secretos de este mundo.

Su aura morada se desvaneció gradualmente y la tensión en su voz desapareció.

—Entonces es Envidia, es curioso es el mismo pecado que tu padre. La semilla del caos es parte de ti, de todas las cosas que pasaron por mi cabeza cuando supe quien eras, nunca me imaginé que también estarías destinada a la condena eterna.

—¿Me puedes explicar que sucede? -mi voz era apenas un susurro.

—Que tu vida acaba de ponerse difícil pequeña, eso es lo que sucede.