¿Quién dijo que ella no puede ser encontrada?

Cuando llamaron su nombre, un atisbo de miedo cruzó su cara.

—¿Cuál es el nombre de la persona que recibió a Su Bei?

—Jefe... —dijo Lin En sorprendida.

Lin Yu también se sorprendió. —¡Jefe!

Obviamente, Lin Yu no esperaba que la persona que ordenó a esos dos hombres lastimar a Su Bei fuera Lin En, quien había estado a cargo de cuidar a Feng Ze.

Su lealtad era incuestionable.

Sin embargo, Lin En sabía que Feng Ze ya la había nombrado. Ya sospechaba de su lealtad hacia él.

Frente a Feng Ze, era inútil defenderse.

—Jefe, Su Bei no te ama en absoluto. No merece tu esfuerzo. Has hecho tantas cosas por ella, pero ella nunca ha cuidado tus sentimientos. Cada vez que está contigo, solo resultarás herido. Es una plaga, así que no hay necesidad de que viva en este mundo. Ya que alguien de México se ha interesado por ella, entonces ella...

Con un golpeteo, un brillo frío apareció en la mano de Feng Ze al caer la daga al suelo junto a los pies de Lin En.