Esa lección del día trataba sobre diferentes lugares. La decana Liana era una ambientalista ferviente, y su escuela elemental definitivamente tenía tales asignaturas en su currículo.
Para la lección de Naia, ella comenzó con lo básico. Por ejemplo, el reciclaje y la importancia de segregar la basura.
Mostró varias imágenes como casquetes polares derritiéndose y vertederos, y finalmente basura flotando en el mar.
Lo que hizo que todo fuera impactante fue el apasionado soliloquio de la decana, enfatizando los efectos sobre la vida silvestre y el ecosistema.
—Ah, ¡eso!
Había fotografías de delfines y tortugas muertas o muriendo y ella se levantó— ¡Salvémoslos!
—Se han ido… y hay muchos más… —suspiró la decana, incapaz de detenerse.
Pero cuando Naia se dio cuenta de que no podía salvar a esas criaturas, sollozó.
—Oh, no… —murmuró la decana—. Lo siento —miró nerviosa a la niña.
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