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La Bestia Naranja

Sala de los espejos, una de la mañana.

Ambos líderes de Savanaclaw estaban frente al espejo a su dormitorio, querían tener en claro su plan antes de volver a enfrentar a Santara. A lo lejos Jack los observaba, si bien no lo regaño Leona le llamó la atención severamente.

Una vez que ambos tuvieron claro el plan cruzaron el espejo, sin notar cierto revuelo detrás de ellos.

No sabían si era que el dormitorio se había quedado sin energía o era el aumento de plantas y grandes árboles, pero esté lucia más oscuro de lo habitual, ambos chicos se adentraron al edificio principal sin problemas.

—Oye Leona, ¿Crees que ese tipo sea realmente la bestia naranja?— rompía el hielo Ruggie refiriéndose a Santara con el apodo que los periódicos le habían dado. Leona se encogió de hombros, el sujeto no le despertaba temor alguno a pesar de ser considerado uno de los asesinos más despiadados de todo Twisted Wonderland.

Él solo quería regresar lo más pronto a la normalidad, así que sabiendo lo competitiva que podía ser la naturaleza felina usaría eso para distraer al exlíder. Ambos chicos estaban por salir del edificio de dormitorios y buscar al tigre en la cancha de Magift cuando sintieron un olor familiar.

—Creí haberte dado una orden— sin molestarse en ocultar su enojo Leona se daba la vuelta para confrontar al chico lobo que los había seguido. —¿Qué no te habíamos dicho que te quedaras a vigilar a los demás?— también molesto Ruggie le reprendía.

—No se preocupe por ellos, los amenace con dejarlos colgados si hacían algo indebido, además yo…—

—Es obvio que para ti esto es un asunto personal Jack— le cortaba Leona, —No puedo dejar que tus asuntos familiares nos jodan esto— le daba la espalda y comenzó a caminar a la salida, Ruggie solo le palmeo el brazo y siguió al león. Jack no se movió, sabía que su líder tenía razón, aun así…

—Yo quiero vengar a mi abuelo— grito colérico el de primer año, los otros dos se detuvieron, pero no voltearon a verle. —Pero… entiendo que este no es el momento— decía más calmado Jack, —Aun así, no me sentiría tranquilo sabiendo que no hice nada, si puedo ser de alguna ayuda para traer a Mc de regreso…— dejaba la frase al aire.

Leona suspiró, de tenerle vigilado a que el lobo hiciera algo impulsivo era mejor tenerlo cerca, además de que más ayuda para su plan sería benéfico. Haciendo un ademán con la cabeza para que los siguiera Jack se integró con los otros dos, mientras caminaban al coliseo Leona le contaba su plan.

Mientras tanto, en la cabaña de Walter

El/la estudiante del otro mundo sentía sus párpados muy pesados, conforme su conciencia regresaba poco a poco las últimas imágenes antes de ser secuestrado/a regresaban a su mente, el/ella y Grim corrieron al bosque detrás de la escuela. Estaban por salir de este cuando Walter les dio alcance.

Su felino amigo y el ex-profesor tuvieron una lucha reñida, Grim logro quemar parte de su ropa, pero Walter con su nueva magia logro herir de gravedad al gato, Mc corrió a ayudarle, pero Walter logro derribarlo/a.

A) ¡Grim!

Mc despertaba en una oscuridad casi total, tardo un tiempo en notar las cuerdas que lo/la sujetaban de las muñecas. Con algo de dificultad se ponía de pie, mientras más su vista se adaptaba al espacio oscuro más cosas podía notar de este.

Era el único/a en la habitación, además de los muebles rotos lo que más sobresalía era siete burbujas plateadas, en el interior de estas había lo que parecían ser objetos hechos de cristal blanco, solo un casco y un anillo eran los únicos que también parecían emitir un leve brillo verde.

—¡Mc!, me alegra tanto de verlo/a bien— escuchaba la voz de Crowley, volteo a todos lados, pero no vio al director por ningún lado, —Esto… estoy acá arriba— la voz de Crowley cambio a una avergonzada. Cuando Mc miro hacia arriba vio una Jaula con un cuervo adentro.

Este tenía el rostro cubierto por un antifaz y un sombrero de copa alta, Mc parpadeo un par de veces, ¿aún seguía dormido/a?

A) JA, JA, JA

B) ¡Malditos!, mire cómo me lo amolaron…

—¡No se burle de mí!— graznaba el cuervo desde la jaula, ambos callaron al oír un ruido fuera de la cabaña, pero para su fortuna solo fue un animal. —Escúcheme Mc, no tenemos mucho tiempo y usted debe regresar al colegio cuanto antes— decía más calmado Crowley.

A) ¡No pienso irme sin usted!

B) ¿Pero qué quiere ese sujeto conmigo?

—Primero tengo que ponerlo/a a salvo, si no más de un mundo podría verse en peligro, o más que eso…— nervioso Crowley se apuraba a contarle su plan.

Savanaclaw, una y media de la mañana.

Los tres chicos llegaron finalmente al estadio, las lianas le hacían ver como un templo en ruinas, buscaron la forma de entrar, pero todo estaba cubierto por la espesa selva, cuando Leona estaba por usar su magia única unos arbustos se movieron de su sitio revelando un entrada.

Santara sabía que estaban ahí y los invitaba a pasar, los tres se miraron en complicidad y asintieron. Las plantas les mostraban el camino a seguir, el tigre quería dejar en claro que él tenía el control de la situación, Leona nunca admitiría que por un momento sintió duda.

Finalmente, llegaron al centro de la cancha, al otro lado entre las sombras vieron los ojos amarillos dándoles la bienvenida, el tigre se movió y finalmente pudieron verlo. El chaleco de cuero era el mismo, las ropas lucían más holgadas para soportar el calor húmedo, de su cuello colgaba un colmillo.

—Valla, qué curiosa manada ha venido a visitarme— veía uno por uno a los recién llegados con una sonrisa, cuando su mirada se posó en Jack esquivo el contacto visual. —Bien, sin rodeos, debo recuperar el liderato para que ese viejo decrépito me deje en paz de una buena vez— decía sacando sus garras y adoptando una pose defensiva.

—Tal parece que tú tampoco quieres estar aquí, ¿verdad?— sin mostrar temor alguno Leona se acercaba al otro felino, —¿por qué no solo regresas de donde sea que te hayan sacado?—, los estudiantes se relajaron al ver que Santara cambiaba su posición.

—Necesitó completar cierta venganza, no creo que lo entiendas— decía Santara paseando de un lado a otro más relajado, —Y solo lo lograré si le doy a Walter lo que quiere, así que te agradecería que te rindieras de una buena vez— aunque aún sonreía esta vez hubo algo de ira al finalizar su frase.

"Bingo" pensó Leona.

—De acuerdo, puedo concederte el liderato, pero las cosas han cambiado por aquí, no cualquiera lo logra— con fingida seriedad el león veía cómo sus palabras hacían el efecto esperado en el otro, —No me subestimes, solía ser el rey de este dormitorio, puedo con lo que sea— respondía Santara cayendo en el juego de ego de Leona.

—Si es así, en realidad es simple— comenzaba a explicar Leona acercándose al otro, —Una partida de Magift, todo o nada, el primero en anotar debe obedecer lo que dicte el ganador— resumía Leona. El otro felino soltó una risa, se veía muy confiado y eso solo confirmo que había caído en la trampa.

—Tú ya sabes lo que quiero, solo por curiosidad ¿qué es lo que quieres si ganas?— Santara comenzaba a hacer estiramientos, Leona le imito para seguir con el ambiente seguro que se había formado, —Solamente que tú y tus plantas se larguen— le retaba con la mirada.

—Esto será pan comido, es más, tus amigos pueden ayudarte, me sentiría mal de no darte algo de ventaja— en otro momento el ego del león le hubiera motivado a iniciar una pelea, pero el bien de su descanso no le permitía actuar de forma violenta. Solo un movimiento de cabeza fue suficiente para que Ruggie y Jack se unieran a ese improvisado duelo.

Santara chasqueo los dedos y las plantas dejaron libre el espacio de la cancha, no sin que antes una de las ramas se rompiera y tomara forma del disco usado en el deporte. —Los invitados empiezan— Santara les lanzaba el disco y retrocedía al lado de su cancha. Los tres estudiantes tomaron posición y comenzaron su ataque.

Llegar al lado enemigo no fue problema, pero una vez que comenzaron a tratar de anotar Santara hizo gala de unas habilidades impresionantes, esquivaba los ataques con cierta facilidad y sus contraataques aunque no se veían fuertes si los desestabilizaba. En cierto momento Ruggie y Jack atacaron al mismo tiempo logrando distraer al tigre y dando espacio a Leona para que lanzara el disco para anotar.

Sin embargo, el disco fue detenido a tiempo por Santara. Ninguno esperaba anotar de inmediato realmente, esa primera movida había sido para detectar las habilidades del felino. —Nada mal, mi turno— antes de que pudieran reaccionar Santara había usado magia oscura para impulsarse y brincarlos, cayendo cerca de la mitad de la cancha y con el camino libre.

Los tres chicos tuvieron que dar una gran carrera para alcanzarle, en silencio se recriminaban haber subestimado a aquel sujeto. Afortunadamente, lograron frenar el avance del tigre y Jack retuvo el disco antes de que este entrara en su portería. Necesitaban un plan urgentemente.

Con el disco en su poder nuevamente Leona tuvo una idea, normalmente eso sería catalogado como trampa, pero no había de otra. —Estampida— daba la orden, los otros dos lo miraron por un segundo confundidos ante esa jugada aunque igual asintieron, debían confiar en su líder.

Jack y Ruggie corrieron en los extremos de la cancha y Leona en la parte central, pero a una distancia más alejada, usando sus mejores hechizos de fuego los más jóvenes crearon una especie de barrera que hizo retroceder al tigre, había cierto miedo en su mirada, también parecía que lo habían hecho enojar.

Aprovechando que la ofensiva lo había arrinconado en su extremo de la cancha Leona dio un gran salto y lanzo el disco.

En lugar de apuntar a la portería le dio con todas sus fuerzas a una de las columnas de las gradas, la cual derribo a las demás en efecto domino y haciendo que los pedazos de piedra cayeran sobre el tigre.

Cuando la nube de polvo se despejó solo vieron la mitad del estadio derrumbado pero ningún rastro de Santara. —¿pero qué rayos hiciste?— gritaron sorprendidos los más jóvenes, el león solo se encogió de hombros y comenzó a caminar rumbo a la salida. —Nada mal— la voz del tigre los dejo congelados en su lugar.

Una explosión mandó a volar los restos del estadio formando una nueva nube de humo, los estudiantes se cubrieron y cuando la nube se despejó quedaron petrificados. Santara ahora tenía un aura más temible, sus ropas y aspecto habían cambiado y algunas partes de su cuerpo lucían manchas como de tinta, además de que su ojo salía fuego naranja.

No había duda, era el estado Overblot. Aunque había algo distinto, el monstruo que solía acompañar a quien caía en este estado estaba ausente, "¿acaso este sujeto controla el estado overblot a voluntad?", pensaron los tres.

Alzo su mano y el disco voló a él, —Creo que yo también los subestime, ahora jugaré en serio— decía lanzándose a donde ellos estaban. El disco era solo un pretexto para atacarlos de frente, los tres chicos no podían hacer nada contra la ráfaga de golpes que recibían.

En uno de esos ataques Ruggie perdió al tigre de vista y este aprovecho el momento de vulnerabilidad para atacarlo con el disco, el objeto lo golpeo fuertemente en su pierna haciendo que este gritara por el dolor. Leona y Jack usaron magia oscura para alejar a Santara del chico hiena. —Ups, creo que me emocione de más— se burlaba el tigre, —Tienen diez segundos para sacarlo de aquí y seguir el juego—.

Leona debía pensar rápido, al diablo la distracción, no podía exponer a los otros dos a los ataques de este sujeto. Rememorando algo que había notado en Santara es que de los ataques que ellos usaban el único al que parecía darle algo de miedo eran los de fuego.

—Llévatelo de regreso a la escuela— ordenaba Leona a Jack sin darle tiempo a negarse, esto ya no era más un juego de magift a pesar de seguir usando el disco, ahora se lo arrojaban con intenciones de lastimar al otro. En un momento Santara comenzó a usar su magia única sobre las plantas, asiendo el movimiento de Leona más lento.

Aunque no hacer nada contra las plantas era parte del plan, una vez que nuevamente las plantas habían engullido el estadio solo una pequeña chispa de magia de fuego fue suficiente para usar la magia del tigre en su contra.

Un gran incendio se comenzó a formar, Leona huyo a tiempo no sin antes arrojar el disco a la cara de Santara, el cual además de hacer que este callera en la portería del tigre lo dejara justo en medio de las llamas. El tigre quería salir de aquel lugar, pero estaba completamente rodeado.

—Creo que gane— se burlaba Leona desde lejos. Este se dio la vuelta y comenzó a caminar a la salida, Santara lo vio con odio, en cuanto las llamas se apagaran …

"¡Santara!, regresa inmediatamente!"

La voz de Walter salía del colmillo en su cuello, esta sonaba realmente enojada asiendo que el tigre suspirara, algo había pasado en la cabaña.

Sala de los espejos, dos y media de la mañana

El primero en cruzar de regreso fue Ruggie, quien debido a su herida tuvo que hacer esfuerzo para no caerse, por fortuna los demás chicos de su dormitorio lo sostuvieron a tiempo para que no callera. El siguiente en cruzar fue Leona y por último Jack.

—¿Realmente piensas que eso lo detenga?— preocupado Jack no se fiaba de alejarse del espejo, —Tranquilo, nos pidieron tiempo, y por la cara de pánico que tenía, dudo mucho que intente acercarse hasta que el fuego se apague— despreocupado, Leona se alejaba para ver a Ruggie.

El lobo no estaba tan seguro, miro una última vez el espejo de su dormitorio antes de ir con sus compañeros. No se había alejado mucho cuando una rama salió del espejo y lo capturo por la cintura, mientras más se movía más fuerte lo apretaba la rama.

Una vez estuvo seguro de que Jack no escaparía la rama regresó al espejo, Leona corrió para tratar de salvar al chico lobo, pero este ya había desaparecido tras el espejo, el león trató de seguirlos cuando se estrelló contra la superficie de este.

—¡Leona, Jack! — a pesar del dolor Ruggie fue a ayudar al león y ver que había pasado con el espejo, otros estudiantes también trataron de cruzar para ayudar al chico, sin embargo, el portal que los llevaba a su dormitorio ahora era un simple espejo.

Savanaclaw, tres de la mañana.

Una vez recuperó el conocimiento lo que más llamó su atención fue lo cómodo que estaba, recordaba haber sido capturado así que despertar en una cama suave llamó mucho su atención.

Al estar por fin completamente despierto noto que estaba en el cuarto de Leona, se levantó y fue a la puerta, pero antes de tocar el pomo esta se abrió dejando ver a Santara en forma normal del otro lado. Inmediatamente Jack se puso en guardia, el tigre lo vio y solo dejó una bandeja con un cuenco de compota de pera que olía muy bien.

—No soy… El mejor cocinero, trate de seguir la receta— decía de forma tímida Santara. Jack lo vio raro, casi podría creer que este sujeto frente a él era en realidad el gemelo bueno, si tuviera uno claro. A pesar de estar alerta Jack se acercó al plato, olía bien y después de la batalla anterior sí tenía un poco de hambre.

—¿Me quieres comprar a caso?— decía el lobo aguantando la tentación, Santara solo se encogió de hombros y fue a la puerta, —No podrás tenerme aquí encerrado— gritaba Jack, el otro chico movió el pomo de un lado a otro como diciendo que la puerta no tenía cerrojo.

—Puedes ir a donde quieras dentro del dormitorio, pero si intentas huir las plantas te traerán de regreso— decía saliendo del cuarto sin molestarse en cerrar la puerta. Jack se sentó en la cama y soltó un largo suspiro, tomó el plato con el postre y le dio una probada, era realmente bueno, mientras lo comía no pudo evitar pensar que sabía casi igual al que su abuela preparaba…

Dejó con cuidado el plato en una cómoda y salió corriendo del cuarto, logró alcanzar a Santara cuando este ya casi llegaba a la salida del dormitorio, —¿Por qué? — grito una vez pudo alcanzarlo, —¿qué pretendes conmigo? 

Santara estaba sorprendido, iba a responder cuando el colmillo que colgaba de su cuello emitió una luz verde por unos segundos antes de volver a la normalidad. —No pienso repetir el mismo error— antes de que Jack pudiera preguntar a qué se refería un portal se abrió frente a Santara y este desapareció en él.